En las zonas altas tropicales de Bolivia, los productores se encuentran a más de 3700 msnm y enfrentan heladas, granizos, sequías, vientos y nevadas y para todas esas adversidades naturales, tienen una respuesta apropiada para la producción agrícola.
En un interesante trabajo de investigación se resalta que estos eventos desafían la capacidad productiva de loa productores de esas zonas y demuestran la elevada capacidad adaptativa y la flexibilidad productiva que poseen.
La investigación fue elaborada por los especialistas bolivianos Magali García, Edwin Yucra, Jere Gilles, Gavi Alaví y Marlene Mamani, publicada en el portal LEISA-AL.ORG.
Sostienen que los frecuentes extremos meteorológicos se producen por la combinación única de latitudes tropicales con altitudes significativas, lo que combina mucha energía con transparencia atmosférica.
Bajo un contexto de calentamiento global, esta singularidad podría determinar comportamientos puntuales que divergen de lo esperado en un planeta que se calienta debido al cambio climático.
Sistema productivo del altiplano boliviano
La larga tradición de los agricultores con un medio agreste ha dado lugar a un sistema productivo único y hasta inconcebible en otras latitudes del planeta.
A pesar de estar situada en los trópicos, debido a su altitud, la zona no es productiva en invierno pues las heladas ocurren casi a diario, por lo que, incluso con disponibilidad de riego, la agricultura a cielo abierto es prácticamente imposible en esa época.
La producción agrícola se restringe entonces a los meses de verano, época de lluvias, marcando una complementariedad que se traduce en un periodo de cultivo muy estricto, aproximadamente desde finales de octubre hasta mediados de abril.
Destacan los especialistas que en este agreste entorno los agricultores han desarrollado alternativas y estrategias de producción relativamente exitosas. Por ejemplo, gracias a la observación de indicadores naturales del clima futuro, toman decisiones productivas con antelación y con elevada probabilidad de cumplimiento de lo pronosticado.
Sin embargo, en las últimas décadas los indicadores tradicionales muestran poca o errática expresión y existen pocos indicadores sobre eventos de corto plazo.
Otra estrategia es el cultivo de especies y variedades rústicas y resistentes a heladas, pero tienen rendimientos bajos, lo que ha obligado a los agricultores a buscar nuevas estrategias, saliendo del enfoque agrícola tradicional de la zona.
Debido a que la agricultura altiplánica se desarrolla en gran medida a secaya que la zona no cuenta con fuentes de agua suficientes para establecer sistemas de riego, los agricultores dependen del inicio de la época de lluvias para proceder a la siembra y esta determina el éxito de la producción anual.
De esta manera, la aparición de las lluvias es determinante pues su combinación con el período libre de heladas determina la ocurrencia de una estrecha ventana de cultivo.
«Cualquier retraso en la época de lluvias provocará que todo el ciclo del cultivo se retrase, lo cual lo expondría a daños cerca de la cosecha o en la maduración debido a la casi segura ocurrencia de heladas de otoño», enfatizan los catedráticos citados en la revista Leisa.
El planeta cambiante
A pesar de su altitud el altiplano boliviano sufre la influencia del incremento de gases de efecto invernadero (GEI).
Desde hace tres décadas aproximadamente, los agricultores reportan modificaciones y variaciones en el ámbito térmico y pluviométrico, ante los cuales reaccionaron con rapidez, cambiando su sistema productivo mediante el reemplazo de variedades de las mismas especies.
Tal es el caso del cambio de variedades de papa hacia aquellas más productivas. Sin embargo, a pesar de que los agricultores demuestran una amplia adaptabilidad heredada por generaciones, la rapidez de los cambios podría reducir la eficiencia de las medidas tomadas.
Subrayan que investigadores realizadas por científicos como Valdivia y Taboada y otros mostraron una tendencia clara hacia el cambio de sistema productivo altiplánico, introduciendo nuevas variedades, pero, inversamente, el riesgo de heladas y la dinámica estacional de la precipitación, así como su influencia sobre la toma de decisiones productivas, han sido poco estudiados.
Innovaciones en el sistema productivo
El comportamiento recurrentemente errático de las variables atmosféricas del altiplano boliviano ha forzado a los agricultores a desarrollar una permanente actitud de observación de señales tempranas del comportamiento de la época de lluvias y a tomar decisiones productivas en consecuencia.
Esta capacidad ha debido exacerbarse bajo nuevas condiciones que gradualmente se establecieron desde 1980 aproximadamente.
En los levantamientos participativos sobre los cambios de los sistemas productivos (desde 2009 hasta 2015), los agricultores refieren especial y repetidamente a un notorio retraso del inicio de la época de lluvias y a temperaturas ascendentes.
En el primer caso, mencionan que, si el retraso de la lluvia es severo, se ven forzados a cambiar su decisión inicial de cultivo hacia especies forrajeras o de menor productividad pues serían las únicas que resistirían las heladas de abril.
En el segundo caso y en forma casi intuitiva, los agricultores establecen variedades de sus cultivos tradicionales como papa, quinua, etc, que son menos resistentes a las heladas, pero en contraparte, son más productivas, pues al subir la temperatura del aire, concluirían más rápidamente su ciclo, aunque esto signifique que el riesgo productivo se incremente.
«Cualquier retraso en la época de lluvias provocará que todo el ciclo del cultivo se retrase, lo cual lo expondría a daños cerca de la cosecha o en la maduración debido a la casi segura ocurrencia de heladas de otoño», enfatizan los catedráticos citados en la revista Leisa.
Redacción: BDP