Fue rescatado el miércoles por un grupo de bomberos en Roboré, donde se recupera favorablemente en la veterinaria Omega. Llegó con quemaduras y heridas. El veterinario Jerjes Suárez dice que podrá volver a su hábitat natural.
El veterinario zootecnista Jerjes Suárez, que todos los años atiende a los animales víctimas de los incendios forestales en Roboré y en los municipios aledaños, decidió llamar Pito al oso hormiguero que el miércoles fue rescatado por los bomberos forestales en la laguna Sucuará, donde las llamas consumieron todo lo que encontraron a su paso.
El pequeño animal llegó a la veterinaria Omega envuelto en una camisa amarilla de trabajo de uno de sus rescatistas. Sus quemaduras de primer y segundo grado y pequeños cortes en el brazo izquierdo y en el cuello, que se cree fueron causadas al momento de huir del fuego, han sido curadas inmediatamente. “Está muy bien, con una recuperación favorable. Su tratamiento incluye analgésicos para calmar el dolor y su hidratación y alimentación es parenteral (en vena). Recibe los nutrientes que necesita”, relató Suárez en contacto desde Roboré con EL DEBER.
Se cree que el animal tiene 4 años de edad. Suárez lo califica como un animal joven, muy hiperactivo, que camina mucho y que ahora está más tranquilo. En cuanto al tiempo de duración del tratamiento, dijo que dependerá de la evolución de salud de Pito, pero de lo que sí está seguro es que podrá volver a su hábitat natural cuando esté totalmente sano.
Pero Pito no es el único animal que Jerjes Suárez atiende actualmente debido a los incendios en la zona. Le llegaron tres tucanes con fracturas en sus alas y con el pico golpeado y varios loros. “Salen huyendo del fuego, llegan a los pueblos en busca de ayuda y encima la gente los trata mal”, se lamenta el médico veterinario, que también rescata perros y gatos en situación de calle con sus propios recursos.
En cuanto a los animales que no pueden escapar del fuego, explica que están los reptiles (lagartos, víboras), tejones, petas y aves como loros, tucanes y ciertas águilas que mueren intoxicadas por el monóxido de carbono. “Es una mortandad grande”, dice con tristeza y pesar. En esta época de incendios, Suárez trabaja con la Alcaldía de Roboré y con la Gobernación para atender a la mayor cantidad de las especies que logran sobrevivir y escapar.
Fuente: El Deber