“No habrá trigo”, productores migrantes perdieron sus cultivos

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Los pequeños productores están convencidos de que la biotecnología puede proveerles de semillas resistentes a la sequía. Ahora sufren los embates del clima.

“No va a haber trigo este año”. La afirmación es coincidente entre varios pequeños productores de las tierras bajas del este, en el departamento de Santa Cruz, quienes fueron afectados por la sequía en la temporada deinvierno.Perdieron la mayor parte de sus cultivos de trigo, sorgo, girasol, maíz y chía.

 

Son miembros de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), entidad que anunció la reducción de la producción de invierno en 800 mil toneladas este año, por lo que se prevé un desabastecimiento para el mercado interno. Los granos se siembran en las mismas tierras en las que se producirá soya el próximo verano.

 

En términos financieros, el presidente de Anapo, Félix Flores, proyectó pérdidas de hasta 250 millones de dólares para los productores. Las zonas más afectadas, según Anapo, son Pailón, San José de Chiquitos, Cuatro Cañadas, San Julián y El Puente, donde no llueve desde abril.

La entidad reportó la siembra de 770 mil hectáreas en este invierno: 118 mil de trigo, 166 mil de girasol, 58 mil de maíz, 408 mil de sorgo y 20 mil de chía.

 

Cientos de pequeños productores se encuentran afectados, con deudas bancarias, deudas a sus proveedores de insumos e incluso a los propietarios que les alquilan las tierras.

“Somos de la migración espontánea, al otro lado están los de la migración dirigida”, explica Genaro Carreño, un potosino que llegó en los años 80 a Cuatro Cañadas y que hace 30 años se dedica a la agricultura.

 

Llegó con 24 años y ahora tiene 62. “Ya soy cruceño. Venía a la zafra de caña al norte, después cosechaba arroz con cuchillo”, recuerda sobre su arribo a Santa Cruz. Dice que ansiaba tierras para trabajar, lo que consiguió junto a sus hermanos en Cuatro Cañadas. “Antes nos decían colonizadores, ahora nos dicen interculturales. Yo soy intercultural, pero a la vez no soy”, agrega.

 

Y es que no pertenece a la Federación de Interculturales afiliada al MAl agronegocio de la soya. En una visita, el 13 de julio, relató el problema de un campo de trigo azotado por la sequía en la comunidad 26 de Marzo.

 

La plantación tenía 30 cm de alto, cuando suele alcanzar entre 80 a 100 cm. Así, ni la cosechadora logrará levantarlo. Para este invierno Santos sembró trigo y calcula que perdió el 70% de su cosecha en La Enconada, Cotoca, donde tiene 160 hectáreas.

 

La sequía les afecta por tercer año consecutivo y este 2022 es más cruda. “El problema del año pasado fue que llovió a la hora de cosechar, el trigo estaba bonito y vino un ventarrón. La máquina, cuando está mojada la tierra, no puede entrar. El viento derramó casi el 70%. Así somos los agricultores, tenemos esa suerte”, lamenta Santos. Recuerda que en 2008 tuvo otra pérdida en la que cosechó apenas tres toneladas en 25 hectáreas. “Ni el diésel he recuperado”, dice.

Santos vive en La Enconada desde que tiene memoria, su vida está construida en esta región y sobre el trabajo agrícola. “Llegué, según mis padres, de un año, nunca más pudimos volver a Potosí. La Misión Andina los trajo, les dio unas tierritas, trabajaron, formaron una cooperativa y se establecieron”, explica.

Aunque mantiene el acento de migrante del occidente, no conoce el pueblo de sus padres, en la provincia Linares, y cuando quiso visitarlo, solo pudo llegar hasta la ciudad de Potosí.

Carreño y Santos son proveedores de Emapa y tienen comprometido su trigo con la empresa estatal, así que este año tendrán dificultad en entregar el grano para el mercado interno. La única tabla de salvación, a la que acudirán por primera vez y sin mucha expectativa, es el seguro agrícola que solo está vigente para los cultivos de trigo.

 

Los pequeños productores campesinos siembran en promedio 100 hectáreas, algunas de su propiedad y otras alquiladas. Aseguran que el terreno aún es fértil, pues “desde Pailón hasta San Ramón son tierras que no necesitan abono”. Según información de Anapo, “los cultivos requieren de 500 milímetros de lluvia, aproximadamente, y solo hubo unos 300 milímetros en algunas zonas, que se dieron principalmente en abril”.

 

Los productores tienen pluviómetros que les señalan con exactitud cuántos milímetros de agua cayeron en un metro cuadrado. El problema es que no pueden predecir su comportamiento para la próxima campaña.

 

Celso Zambrana sembró sorgo el 27 de mayo y dice que la única lluvia que cayó fue de 40 mm. Tiene un pluviómetro, pero explica que eso “no es suficiente para un cultivo que requiere más o menos 150 mm”.

 

Llegó a la zona a sus nueve años y tiene sembrado sorgo y maíz en la comunidad Naciones Unidas. Esa comunidad adoptó el nombre porque el organismo internacional hizo gestiones para llevar a su familia y a otras hasta su actual ubicación, ante la inundación de 1983 que afectó a los comunarios de El Torno, donde estaban asentados sus padres.

Fuente: Pagina Siete