Australia refuerza seguridad ante brote de aftosa en Indonesia

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El brote de aftosa declarado en Indonesia se colocó en el centro de las preocupaciones de las autoridades agropecuarias, productores ganaderos y el sector agroindustrial de Australia.

Para Murray Watt, recientemente nombrado como nuevo Ministro Federal de Agricultura, este es el desafío más apremiante. La última vez que Australia tuvo un brote de aftosa fue hace más de 100 años.

El director veterinario de Australia, Mark Schipp, viajó a Indonesia y constató que “la situación allí es muy grave”. La enfermedad se ha extendido ampliamente por la región occidental del archipiélago y afecta directamente a más de 20.000 animales. “No tienen ninguna vacuna en el país y en gran medida no pueden implementar restricciones de movimiento para evitar el tránsito de los animales, lo que permite una mayor propagación de la enfermedad”.

Desde el comienzo del brote el gobierno australiano ha enviado apoyo a Indonesia y ofreció al gobierno financiación para desarrollar una vacuna, ayuda técnica para mejorar la bioseguridad en los establecimientos y para incrementar las capacidades de laboratorio y diagnóstico.

El mes pasado, Indonesia dijo que comenzaría a producir vacunas para sus rebaños aunque según Schipp la logística para que la vacuna llegue a los animales “puede ser todo un desafío”.

Con alrededor de 65 millones de animales susceptibles, es probable que la fiebre aftosa persista durante «varios años» en Indonesia, dijo.

La enfermedad representa una seria amenaza para la industria ganadera de US$ 23.000 millones anuales en Australia. Un brote generalizado tendría un impacto económico directo estimado de alrededor de U$S 55.000 millones, según la Oficina Australiana de Economía y Ciencias Agrícolas y de Recursos.

Australia cuenta con algunas de las leyes de bioseguridad más estrictas del mundo y los riesgos de que eso ocurra están «muy bien gestionados», dijo Schipp.

El principal temor de las autoridades australianas es que el virus de la aftosa llegue a puntos turísticos como Bali –uno de los destinos favoritos de los australianos- y se transmita a los viajeros.

El gobierno no descarta prohibir que los viajeros australianos viajen allí.

Fuente: Blasin y asociados