Es uno de los cultivos que mejor se adapta a las zonas secas con poca lluvia, contiene un alto grado de proteínas y está conformado por casi el 90 % de agua
La tuna se adapta bien a diversos tipos de suelo, prefiriendo aquellos superficiales y livianos con buen drenaje. Es importante destacar que no tolera el exceso de humedad en el suelo. La pluviosidad necesaria para su cultivo está en el rango de 150 a 1,800 milímetros de lluvia al año. A pesar de su resistencia a la falta de agua, Paulo Suassuna, especialista en tecnología de cultivo intensivo de tuna, señala que existen técnicas específicas para maximizar la productividad.
Estas técnicas incluyen la preparación adecuada del suelo, la elección cuidadosa del material vegetativo o variedad, el momento oportuno de siembra, la orientación de la paleta según el eje del Sol, el manejo de plagas y enfermedades, el control de malezas y la gestión de la fertilización, tanto química como orgánica. Incluso la forma de corte puede influir significativamente en el resultado final de la producción.
Adoptar estas prácticas puede aumentar la productividad de manera significativa en comparación con los sistemas de cultivo tradicionales.
“Después de plantar la paleta en la tierra, aproximadamente un mes antes del inicio de las lluvias, comienza a brotar y echar raíces. Este proceso coincide con el inicio del período lluvioso, permitiendo que el grupo de paletas capture toda la lluvia. Cuando finaliza la temporada de lluvias, el grupo ya es lo suficientemente grande porque ha absorbido agua y nutrientes durante el período húmedo”
Preparación de suelo
En el cultivo intensivo de tuna, el suelo no se prepara de la manera tradicional con cava y siembra de paletas. En cambio, se crean surcos como puentes para capturar la humedad y permitir que el agua de la lluvia fluya hacia las líneas donde se plantarán los grupos de paletas.
Estos surcos deben mantenerse en pendiente para garantizar un buen drenaje. La paleta no se rompe, sino que se corta, y luego pasa por un período de reposición de 15 días para permitir que el corte cicatrice y la paleta no se marchite. Este proceso se realiza aproximadamente un mes antes de que comience la temporada de lluvias, explicó el experto brasileño Paulo Suassuna.
“Después de plantar la paleta en la tierra, aproximadamente un mes antes del inicio de las lluvias, comienza a brotar y echar raíces. Este proceso coincide con el inicio del período lluvioso, permitiendo que el grupo de paletas capture toda la lluvia. Cuando finaliza la temporada de lluvias, el grupo ya es lo suficientemente grande porque ha absorbido agua y nutrientes durante el período húmedo”.
En cuanto a la fertilización, se gestiona cuando comienza a llover, porque la maleza empieza a brotar, es entonces cuando no podemos permitir la proliferación de maleza en el tunal. Se destaca la importancia del manejo, que puede llevarse a cabo de diversas maneras, incluyendo métodos mecánicos de control y entrenamiento.
La tuna es una fruta perteneciente a la familia de las cactáceas y se caracteriza por tener una cáscara gruesa y espinosa con pulpa abundante en semillas. Esta adaptación permite que la tuna no requiera de una cantidad significativa de agua para su crecimiento, lo que la convierte en una opción resistente en áreas con condiciones de sequía o escasez de agua.
“Yo tendría que hablar de otras plantas para hacer una comparación, una planta de maíz, necesita de 600 litros de agua para producir 1 kilo de materia seca, la planta de sorgo precisa de 300 litros de agua, mientras que la tuna solo necesita de 150 litros de agua”, explicó Suassuna.
La planta de tuna tiene la capacidad de rebrotar después de ser cortada, lo que permite un manejo continuo de la plantación. Esta característica es beneficiosa para la producción sostenible, ya que se puede aprovechar la misma plantación durante un período prolongado, hasta 30 años, manteniendo sus nutrientes y propiedades.
Fuente: Publiagro