Productores de granos apuestan a la campaña de invierno

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El productor ha sido afectado tanto en promedio de rendimiento en campo y por la caída de precios en el mercado internacional.

Los productores graneleros de soya, sorgo, girasol y trigo, se aprestan a iniciar la siembra de la campaña de invierno, con un balance en situación difícil de lo que va el año, debido a las pérdidas registradas en la cosecha de verano tanto en rendimientos de producción por hectárea y la caída de precios internacionales de granos.

Marcelo Pantoja, presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), en contacto con El Día, ha argumentado que esperan recuperar las fortalezas tanto en la producción como en las finanzas en el segundo semestre.

“La campaña de verano tuvo un bajón tanto en rendimiento, pérdidas por las inclemencias del tiempo y la caída de precios. Ahora estamos iniciando la siembra de soya de invierno, afortunadamente el clima está acompañando y esperemos que se den los resultados, por ahora es muy prematuro cómo va a ser el cultivo”, informó el representante del sector.

Un año complejo y atípico. La situación sanitaria del coronavirus (COVID-19) que vive el mundo y en particular Bolivia ha impactado en el aparato productivo. Sin embargo, a decir de Pantoja, el sector granelero, en toda la cadena del valor, no ha tenido mayores contratiempos en desarrollar sus actividades, pese a las restricciones de la cuarentena.

Pero en el balance en este primer semestre de lo que va del año, en cuyo rango del calendario anual, esta la cosecha de verano del grano de soya, los resultados no han sido favorables primero por un bajón considerable en los volúmenes de producción como efecto de la sequía en la zona este y por inundaciones en la zona norte de Santa Cruz.

Para la campaña de verano fueron sembradas 1.020.000 hectáreas, quedando sin sembrarse unas 20.000 hectáreas, principalmente en la zona norte, debido a las excesivas lluvias presentadas a fines del mes de diciembre y primera quincena de enero, que dificultaron continuar con la siembra de soya.

Además de esa situación se suma, que la cosecha de verano arrojó una merma en la producción en rendimiento por hectárea que no pasó del promedio de 1,9 toneladas, cuando el margen normal era por encima 2,2 toneladas. Todo ese panorama ha permitido generar apenas 1,8 millones de toneladas de producción, cuyo registro es considerado como muy bajo, cuando en otros años el promedio estaba por encima de 2,4 millones de toneladas.

Al finalizar la campaña de verano, los productores daban cuenta que las pérdidas productivas alcanzan a unas 400 mil toneladas que no fueron producidas por factores climáticos, lo que significa una pérdida económica de unos USD 100 millones que los productores dejaron de percibir y toda la cadena oleaginosa en su conjunto.

Efecto COVID-19 y la caída de precios. El máximo representante del sector granelero, menciona que la situación financiera del sector es muy delicada como efecto del COVID-19, cuya parálisis tanto en la oferta y la demanda a nivel global ha implicado en suma la caída de los precios en el mercado internacional.

Ese hecho ha provocado, al productor primario un margen de ganancia al tope, entre los costos de producción y el precio por la producción en rendimiento por hectárea que apenas alcanzó a 1,9 toneladas.

“En estos momentos, el productor está muy al límite; por ejemplo, sacando casi dos toneladas por hectárea, cuando el precio está a un promedio por tonelada de 260 dólares, apenas logra alcanzar a $us 520.

Entonces comparado con el costo de producción, casi estamos parejos, es casi nada el margen de ganancia”, precisó Pantoja.

Fuente: El Día