Productores de los Valles cruceños lamentan pérdida de frutas y verduras

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La cosecha de mandarina está en su apogeo, pero no puede ser trasladada a los mercados de Santa Cruz, lo mismo sucede con la oferta de tomate, apio y papa. Bloqueadores dicen que la medida no es radical.

Mandarinas en el piso pudriéndose porque los árboles están atestados del cítrico que no puede ser cosechado y trasladado a los mercados de Santa Cruz, debido al corte de vías que desde hace días afecta a los Valles cruceños.

La situación es la misma para los productores de tomates, apio o papa que se no saben qué hacer con sus productos que ya se están pudriendo.

Iver Miranda, presidente de la Asociación de Horticultores y Fruticultores de Santa Cruz (Ashofrut), mediante un video, mostró cómo las mandarinas se quedan en el campo y lamentó que los bloqueos perjudiquen a una zona productiva de Santa Cruz como son los Valles.

Miranda pidió a las autoridades y movimientos sociales a que lleguen a un acuerdo para que las carreteras del país queden expeditas y no se siga perjudicando al sector productivo.

Wálter Terceros, gerente de Ashofrut, remarcó que lo de la mandarina es una parte del problema, porque lo mismo sucede con los productores de tomate, apio o papa.

El productor precisó que los bloqueos están dañando a los pequeños y medianos agricultores y que no se entiende que gente de la zona realice estas medidas perjudicándose ellos mismos.

Al respecto, Joel Guarachi, exdiregente de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (Csutcb), indicó que se llegó a esta medida por la falta de diálogo de parte del Gobierno y ante la consulta sobre los daños que se genera a los productores de los Valles, el exdirigente remarcó que no todas las vías están cerradas, que se puede bordear los cerros y salir a Cabezas para llegar hasta Santa Cruz.

Guarachi puntualizó que no se trata de un bloqueo radical, porque si así fuera los mercados de Santa Cruz estarían desabastecidos; algo que de acuerdo con su criterio, no sucede.

Fuente: El Deber