El agua es un recurso fundamental en toda explotación ganadera, especialmente en la producción bovina, tanto de carne como de leche. Su papel va mucho más allá de la simple hidratación: el acceso a agua limpia, fresca y en cantidad adecuada es crucial para la salud, la productividad y el bienestar de los animales.

Una vaca en plena lactancia puede llegar a consumir entre 80 y 120 litros de agua al día, dependiendo de factores como la temperatura ambiental, la dieta y la etapa productiva en la que se encuentra. Este elevado consumo se debe a que el agua es el componente principal de la leche: hasta el 87% del agua que ingiere una vaca en producción puede convertirse directamente en leche. Por esta razón, cualquier restricción hídrica repercute de forma inmediata en la cantidad y calidad de la producción láctea.

Además del ganado lechero, los bovinos de carne también dependen en gran medida del agua. En promedio, un bovino adulto consume diariamente entre un 8% y un 10% de su peso corporal en agua. Por ejemplo, un toro adulto de 800 kg puede requerir entre 64 y 80 litros de agua al día, aunque esta cifra puede ser mayor si el clima es caluroso o si el animal recibe una dieta rica en sal o proteína.

“Una vaca en plena lactancia puede llegar a consumir entre 80 y 120 litros de agua al día, dependiendo de factores como la temperatura ambiental, la dieta y la etapa productiva en la que se encuentra”

Los terneros recién nacidos, aunque consumen menos agua en volumen absoluto, también necesitan acceso temprano a este recurso. Desde las primeras semanas de vida, es importante ofrecerles agua limpia, ya que esto favorece el desarrollo del sistema digestivo, la transición a alimentos sólidos y, en general, un crecimiento saludable.

En épocas de altas temperaturas, como durante el verano o en regiones tropicales, la demanda de agua aumenta considerablemente. Cuando los animales están en pastoreo bajo el sol, la necesidad de agua puede duplicarse. La falta de agua fresca no solo provoca una caída en la producción de leche, sino que también ralentiza el crecimiento de los animales, reduce el consumo de alimento y puede provocar estrés térmico, una condición que afecta el sistema inmunológico y puede incluso ser fatal.

Además de la cantidad, la calidad del agua es un factor esencial. El agua debe estar libre de contaminantes físicos, químicos y biológicos. Una fuente de agua contaminada puede provocar enfermedades digestivas, intoxicaciones o abortos, afectando gravemente la rentabilidad del sistema productivo.

Por estas razones, el manejo eficiente del agua es una prioridad en toda unidad ganadera. Asegurar un suministro continuo y seguro de agua es una de las prácticas más efectivas para mejorar la salud animal, optimizar la producción y garantizar el bienestar del ganado.

Fuente: Página ganadera Engormix
Redacción: Publiagro