La agricultura resiliente en el altiplano boliviano es una alternativa ante el cambio climático

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Las sequías, heladas, tormentas, etc. han alterado la producción agrícola de la zona por lo que la nueva posibilidad de la agricultura resiliente, es decir que se adapte a la variabilidad y cambio climático, estabilizando y mejorando la disponibilidad y el acceso a alimentos.

En el altiplano boliviano, las condiciones productivas extremadamente vulnerables a riesgos climáticos, como heladas y granizos, sequías, tormentas, vientos, etc., han alterado la producción agrícola, afectando la disponibilidad de alimentos y la producción de excedentes para la venta.

Es por esta razón que organizaciones como Helvetas contribuye a la seguridad alimentaria de familias campesinas, mejorando la productividad y resiliencia de papa, quinua, cañahua, hortalizas y forrajes.

Helvetas, es una organización independiente para el desarrollo con sede en Suiza y con organizaciones afiliadas en Alemania y los Estados Unidos. Apoya a personas y comunidades pobres y desfavorecidas en países en desarrollo y países en transición que activamente desean mejorar sus condiciones de vida, según lo describe en su portal digital.

Hacia una agricultura resiliente

El gran reto que enfrentan las comunidades y familias del Jacha Suyu Pakajaqi, como se denomina esa región indígena, es consolidar un sistema productivo agropecuario que sea resiliente, es decir que pueda adaptarse a la variabilidad y cambio climático, estabilizando y mejorando la disponibilidad y el acceso a alimentos.

En una primera etapa, el proyecto contribuyó mejorando la disponibilidad y uso de alimentos de 414 familias campesinas a través de la revitalización de cultivos de quinua, cañahua, papa nativa, además de hortalizas y forrajes.

Para ello, fue clave acompañar y fortalecer los procesos de innovación de los “Yapuchiris” que son líderes locales investigadores, dinámicos y que comparten sus conocimientos para el bienestar no sólo de su comunidad sino también de otras.

«He pronosticado, con ayuda del Pachagrama, cómo iba a ser el clima. Hubo helada tres veces y también granizada, pero me ha favorecido usar los bioindicadores y estoy duplicando mi cosecha», dijo Miguel Ortega, yapuchiri de la comunidad Tumarapi.

El diálogo de saberes ancestrales y tradicionales, como el uso de bioindicadores y sistemas tecnológicos de monitoreo climático favorecen la gestión de los riesgos y las buenas prácticas agrícolas.

Con esto, se desarrolló un modelo agrícola que considera la adaptación al cambio climático y que promueve la articulación de actores en el territorio hacia una agricultura resiliente.

Fuente: Publiagro