ARGENTINA: Vive en el campo, comercializa las verduras que produce en su huerta y ahora se hizo un lugar en una actividad de hombres

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En su agenda no existen los feriados ni fines de semana. Fue elegida por sus compañeros vicepresidente del Mercado de Abasto de la ciudad de Córdoba por un período de tres años.

Aunque nunca se lo propuso deliberadamente, Adela Velázquez produjo un quiebre de paradigma en un ámbito históricamente ocupado por varones. Lo hizo naturalmente, abriendo caminos a fuerza de trabajo, dedicación, capacidad y calidad humana. A sus 44 años, y luego de toda una vida dedicada a la producción hortícola, en 2022 fue convocada por sus compañeros y electa para ocupar el cargo de vicepresidente del Mercado de Abasto de la ciudad de Córdoba por un período de tres años.

Su vínculo con el campo proviene de lejos. Sus abuelos llegaron desde Bolivia, donde cultivaban papa y maíz, buscando en Argentina un mejor futuro para su familia. Tiempo después, los padres de Adela se instalaron en Santa Fe, donde ella vivió parte de su infancia, para ocuparse en las quintas de tomate y más tarde, siendo muy jóvenes aún, partieron hacia la provincia de Córdoba donde echaron raíces y se consolidaron como productores de hortalizas.

Hoy, Adela vive con su familia en el campo a cuatro kilómetros de Montecristo, una localidad ubicada a 20 kilómetros de la ciudad de Córdoba. Con su marido, Miguel Vilte, llevan adelante la producción hortícola sobre 26 hectáreas en las que cultivan acelga, espinaca, apio, perejil, achicoria, brócoli, coliflor, rúcula, lechuga, repollo y berenjenas. Tienen tres hijas: Karem de 26, bioquímica; Guadalupe de 18, que estudia Diagnóstico por Imágenes y Julieta de 8 años. Ninguna tomó la posta de la empresa familiar ni se ha inclinado por el agro hasta el momento. “Me queda la esperanza con la más chiquita a ver si le gusta”, dice Adela y se ríe.

Rutina huertera

Según cuenta, el trabajo en la quinta no es sacrificado pero requiere mucho tiempo de dedicación cada día de la semana. “Al principio a nosotros dos, como pareja, nos costó mucho, teníamos que salir a trabajar solos, a veces teníamos alguna ayuda, otras no, pero hoy estamos bien”, repasa.
Es que las hortalizas necesitan cuidado permanente y las labores son constantes. En las quintas, la siembra se debe escalonar en diferentes fechas de modo de tener oferta continua. “Para tener una rotación completa tenemos que tener verduras de hoja de cuatro tamaños, para sacar permanentemente y que no se corte la provisión, entonces, cada quince días hacemos una siembra”, explica Adela.

Después de desayunar, cada mañana, ella y Miguel se van a “hacer la huerta”, a pesar de tener trabajadores que los ayudan. La siembra, el cuidado y la recolección de las berenjenas, el apio y el perejil, por caso, están a su cargo. “Como nosotros siempre trabajamos, nos sentimos raros si no vamos a hacer nada al campo, siempre tenemos alguna tarea para hacer en la huerta”, dice Adela.

Y detalla cada labor: “El apio se corta desde el tronco, lo limpiamos, lo ponemos en los cajones, lo llevamos a la pileta de lavado y después se carga en el camión. El perejil se corta y se hacen paquetitos de un kilo más o menos, se encajonan, se los lleva a la pileta y se los lava. A las berenjenas las juntamos a granel, no se lavan porque se pudren”.

Al mediodía, cuando regresan de la quinta, su hija los espera con el almuerzo y enseguida parten hacia el mercado a llevar su producción. Primero lo hace su marido, que descarga el camión con la verdura en las naves. Un rato después llega ella, la encargada de las transacciones comerciales.

Hace varios años Adela empezó a acompañar a Miguel al Mercado de Abasto de Córdoba para encargarse de las ventas de su mercadería. Allí, en los galpones donde se encuentran las naves que brindan espacio a 80 productores cada día, fue entablando una muy buena relación con sus compañeros huerteros. Tal es así que la designaron delegada de nave y más adelante, en 2022, le propusieron integrar la lista en las elecciones para competir por la conducción del mercado nada menos que como vicepresidente, algo inédito en la historia del mercado. “Me animé y ganamos”, señala Adela.


“No se pudo hacer más porque es muy caro, la mayoría de los productores hortícolas no podemos hacerlo”, lamenta. Hace dos años, la última hectárea que pudieron hacer les costó 2,5 millones de pesos y recientemente, quienes vienen de Mendoza a instalar las estructuras, le cotizaron 5 millones. “Tenemos 23 hectáreas a campo libre, rezamos para que no caiga piedra y no llueva mucho


Desde septiembre es vicepresidente de la Asociación de Productores Hortícolas de Córdoba (Aproduco) que administra el mercado con un mandato de tres años, siendo la primera mujer que integra una comisión en el mercado.

Huerta y tecnología

En la zona de producción donde está Adela, suelen tener pedreas muy dañinas, hasta tres por verano. Sin embargo, de sus 26 hectáreas apenas tres tienen cobertura antigranizo. “No se pudo hacer más porque es muy caro, la mayoría de los productores hortícolas no podemos hacerlo”, lamenta. Hace dos años, la última hectárea que pudieron hacer les costó 2,5 millones de pesos y recientemente, quienes vienen de Mendoza a instalar las estructuras, le cotizaron 5 millones. “Tenemos 23 hectáreas a campo libre, rezamos para que no caiga piedra y no llueva mucho”, confiesa. “Para el que es propietario es mucha plata, y los que alquilan, que son la mayoría, no invierten eso porque no saben si el propietario les va a seguir alquilando por 10 años más”, agrega.

En cuanto al riego, los productores del cinturón hortícola de Córdoba, tienen canales que parten del dique San Roque. Pero en el campo de Adela, en Montecristo, deben recurrir a un pozo de perforación y pagar por año el uso del agua que llevan por surcos hacia las plantaciones. Sin eso, no podrían producir. En verano, por caso, riegan al menos dos veces por semana, mientras que en época invernal con un solo riego semanal es suficiente.

Desde hace diez años, desde la Aproduco junto al INTA y el Ministerio de la Producción provincial trabajan para capacitar a los quinteros y acompañarlos en la implementación de buenas prácticas agrícolas y la adopción de nuevas tecnologías a fin de que puedan aumentar su producción y garantizar alimentos seguros a los consumidores. “Acá, el huertero todavía es un poco cerrado, le cuesta aceptar la capacitación pero cuando ven el ejemplo de otro al que le funciona y saca una buena producción, de a poquito todos van a incorporando esas técnicas. El problema es que todo lo que es media sombra o riego por goteo es muy costoso y solo lo pueden hacer algunos productores”, señala Adela.

Fuente: Clarin