Las amenazas de los productores de soya de Yapacaní de sustituir sus cultivos por los de coca debido al bajo rendimiento del grano consiguieron que el gobierno cambie ligeramente su política hacia el sector, sin observar que el caso tiene un muy profundo mar de fondo.
Los soyeros que trabajan en las tierras vecinas al Chapare miran con envidia cómo los cocaleros tienen ingresos gigantescos, además que gozan de ser la zona del país que más inversiones públicas ha recibido, a pesar de que los productores de la hoja no pagan impuestos.
Cálculos hechos en Perú señalan que una hectárea de coca genera entre 10.000 y 15.000 dólares por año de ingresos, mientras que los soyeros bolivianos dicen que los ingresos por el cultivo de una hectárea de soya sólo produce 400 dólares al año.
La comparación, soya coca, pone en evidencia el enorme efecto de la ilegalidad y la informalidad sobre la economía.
Para calmar los ánimos de los soyeros, el gobierno ha anunciado que permitirá la exportación del grano hasta llegar a 60 % del total, pero que seguirá controlando con mano firme, a fin de garantizar que exista la soya suficiente para el consumo interno.
De nada ha servido que los soyeros demuestren al gobierno que el consumo interno apenas absorbe 20 % de la producción nacional: lo que el gobierno quiere, han denunciado los dirigentes de Anapo, es mantener el control de las exportaciones de grano de soya, autorizando cada una de las operaciones.
Es decir que no se ha liberado la exportación de soya; sólo se ha anunciado que se permitirá la exportación de 60 % de la producción, siempre y cuando el interesado cumpla con todos los requisitos.
El problema es cómo decidir si una exportación pone en riesgo la atención de la demanda interna o no. Sobre todo si se trata de pequeños productores, que son los que amenazan con pasarse al cultivo de la coca.
En el fondo de este problema están los precios que los ingenios aceiteros pagan a los productores de soya, dicen los soyeros. Los ingenios se benefician con las prohibiciones de exportación, que les dan la oportunidad de contar con proveedores cautivos, a los que pueden pagar por debajo de la cotización internacional.
Los soyeros están muy endeudados. Se habla de una deuda que llega a los 650 millones de dólares, lo que podría provocar problemas en el sector financiero si llegaran a un caso de quiebra.
Presionado por sus intereses electorales, el gobierno trata de dar soluciones parciales, apoyado en la propaganda, pero el problema soyero podría ser el comienzo de una muy grave crisis de abastecimiento de alimentos en el país.
Fuente: Periódico El Diario