El uso de químicos en Valle Alto mata a las abejas de 9 mil panales

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Algunos fruticultores usan productos que son letales para los insectos que producen miel. Apicultores buscan coordinar para reducir el impacto.

Las abejas de al menos nueve mil panales de Cochabamba mueren cada año debido a que se contaminan con los agroquímicos que usan algunos fruticultores del Valle Alto de Cochabamba.               

El presidente de la Federación de Apicultores de Cochabamba y secretario general de la Cámara Agropecuaria del departamento, Davor Mendizabal, informó que cada año se pierde más del 20% de un total de 46 mil panales que hay en la Llajta, debido a “malentendidos” entre apicultores y agricultores de Cochabamba.

“Un problema serio que hemos tenido es el uso indiscriminado de insecticidas y neonicotinoides”, aseveró.

El último químico que mencionó afecta el sistema nervioso central de los insectos y les provoca una parálisis mortal en cuestión de horas.

Las abejas recogen este producto, “como si fuese polen, lo meten a sus colmenas y ahí es donde revienta todo. Empiezan a morir”.

Mendizabal dijo que basta que unas cuentas se contaminen en el trabajo y campo para que ocurra un deceso masivo. “Toma unas cuentas horas para que se mueran todas”.

Este químico, además, interfiere en la capacidad de orientación y de reproducción. A la larga, esto podría derivar en un declive de las poblaciones de abejas, de acuerdo con un estudio de Greenpeace.

Esta ocurre, sobre todo, en el Valle Alto de Cochabamba, en las zonas donde producen duraznos y otras frutas a las que les echan neonicotinoides.

Detalles

Otra problemática que enfrenta el sector es el uso de pesticidas a gran escala. Se han dado casos en los que el producto cayó de manera directa sobre los apiarios y también derivó en la muerte de los insectos.

Según Mendizabal, esto, alguna vez, fue provocado por el mismo Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag), cuando intentaba controlar plagas. “Han matado abejas, avispas y montón de insectos buenos”.

Esta situación, en criterio del experto, se debe a que muchas autoridades no son selectivas con los químicos.

Soluciones

Mendizabal aseguró que las muertes de abejas podrían frenarse si existiría coordinación entre apicultores y agricultores de Cochabamba.

Si, por ejemplo, los químicos se aplicarían al final de la tarde, harían efecto en la noche –momento en el que las abejas no trabajan- y al día siguiente ya no afectaría tanto a los insectos productores de miel.

No obstante, los fruticultores los usan en la mañana y las abejas se contaminan cuando pecorean.  

Prevén hablar con las federaciones de productores campesinos para que reflexionen a sus bases sobre el uso de químicos.

Acciones

Otra medida para frenar esa situación es el impulso de una ley departamental que fomente y proteja la crianza de abejas.

La Federación persigue esa normativa hace más de una veintena de años. Machareti, un municipio del chaco chuquisaqueño, lanzó una Ley de Protección a las Abejas y Cochabamba quiere replicarla.

Datos

  • El presidente de la Federación de Apicultores de Cochabamba y secretario general de la Cámara Agropecuaria del departamento, Davor Mendizabal, informó que durante la primera cosecha –entre octubre y noviembre de 2020- la Llajta produjo cerca de 295 toneladas de miel. La segunda recolección se está dando ahora y, si las lluvias continúan, prevén superar esa cifra.
  • En la época de estiaje, muchas plantas melíferas -aquellas que, además de miel, proporcionan a las abejas polen, propóleos y mielada- se secaron en Cochabamba y pusieron en riesgo la apicultura.
  • Debido a la crisis económica desencadenada por el brote del virus, muchos apicultores de Cochabamba tomaron la decisión de vender sus colmenas para pagar sus deudas.
  • La miel a granel cuesta entre 35 y 40 bolivianos por kilogramo. Si una persona ofrece este producto por debajo de ese precio, se debe desconfiar de su pureza. “No es un precio comercial ni justo”.
  • Una miel envasada en vidrio o plástico en la ciudad se cotiza entre 60 y 85 bolivianos.

Fuente: Opinión