Empresas del Sedem viven del subsidio, algunas tienen pérdida

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Las empresas estatales, muchas de las cuales dependen del Servicio de Desarrollo de Empresas Públicas Productivas (Sedem), son deficitarias y sus ingresos dependen del subsidio de lactancia. Sólo algunas, como Cartonbol, reportan utilidad y tienen un mercado y futuro.

La evaluación fue realizada por Jaime Aliaga, exgerente del Sedem, que estuvo al frente de esta entidad desde finales de noviembre de 2019 hasta el 22 de abril de este año. Para la creación de estas empresas se utilizaron recursos de las Reservas Internacionales Netas (RIN) que fueron al Finpro, créditos del Banco Central y del Tesoro.

Balances oficiales del Sedem reflejan por ejemplo que Cartonbol el año pasado reportó una utilidad de 4,5 millones de bolivianos, superior a los 1,1 millones de bolivianos de 2018.
La Empresa Productiva de Semillas reportó 15,5 millones de bolivianos de pérdida en 2019.

La Empresa de Abonos y Fertilizantes tuvo un resultado negativo de 9,6 millones de bolivianos. Por su lado, la Empresa Productiva de Envases de Vidrio (Envibol) reportó 11,3 millones de bolivianos de cifras rojas.

Según Aliaga, Cartonbol puede subsistir, ya que tiene un mercado en otras empresas públicas como Emapa, además de empresas privadas. Pero no tiene más espacio físico para crecer, aunque tiene deudas.

En el caso de la Empresa de Abonos y Fertilizantes, Aliaga observa que el 95% de sus ingresos provienen del subsidio.

Terminó importando fertilizantes líquidos que ni siquiera los diluye. Sus operaciones en ese campo se limitaron a adquirir de terceros, fertilizantes como úrea y otros, para comercializarlos mediante ventas con pago diferido a asociaciones de productores. “Los niveles de mora son elevados y los procesos penales para la recuperación de deudas son parte de sus tareas”, añadió.

Por otra parte la Empresa de Semillas adquiere de terceros granos de arroz, frejol y otros, para proveer al subsidio. También ha incurrido en operaciones de venta de semillas con pagos diferidos. “Entre ambas empresas tenían cerca de 13 millones de bolivianos o más como cuentas por cobrar en ejecución, por ese tipo de operaciones. Tienen deudas por cobrar a corto plazo y no pueden recuperar y están pagando salarios y estos meses de pandemia no han estado generando ingresos”, puntualizó.

Sobre Emvibol, Aliaga cree que es una empresa destinada a la muerte porque si bien genera algunos ingresos, en sus gastos no figuran los costos de energía eléctrica, GLP y salarios.

El crédito del Finpro para esta empresa era de 58 millones de dólares. La primera cuota a capital, vencida la gracia, debe pagarse este agosto próximo. Los gastos de operación (gas licuado, electricidad para mantener alta temperatura del horno, salarios, insumos y otros) desde que se inició, se imputan todavía al préstamo como capital de operaciones. El precio de los envases, a la capacidad con la que se estaba trabajando (12 %) no cubrirá los costos de operación.

La planta fue enclavada en Zudáñez y muy lejos del más próximo city gate de gas natural. Ni en los próximos cinco años habrá gasoducto cercano. Optaron por gas licuado de petróleo para alimentar el horno.

Aliaga señala los bloqueos de noviembre estuvieron a punto de adelantar en cinco años el apagado de ese horno, que tiene que permanecer encendido a más de 1.500 ºC consumiendo gas y electricidad en ingentes cantidades, materia prima y otros insumos.

“Estar tan lejos del gas natural, como el producto de los mercados, realmente confirma que, si alguien se empeñaba en plantear un proyecto peor que éste, quizás no lo hubiera logrado”, indica Aliaga.

Fuente: Página Siete