El 18 de marzo el Gobierno aprobó el uso de dos variedades de semillas genéticamente modificadas (transgénicas) para los cultivos de soya, se dijo que para llevar adelante el proyecto de biodiésel es necesario aceptar el uso de dos semillas, Intacta y HB4, que provienen de un tratamiento biotecnológico.
Más aún frente a esto agrónomos y productores afirmaron que el cultivo transgénico, más allá de que sea nocivo o no para la salud, provoca una dependencia económica y agroquímica y afecta al medio ambiente, además, sostuvieron que antes de pensar en sustitutos energéticos a los hidrocarburos deberían privilegiarse las necesidades alimenticias del pueblo.
A su turno, productores de maíz se pronunciaron en contra de esto porque supone una competencia a su producción de semillas naturales.
Alimentación
Sobre el tema, en opinión personal del vicepresidente del Colegio de Agrónomos en Tarija, Raúl Saavedra, primero se debería garantizar la alimentación del pueblo boliviano, apuntó que en los países vecinos la producción de soya transgénica para transformarla en biodiesel quitará mucho la posibilidad de campos de producción para la alimentación del pueblo.
Sostuvo que si bien la energía es necesaria para la industria y el desarrollo existen diferentes formas de adquirirla. Por ejemplo se dejan de lado otras alternativas como la eólica e hídrica, además no se abordan “otros sectores que son muy importantes para la industria y para la producción”.
“El Gobierno, las autoridades y nosotros como colegio debemos priorizar y atender las necesidades alimenticias del pueblo, porque es mentira que la alimentación del pueblo boliviano está garantizada, tenemos sobreproducción en algunos rubros, pero en la mayoría hay escasez de productos y esto hace que exista un desequilibrio en la canasta familiar”, argumentó.
Por otra parte, aseguró que toda la producción transgénica genera dependencia, los grandes productores de semilla transgénica son unos cuantos a nivel mundial, pero no llegan esas posibilidades a los pequeños productores que no tienen la oportunidad de adquirir este tipo de simientes genéticamente mejoradas.
Por ejemplo, según Saavedra, cada vez que se quiera producir se debe adquirirlas, eso genera dependencia económica, además si se piensa el cultivo en grandes extensiones como en Santa Cruz necesariamente se recurrirá a los agroquímicos para maximizar los rendimientos y efectuar un control efectivo de plagas y enfermedades.
“Si es que aplicamos todo este paquete tecnológico de agroquímicos con toda seguridad que va ir en contra de todo lo que es el medio ambiente, entonces no estamos en condiciones como para producir transgénicos”, sentenció.
Por su parte los agricultores de maíz de Padcaya Pastor Carrazana, de Entre Ríos Gloria Terceros y José Laime de Chocloca se pronunciaron en contra de todo tipo de producción transgénica debido a que esto supondría, en el caso de este grano, una competencia que no podrían superar porque es devastadora.
Actualmente ya sufren sus efectos a causa del contrabando que ingresa de la Argentina, porque los productos son más baratos y les obliga a reducir sus precios a tal punto que no les permite recuperar los costos de producción.
Fuente: Periódico El País Tarija