José Chávez Cuellar y su esposa Katty Morales, en el año 1990, decidieron incursionar en la actividad ganadera, guiados por su pasión y deseo de seguir el legado de los visionarios jesuitas que hace más de 300 años trajeron las primeras cabezas de ganado al Beni.
Prevaleció además su inquietud de experimentar la dinámica de trabajo que se emplea en un rubro que mueve la economía del departamento y el país.
“Un amigo productor, me anotició la posibilidad de comprar unos terrenos en el kilómetro 16 y gracias entonces propietario Eduardo Mesutti, logramos adquirirlo y de inmediato comenzamos con el trabajo, primero con la lechería”, comentó.
Reveló que aquí nace Mi Señor. Nombre dado en agradecimiento a Dios por haberles permitido comprar el terreno, un negocio que junto a su esposa lo venían persiguiendo.
Contó que primero incursionaron en la producción de leche para vender al raleo en CONAVI, luego se vendió a la planta de PIL Beni, negocio que sentó las bases para que se optara por la incorporación de la genética al rebaño.
Con el nuevo emprendimiento, precisó que se adquirieron matrices nelore de cabañas de renombre como Sausalito, la Caldera, Cabaña Nelori, Guayaba entre otras, con lo que se fue fortaleciendo la producción de ganado bovino ahora ya con categoría de cabaña.
Con la marcada tendencia mundial, cabaña Mi Señor encara un programa de Inseminación Artificial a tiempo fijo (IATF), biotecnología que ha permitido amentar la capacidad reproductiva y mejorar la genética del ganado bovino, dando con ello un salto cualitativo en la producción pecuaria.
Dentro de su plantel de animales, cabaña Mi Señor incorporó toros probados provenientes del coloso Brasil, mismos que tienen un rendimiento de mil 300 kilos de producción de carne, cuya descendencia ya está prestando servicios en diferentes provincias benianas incluso en el interior del país.
Abogado de profesión y también docente universitario, José Chávez indicó que en su propiedad se trabaja con un equipo de médicos veterinarios que se encarga de la inseminación y la sanidad de los animales. Se vigila todos los días el hato ganadero, en especial cuando nace un ternero. Hay que pesarlo, se le cura el ombligo, tatuarlo en ambas orejas y otros cuidados que son necesarios.
Los animales cuando completan el año pasan por un control estricto de ASOCEBU, entidad que se encarga del registro y control del animal. Éste tiene que tener todas las características fenotípicas dentro del padrón racial del nelore, puede ser mocho o astado.
Trabajan con un equipo de reproducción que se encarga de hacer la selección de las vacas, realizar el palpado para conocer si están preñadas o vacías, se le coloca las hormonas para sincronizar el celo y finalmente realizar la introducción del semen para cada una de las vacas que están incluidas en el programa.
El cabañero sostuvo que una buena infraestructura representa un componente esencial en una empresa ganadera. Hay que tener corrales, galpones, bebederos, manga, brete, cepo, todo ello, para realizar el trabajo con facilidad. Se evitan accidentes, dado que el animal al ser rústico, actúa de forma nerviosa.
Para José Chávez, hacer ganadería, antes que un negocio es una vocación, destina los fines de semana para estar en su propiedad sobre todo para llevar el control en la producción y reproducción bovina.
“Hay que darse el tiempo necesario para atender la cabaña, compartir con la gente en el campo, pero también compartir con la naturaleza”, acotó.
Reflexionó en el sentido de cuidar la naturaleza, porque gracias a ella, el mundo se alimenta y genera riqueza para el sustento de las nuevas generaciones.
Chávez es consciente que para apuntar alto en la ganadería hay que dedicarle tiempo, el éxito viene por el esfuerzo, hay que ponerle entrega, cariño y esmero.