Anapo estima una merma de 800.000 toneladas de granos en el ciclo agrícola de invierno, que representa una pérdida de ingresos de $us 250 millones para los productores.
“La suerte está echada”. Así, con esa expresión categórica, el agricultor Iván Padilla, comentó la dura realidad y efectos de la sequía en los campos agrícolas del Norte Integrado en Santa Cruz. La escasez de lluvia -dijo-cortó el ciclo vegetativo y ‘mató’ el cultivo de frejol y sandía que sembré. “El primero, no germinó granos dentro de la vaina y, en la sandía, el fruto maduró pequeño. En las 65 hectáreas que sembré, entre los dos cultivos, invertí cerca de $us de 50.000, lo perdí todo. Era la ganancia de la cosecha de verano”, repasó, al referir que removió los cultivos para sembrar soya, una vez llueva.
Padilla expresó que el factor climático -sequía prolongada-, que es recurrente en los últimos años, ocasiona pérdidas productivas que inciden en la ‘empobrecida’ economía de los cultivadores. “Necesitamos de forma imperiosa la utilización de semillas genéticamente modificadas, principalmente en soya y maíz, para mejorar la productividad, reducir costos de producción, estabilizar la demanda interna y proyectarnos a mercados internacionales. Mientras nuestros vecinos implementan mejoras, en Bolivia no podemos utilizar la biotecnología como un aliado estratégico”, dijo.
A decir de Eliazer Arellano, representante de los productores del Grupo Norte Chané-Peta Grande, varios productores de la zona asumieron la drástica medida adoptada por Padilla. Relató que varios productores de trigo y de papa pasan la rastra a sus campos para buscar sembradíos alternativos, como la soya, y así tratar de recuperar la inversión. La cotización de la soya en el mercado global supera los $us 600 la tonelada.
Gary Soria, productor de cereales en la zona de San Pedro, reveló que ‘revolcó’ las 50 hectáreas de trigo que sembró porque el estrés hídrico, por falta de lluvia, limitó el rendimiento de grano esperado.
El precio bajo de mercado del trigo, según dijo, fue otro factor que lo llevó a remover el cultivo. “En el campo que removí ya sembré soya para tratar de recuperar lo invertido” dijo, al repasar que en la apuesta de trigo destinó un promedio de Bs 3.000 por hectárea. “Los efectos de la sequía son una realidad, por eso, necesitamos acceso a la biotecnología para evitar pérdidas productivas”, dijo.
La incidencia negativa de la sequía también castiga sembradíos de grano en la zona este del departamento cruceño. Según el presidente de la Cámara Agropecuaria de Pequeños Productores del Oriente (Cappo), Isidoro Barrientos, el estado de situación del sector es de ‘altísima’ preocupación, dado que hace más de 90 días que no llueve en la zona, lo que lo hace deducir que los rendimientos de los cultivos de invierno (maíz, sorgo, girasol, trigo y soya) estarán muy por debajo de proyectado.
En el caso del sorgo y el trigo, Barrientos estima que la merma en la producción en los campos que corresponden a la segunda y tercera siembra se reducirá un 50%; y en los sembradíos de girasol, un 35%. Respecto al maíz, refirió que la expectativa de cosecha de Pailón a Cuatros Cañadas es cero, aclarando que los productores que logren recoger algo de grano es porque sembraron con semillas transgénicas, tolerante a sequía.
“En los últimos años el clima nos jugó en contra y lo que se consigue en ingresos con la magra producción, con suerte, alcanza para cubrir deudas. Con los materiales biotecnológicos vamos a evitar el riesgo quiebra, reducir costos de producción y ganar en productividad para garantizar, en el caso del maíz, la seguridad alimentaria de este grano esencial en la nutrición animal de varios sectores pecuarios del país”, dijo Barrientos.
En el sur del departamento, en el Chaco, de acuerdo con fuentes del sector maicero, la producción en la cosecha de este grano se redujo hasta un 70% y, en los municipios de Lagunillas y Gutiérrez, hasta un 90%. En condiciones normales los más de 2.500 agricultores de los municipios productores de maíz de la provincia Cordillera siembran 120.000 hectáreas y aportan un promedio de 480.000 toneladas a la demanda nacional.
La fuente consultada expresó que, además de perder sus cultivos, los productores tendrán que vender algunos bienes para saldar deudas con los bancos y casas comerciales que financian las actividades agrícolas hasta la cosecha. “La sequía está ‘sangrando’ la economía del pequeño productor del Chaco cruceño”, comentó.
Oscuros nubarrones
El presidente de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), Fidel Flores, lamentó que la sequía nuevamente haya afectado considerablemente la producción de trigo, maíz, sorgo, girasol y chía que se produce en la campaña de invierno, en el marco del proceso de rotación de cultivos con la soya del ciclo de verano.
El dirigente habló de una incidencia en disminución en la producción de dichos granos que, comparado con una campaña de invierno normal como la de 2020, significa que se va a producir 800.000 toneladas menos de estos granos. En la campaña de invierno 2022 se lograron sembrar 771.800 hectáreas de trigo, maíz, sorgo, girasol y chía, similar a la superficie del ciclo anterior de invierno.
“Debido a la sequía y las heladas tenemos 46.000 hectáreas perdidas y 500.000 afectadas en distintos porcentajes. Por la menor producción de 800.000 toneladas los productores tendrán una pérdida de ingresos de unos $us 250 millones”, expresó Flores.
El cultivo más afectado es el sorgo con 330.000 hectáreas entre pérdidas y afectadas de las 408.000 sembradas. Las zonas más castigadas son Pailón y Cuatro Cañadas.
Flores advierte que la merma de producción de granos tendrá un efecto en el abastecimiento de maíz y sorgo que necesitan los sectores pecuarios para sus actividades productivas y, en el caso de trigo, al tener una menor producción a lo esperado se tendrá que importar mayores volúmenes de grano o harina de otros países.
Efecto climático en industrias
Según el presidente del complejo granelero Granosol -transforma el sorgo en etanol-, William de las Muñecas, el impacto en la industria agroalimentaria se está sintiendo desde marzo de este año, con altos precios en la soya, maíz y sorgo producto de la helada de 2021, los efectos de la guerra en Europa y la dificultad de las importaciones por la deflación de la economía, que colocan al sector en un grave problema.
“Si a esto sumamos el efecto sequía en el área de siembra de Santa Cruz hace ver una crisis de abastecimiento de cereales en Bolivia, que impactará en la avicultura, ganadería, porcinocultura, y toda actividad industrial vinculada a los cereales”, precisó, al acotar que es necesario tomar medidas compartidas con el Gobierno nacional, enfocadas a la liberación de aranceles y el diferimiento de IVA de importación, otorgación de créditos blandos para acceder al comercio internacional y, en el caso de Granosol, la urgente necesidad de empezar a vender biocombustible a la estatal petrolera YPFB o al exterior.
“Hay que tener en cuenta que los altos precios de las materias primas tienen un techo. Más allá de un punto las industrias pararán porque no se puede vender más barato del costo de producción”, advirtió el ejecutivo de Granosol, al instar a las autoridades a evitar que salga sorgo, maíz, soya y trigo de Bolivia a Paraguay y Brasil, donde los precios de estos granos subieron por el tipo de cambio.
Pronósticos negativos
A decir del experto en agrometeorología, Luis Alberto Alpire, el fenómeno climatológico ‘La Niña’ este año agudizó sus efectos, con lluvias irregulares, en la previa del invierno, contrario a lo previsto por los modelos meteorológicos en esta gestión, que estimaban lluvias frecuentes durante el otoño. Alerta que el frío agudo con bajas temperaturas e incluso heladas en los Valles y Cordillera se registrarían en la segunda quincena de este mes y parte de agosto.
Fuente: El Deber