Soyeros tras ciencia y apoyo para producción sostenible

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Foto: Página siete

El Reino Unido colabora con el sector agrícola para promover un cultivo más amable con el medio ambiente, además de aumentar la capacidad de los campos.

Elena Apaza Mamani vive en el municipio cruceño de Cuatro Cañadas desde hace 28 años. Llegó solo con dos hijos y conocimientos limitados al cultivo de papa y maíz. Pero ahora es una de 14.000 productores que actualmente buscan tecnología y apoyo para mantener una producción sostenible. “Es un trabajo muy difícil y una apuesta muy grande. Especialmente si eres como yo, que solo cultiva unas 30 hectáreas y dependemos de ella para mantenernos en el año. Una sequía como la de esta campaña o una nueva plaga es algo muy dañino”, manifestó.

Apaza fue una de las asistentes a la Exposoya, una feria que se realizó en Cuatro Cabañas la semana anterior. En este evento, que se realiza de forma anual desde hace 28 años, más de 100 empresas y organizaciones expusieron  tecnologías para mejorar la productividad.

Estas novedades van desde equipos de última generación, como drones que facilitan el riego o la toma de imágenes de las propiedades. Pero la principal atracción es la presentación de nuevas variedades de semillas, las cuales tienen mayor resistencia a plagas o a los contratiempos ambientales.

Es que este tipo de productos tienen la clave para convertir el cultivo de las oleaginosas en un negocio sostenible y amigable con el medio ambiente. “Si podemos conseguirán semillas criadas para resistir las distintas plagas, se reduce, obviamente, la necesidad de químicos”, explicó el ingeniero Lucas Vargas , de la Hacienda Mauri.

En este sentido la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO)  y la Embajada de Reino Unido en Bolivia, que realizaron un acuerdo interinstitucional, efectuaron una presentación el jueves sobre el tema.

En la conferencia, en la que participaron científicos del proyecto Global Canopy, se explicó cómo las políticas europeas se dirigen a rechazar productos cuyo cultivo implique deforestación alguna. Esto, asimismo, se estaría expandiendo a otras latitudes, incluyendo China.

“En Europa es importante que se mantengan los bosques. Eso significa que el sector agrícola deberá enfocarse en aumentar la productividad sin quitarle espacio a los ecosistemas”, explicó el científico Thiago Reis.

“Es una tarea difícil, pero no imposible. Ya hay varias iniciativas que están trabajando en ello en diferentes partes del planeta”, agregó el experto.

Global Canopy lleva adelante, también, el programa Trase. Este consiste en hacer un mapeo y registros de los campos agrícolas y su relación con los ecosistemas locales. Mediante el uso de datos oficiales e imágenes por satélite se puede tener un análisis actualizado de estos espacios y cómo incrementan.

Una vez teniendo esta información, asegura Reis, se podrán implementar políticas más adecuadas.

La conferencia es una de las actividades con las que el Reino Unido está ofreciendo colaboración al sector. Además, se facilitará el servicio de empresas británicas expertas en producción agrícola sostenible.

Sin embargo, los productores aseguran que esto es solo un paso y que necesitan más ayuda. Concretamente en trabajar con una legislación que facilite conseguir los principales insumos para el mejoramiento del rendimiento  en el espacio actual y reducir la dependencia den químicos fuertes y nocivos.

Estas son las semillas modificadas para ser más resistentes, ya sea las plagas o las agresiones climatológicas. Algo que, aseguran los agricultores nacionales, es de suma importancia.

Cada año los soyeros tienen dos “campañas”. La primera plantan en noviembre y la segunda en diciembre. El periodo de crecimiento varía según la variedad, pero ronda entre los 100 a 120 días antes de cosechar.

Pero este año el ciclo de lluvias fue caótico, provocando que la primera campaña sufriera pérdidas cuantiosas. “Tuvimos mucha lluvia yen diciembre y muy poca en enero. Eso afecta causó que las plantas se sacarán y murieran, con granos subdesarrollados”, explicó  el ingeniero José Luis Janko de La Felicidad.

Buscando mejoras

La solución, consideran los productores, está en la biotecnología. Sin embrago, han pasado 16 años desde que se dio el último evento biotecnológico -es decir la autorización para introducir mejoras en las semillas de soya- en el país.

“No podemos competir con los países vecinos porque ellos tienen eventos cada año, lo que les facilita aumentar su productividad. Eso también significa que pueden asumir mejor las pérdidas causadas por los fenómenos climatológicos o por otros imprevistos en sus campañas”, dijo el gerente general de Anapo, Jaime Hernández.

A esto se suma a la competencia desleal que genera el contrabando. ”Fíjese que acá se habla mucho en contra de los transgénicos y como son una amenaza. Pero da la casualidad que el alimento que ingresa de otros países de forma ilegal, a menor precio, es transgénico, ya que en otras naciones tienen acceso a la biotecnología”, agregó.

Y este punto está relacionado con la sostenibilidad ambiental del cultivos. Vargas indicó que mientras más resistente sea el espécimen a los fenómenos climatológicos y a las plagas y enfermedades, menos daño se hará a los suelos y otras especies vegetales y animales.

“Por ejemplo, una semilla que contenga un gen que la haga desagradable a un insecto chupador significa que no se utilizarán insecticidas que pueden ser tóxicos para otros animales y el ser humano”, manifestó.

La facilidad de investigación, a su vez, permitirá trabajar con sustancias orgánicas y programar mejor el ciclo de cultivos para preservar los suelos.

Actualmente las nuevas variedades que se presentan en eventos como la Exposoya, son resultado de investigaciones limitadas a la cruza. Pero estos avances tardan hasta un par de años en poder ser autorizados e implementados en los campos.

Fuente: Página siete