Es necesario que el animal consuma vitaminas, minerales, aditivos pre y probióticos
La nutrición de las aves está estrechamente ligada a su inmunocompetencia, es decir, a la capacidad de los animales para resistir enfermedades. Esto implica que un manejo nutricional deficiente puede afectar la respuesta del sistema inmunológico frente a los procesos inflamatorios.
Fernando Rutz, docente de la Universidad Federal de Pelotas en Brasil, ha señalado que la inmunonutrición se centra en la relación entre los nutrientes y el sistema inmunológico de las aves. Además, existen varios factores que pueden contribuir a mejorar este proceso en las aves.
“El nutricionista deberá examinar qué nutrientes puede consumir y cuales no son aptas para el ave”
Por una parte, a través de la nutrición, así como mediante ciertos aditivos como probióticos, prebióticos, aceites esenciales, omega-3, y vitaminas A, E, D, y minerales como el selenio, que actúan directamente en el ámbito de la inmunonutrición para promover respuestas adecuadas del sistema inmunológico ante condiciones adversas del ambiente.
El sistema inmune de las aves es un complejo entramado de respuestas diseñadas para proteger la vida de los animales. Estas defensas implican una interacción entre mecanismos moleculares, celulares y tejidos.
Aparato inmunológico
El profesional también explicó cómo se regula el sistema inmunológico en las aves, el cual está dividido en dos etapas: la inmunidad natural, que es inherente al animal desde su nacimiento, y la inmunidad adquirida.
La inmunidad innata está compuesta por las barreras de protección del ave frente a agentes patógenos, como la piel y los epitelios respiratorios y digestivos.
Por otro lado, la inmunidad adquirida se basa en el reconocimiento específico de los agentes invasores y su eliminación a través de respuestas humorales y celulares.
Por lo tanto, la diferencia entre la inmunidad natural y la adquirida radica en que la inmunidad natural consiste en las defensas contra cualquier patógeno, sin tener en cuenta la especie, mientras que la inmunidad adquirida se refiere a las defensas específicas contra un patógeno en particular.
El Dr. hizo hincapié en que un adecuado manejo nutricional avícola contribuye al óptimo funcionamiento del sistema inmunológico, lo que previene enfermedades en las aves que podrían comprometer la seguridad de la granja, la salud de los animales y la productividad en general.
“El nutricionista deberá examinar qué nutrientes puede consumir y cuáles no son aptas para el ave”, dijo.
Estrés en el sistema inmunológico
De igual manera, el Dr. mencionó los agentes que causan estrés en el sistema inmunológico de las aves, una condición de tensión que puede provocar un mal funcionamiento en su sistema inmunológico, reduciendo su capacidad para generar defensas y dejando al animal en desventaja para combatir a los agentes patógenos, como bacterias, virus, hongos y ácaros.
Entre los factores desencadenantes de estrés se encuentran los cambios en la alimentación, las variaciones bruscas de temperatura y humedad, el exceso de luz, la superpoblación, los cambios de ubicación de las granjas, la presencia de piojos, el uso de medicamentos, e incluso el manejo brusco del animal. Estas situaciones pueden generar estrés en las aves, afectando negativamente su salud y su capacidad para combatir enfermedades.
El sistema inmunitario de las aves presenta similitudes con el de los mamíferos debido a la evolución compartida. Sin embargo, las aves poseen un órgano único que desempeña una función crucial en su protección contra agentes externos: la bolsa de Fabricio.
La bolsa de Fabricio es un órgano linfoide primario en las aves que desempeña funciones de hematopoyesis y es el lugar donde maduran los linfocitos B. Tiene forma de saco y está situado cerca de la cloaca.
Para prevenir la invasión de ciertos patógenos en el sistema inmunológico, el Dr. Rutz indicó la importancia de considerar ciertos aspectos. Estos incluyen evitar la adherencia y colonización de patógenos, proporcionar una acción rápida de las células involucradas en la respuesta inmune (mediante vitaminas como E, C, A, D, y minerales como selenio, zinc, nucleótidos y ácidos grasos poliinsaturados), y mitigar la acción de las micotoxinas, que son inmunosupresoras, mediante el uso de absorbentes.
Fuente: Publiagro