Mas de $us 600 MM dejó como pérdida forestal los incendios

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No es una cifra completa y solo es la punta del iceberg del daño que dejó la catástrofe ecológica de los incendios. Los efectos siguen siendo incalculables, dicen los expertos

Los incendios que están causando la mayor catástrofe ecológica en Bolivia son también un golpe a los bolsillos del país. La Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC) le ha sacado punta al lápiz y con calculadora en mano ha estimado las pérdidas registradas hasta el 20 de septiembre, aún sabiendo que solo se trataría de una pequeña muestra del gran daño que está sufriendo el fuego a Bolivia.

Sobre los efectos en la fauna, le es imposible dar cifras exactas, debido a que no se han realizado los estudios necesarios para determinarlo. Sin embargo, las estimaciones dan a entender que seguro serán millones, sin contar invertebrados. En la flora: ocurre parecido con la diversidad de especies vegetales perdidas, pero al menos, con pruebas evidentes, la fundación sostiene que es posible hacer estimaciones serias.

Daniel Coimbra, jefe del departamento de Comunicación de la FCBC, mira los números del incendio y dice: “Se sabe que, del total de áreas quemadas hasta el 20 de septiembre, el 64% han sido bosques, es decir, más de 2 millones de hectáreas de bosques.

Con un promedio de 30 metros cúbicos de madera de árboles con diámetro superior a 20 centímetros, este resultaría en más de 60 millones de metros cúbicos de madera, que, al precio más bajo posible de la madera ($us 10 por metro cúbico que es lo que cuesta la leña), serían más de 600 millones de dólares en pérdidas económicas”.

Andrea Markos, especialista de Sistemas de Información Geográfica (SIG) y autor del informe del FCBC, dijo que se han quemado aproximadamente 3,5 millones de hectáreas en todo el país, de las cuales casi dos terceras partes se pueden considerar bosques.

Detalló que, según Global Forest Watch (Vigilancia Forestal mundial), se clasifica bosque un área en la que prevalece con una cobertura mayor al 30% de dosel arbóreo, es decir, vegetación leñosa con porte mayor a cinco metros.

Es una gangrena que golpea el bosque. Los desmontes de árboles y los incendios son dos de los enemigos mortales de los bosques del país. Fotos: Fuad Landívar
Con esa puntualización, asegura que la afectación de los incendios ha sido muy marcada en áreas protegidas, reservas forestales y tierras cuyo uso previsto por el Plan de Uso del Suelo Departamental de Santa Cruz es estrictamente de vocación forestal.

“Estos bosques son fuente de vida para cinco pueblos indígenas del departamento de Santa Cruz y hogar de fauna y flora poco estudiadas. Las tierras de producción forestal permanente afectadas por los incendios son ricas en árboles maderables de los más finos, como la tipa, el morado y el roble chiquitano, llegando a tener un precio de hasta 300 dólares el metro cúbico.

El sector agropecuario ha sido fuertemente afectado con pérdida de ganado y pastizales. Es prematuro estimar los daños en los diferentes ámbitos, pero los mismos son muy elevados según reportan los afectados”, explicó Markos, que precisó que la metodología que utilizó para estimar la superficie quemada fue la llamada delta NBR, una metodología estándar muy utilizada.

Frente a la crisis ambiental en Bolivia y en Sudamérica, las organizaciones de la sociedad civil que trabajan en la promoción del desarrollo sostenible, la conservación de la biodiversidad y el resguardo de los derechos humanos, hicieron un llamado de atención a los gobernantes de los países afectados por los incendios, entre ellos Bolivia, Brasil y Paraguay; a los demás países de la cuenca amazónica y la cuenca del Plata y a la comunidad internacional, para actuar ante los desastres naturales que están ocurriendo en la Amazonia, los bosques secos y el Pantanal.

Son 69 las organizaciones mundiales que han firmado el Manifiesto internacional de las organizaciones medioambientales, quienes expresan al mundo que los ecosistemas afectados representan parte inseparable del patrimonio natural invaluable de la humanidad, debido a su contribución en la mitigación del cambio climático y la provisión de bienes públicos internacionales como el agua y la seguridad alimentaria.

Estos ecosistemas -según el manifiesto- también son el hogar de al menos 400 pueblos indígenas y 34 millones de habitantes.

“Solo la Amazonia, con cerca de 6,7 millones de kilómetros cuadrados, representa la extensión de bosque tropical más grande del mundo y alberga al menos el 10% de la biodiversidad del planeta, si a esto sumamos el carácter único y extensión del Bosque Seco Chiquitano, el Gran Chaco y el Pantanal como el humedal más grande del mundo, estamos hablando de una afectación a un extenso territorio de nuestro continente. Nos vemos en la obligación de decirle a la comunidad internacional que los impactos de los incendios forestales no afectan únicamente a nuestra región, sino que tienen un impacto directo sobre el clima global. Los gobernantes de nuestros países tienen una alta responsabilidad de asegurar el desarrollo y el bienestar de los ciudadanos, protegiendo efectivamente un medioambiente sano como cimiento fundamental para alcanzar un desarrollo sostenible”, dice el manifiesto, que también fueron críticas con las acciones de los gobiernos:

“Las políticas actuales de Bolivia y Brasil están promoviendo ampliación de la frontera agropecuaria y con ello han incrementado las tasas de deforestación de los bosques en la cuenca amazónica y en la cuenca Paraguay-Plata; esto, sumado a la situación climática del planeta, ha provocado incendios históricos para la región… Cada hectárea de bosque que se pierde podría estar afectando a 625 m3 de agua al año. Sin hablar de la nube de contaminación y los niveles de Dióxido de Carbono (CO2) liberados a la atmósfera”.

Los troncos de los árboles son brasas calientes que los incendios hicieron arder al rojo vivo. Solo pasaron horas para convertirse en cenizas
Ante estos hechos, los representantes de las 69 instituciones internacionales que luchan por el medioambiente se suman a las voces de millones de ciudadanos en el mundo y solicitan a los gobernantes lo siguiente:

1. Que los gobiernos nacionales de Brasil, Bolivia y Paraguay accedan a la ayuda internacional para controlar de manera inmediata los incendios presentes en sus territorios. Esta es una acción inmediata para evitar que continúe la expansión del fuego y sus impactos

2. Que se tomen medidas posteriores de restauración del daño medioambiental y en la salud pública. Son temas urgentes la asistencia médica a la población de la región, la asistencia veterinaria y rescate de los animales silvestres, la evaluación y remediación de los daños actuales sobre las fuentes de agua, la prevención de la contaminación por cenizas en la cuenca amazónica y el refuerzo de las medidas de gestión y restauración de áreas protegidas afectadas.

3. Que los gobiernos de Brasil, Bolivia y Paraguay revisen sus políticas actuales de incentivo a la deforestación y prácticas productivas insostenibles: demandamos a los gobiernos que los incentivos y políticas estén direccionados al uso del suelo de acuerdo con sus potencialidades, esto implica la implementación de mejores tecnologías para la producción, la recuperación de tierras degradadas, la investigación y el monitoreo para incrementar la productividad de los suelos en tierras aptas para la producción. Por otro lado, se deben generar incentivos para mantener el bosque en pie, promoviendo su uso sostenible, con medidas de control efectivas y la menor burocracia posible.

El Manifiesto internacional termina poniendo en claro que “solo un accionar consecuente y coordinado entre los diferentes sectores que construyen un país para un buen presente y un mejor futuro podrá generar el bienestar que todos anhelamos para la sociedad y el planeta en general.

En este sentido, los firmantes manifestaron plena disponibilidad y predisposición a contribuir con las soluciones de corto y largo plazo que permitan a nuestra sociedad y a las generaciones futuras, a contar con un desarrollo pleno y sostenible.

De los más de dos millones de hectáreas de bosques que han sido golpeadas por los incendios, por lo menos 1,3 millones de esos bosques están en unidades de conservación, es decir, en áreas protegidas como el Parque Nacional Otuquis, el Noel Kempff Mercado y el área protegida Ñembi Guasu, por citar algunos ejemplos (ver infografía).

La Fundación Nativa envió un equipo de profesionales justamente a Ñembi Guasu, que es un área protegida consolidada a través de la Autonomía Indígena de Charagua, que se extiende sobre un área que excede el millón de hectáreas de bosques, hasta antes del incendio, muy bien conservados, con una gran biodiversidad de flora y fauna.

Desafortunadamente, debido a los incendios que han ocurrido en Bolivia en las últimas semanas, Nativa informó de que alrededor el Ñembi Guasu ha sido afectado con mucha fuerza.

“Más de 100 kilómetros de fuego han consumido, tanto en el lado derecho como en el izquierdo de la carretera, el bosque formado por pequeños arbustos, palmares y especies de vegetación típicas del ecosistema del Chaco con una transición a Chiquitano”, señala el informe de Nativa, que ha lamentado una pérdida de cobertura vegetal que ha dejado en grandes espacios amplios arenales, que han modificado las propiedades del suelo y se han convertido en sitios propensos a la degradación a través de la llamada erosión después de los incendios.

“El impacto negativo posterior al incendio afecta las fuentes de agua en la modificación del ciclo hidrológico, la disminución de la tasa de retención y la infiltración al no tener suelos con cubierta vegetal. Además de los graves efectos sobre la fauna nativa, no sabemos por el momento la situación de la población indígena ayorea, que es un pueblo no contactado que permanece en aislamiento voluntario. La época de sequía en el Chaco y la Chiquitania se extiende hasta noviembre y diciembre, por lo que el riesgo de incendios continúa”, enfatiza el informe de Nativa.

Iván Arnold, director de la Fundación Nativa, confirma que los incendios son definitivamente trágicos para los bosques y la biodiversidad en Bolivia.

Él viajó a las entrañas del Ñembi Guasu y ahí dentro sintió el quejido estrepitoso del bosque, retumbando entre las ramas y troncos de los árboles que sucumbían al paso de la gran ola ígnea, con inmensas bocanadas de fuego traducidas en murallas ardientes de muchos metros, las que no dieron tiempo para que miles de animales pudieran buscar un refugio seguro y simplemente tuvieran que desaparecer como víctimas silenciosas de esta gran catástrofe ambiental.

“El bosque quedará en silencio, como un gran camposanto, guardando el dolor de los animales que quedaron carbonizados en sus suelos. Y es que tragedias como esta, de fuego y desolación, que podrían parecer aisladas y muy poco frecuentes, se repiten cada año, lastimando de manera implacable nuestras selvas y bosques, debido principalmente a la codicia humana que quiere seguir convirtiendo en campos de cultivo y ganadería tierras que deberían ser conservadas, pues muchas de las áreas afectadas por los incendios son zonas o unidades de conservación de alta fragilidad y con un elevado nivel de vulnerabilidad”, dijo Iván Arnold, que se refirió también a la gran preocupación de muchos para saber cuál es el daño económico causado por los incendios.

“No es nada fácil tratar de ponerle precio a la vida de los animales y plantas que fueron calcinados por el fuego y mucho menos aún, a los servicios ecosistémicos y funciones ambientales, como regulación del clima, polinización, captación y almacenamiento de agua y control de plagas, entre otros, que estos millones de hectáreas están dejando de generar para el beneficio de todos. Traducir el daño ocasionado a cifras que expresan solo millones de dólares, es como pretender que alguien ponga precio a la vida, o más aún, es como preguntar a un creyente cuánto vale Dios”, indicó el director de Nativa, para quien el futuro no augura nada bueno, puesto que varios modelos climáticos globales están advirtiendo de que eventos extremos tendrán cada vez ciclos más cortos con la consiguiente afectación; y es que resolver el dilema de nuestro modelo de producción actual, basado en la roza, tumba y quema de los bosques, no es nada fácil; requerirá de un esfuerzo global para cambiar nuestros hábitos de consumo.

“Nuestros bosques claman por que se les dé un respiro, es urgente pensar en que la pausa ecológica, o la figura legal que se le quiera dar, sea de al menos unos cinco años con una protección estricta a los bosques que fueron afectados; este tiempo servirá para que ecosistemas frágiles y de gran importancia por su biodiversidad y funciones que generan, empiecen siquiera su largo proceso de regeneración”, recomendó Arnold, después de salir del infierno de los incendios que se desató en Ñembi Guasu.

Fuente: Periódico El Deber