Educando a Nicole Neumann: El metano emitido por bovinos es parte de un proceso natural conocido como ciclo del carbono biogénico

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Esta semana la modelo Nicole Neumann, en un programa de preguntas y respuestas emitido por Canal 13, introdujo un acertijo en la categoría –según mencionó– dedicada al medio ambiente, en el cual relacionó la emisión “a gran escala” de metano con la ganadería bovina.

El estándar establecido por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) determina que una molécula de metano (CH4) es equivalente a 28 moléculas de dióxido de carbono (CO2).

Sin embargo, existe evidencia científica que indica que el metano generado por bovinos no puede ser considerado como un gas de efecto invernadero en términos equivalentes a dióxido de carbono porque forma parte de un ciclo natural.

Eso porque, si bien es más potente que el dióxido de carbono, el metano es un contaminante climático de corta duración que permanece en la atmósfera durante aproximadamente diez a doce años antes de que se descomponga y se elimine.

En contraste, el dióxido de carbono de origen fósil permanece en la atmósfera durante siglos, lo que implica que las emisiones son acumulativas y contribuyen así a ser el principal impulsor del cambio climático.

La cuestión es que las emisiones de metano generadas por la fermentación entérica de los bovinos se degradan para transformarse en dióxido de carbono, el cual es capturado –vía fotosíntesis– por las plantas para ser almacenado como celulosa y capturado por el suelo. Y ese carbono, al ser consumido por bovinos, luego es liberado a través de eructos en forma de metano para reiniciar nuevamente el proceso conocido como ciclo del carbono biogénico.

Si bien la evidencia científica muestra que el metano generado por bovinos no tiene el mismo impacto que el dióxido de carbono generado por fuentes fósiles, por una cuestión política el IPCC, organismo dependiente de Naciones Unidas, considera que ambos elementos son equiparables.

Es de vital importancia conocer esta cuestión para evitar repetir consignas aparentemente “amigas del ambiente” sin conocer la evidencias científicas o políticas que las respaldan.

Fuente: Bichos de campo