Sin embargo, existen estrategias nutricionales y manejos para reducir este problema
Como medida para contrarrestar el estrés por calor en las aves, se recomienda una adecuada ventilación acorde al número de aves alojadas, un buen aislamiento para evitar la ganancia de calor solar y regular la posición de los ventiladores para optimizar la velocidad y circulación del aire.
El Dr. Wilmer Pacheco, docente de la Universidad de Auburn en Estados Unidos, señaló que cuando los pollos están sometidos a estrés por calor, experimentan una reducción en la ganancia de peso, una disminución en la eficiencia de conversión alimenticia y, por supuesto, una baja en el consumo de alimento.
Además, dependiendo de la temperatura a la que estén expuestas las aves, se incrementará la tasa de mortalidad, lo que ocasiona pérdidas significativas para los avicultores. Por lo tanto, los efectos más destacados del estrés por calor en los pollos son la afectación en su rendimiento y la alta mortalidad.
“Cuando el pollo está estresado por calor, va a bajar el consumo de alimento y subirá el consumo de agua”
Estrategias nutricionales
El Dr. también mencionó estrategias nutricionales para mitigar este problema, como el incremento de la densidad de nutrientes, el aumento de la energía y la densidad de aminoácidos, así como el uso de ingredientes más digestibles de absorción rápida, vitaminas, electrolitos y probióticos en la dieta.
Manejo estrés calórico
En cuanto al manejo para reducir los efectos del calor en las aves, destacó la importancia del galpón, haciendo hincapié en que, en Santa Cruz, las temperaturas suelen superar los 35 grados. Recomendó que la temperatura dentro del galpón se mantenga entre 30 y 31 grados Celsius, y enfatizó la importancia de un buen movimiento del aire. Además, hizo referencia al hecho de que los pollos disipan calor a través de la radiación, conducción, convección y evaporación.
“Cuando el pollo está estresado por calor, va a bajar el consumo de alimento y subirá el consumo de agua”, aseguró.
Por este motivo, señaló la importancia de garantizar una buena calidad del agua y controlar la temperatura del mismo. En cuanto a la temporada de frío, el Dr. Pacheco explicó que los pollos consumirán más alimento para mantener su temperatura corporal, lo que resulta en un mayor gasto energético para la termorregulación.
Esto implica que habrá menos energía disponible para el crecimiento, lo cual afecta tanto a la producción de carne como a la de huevos.
En el caso de las ponedoras, el estrés calórico puede resultar en una menor calidad de cáscara debido a la afectación de varios procesos metabólicos, como la conversión de la vitamina D, que se ve afectada a nivel renal.
Además, el aumento en la circulación periférica significa que hay menos cantidad de calcio disponible para la formación adecuada de la cáscara del huevo.
Fuente: Publiagro