Rusia, el principal proveedor mundial de trigo, volverá a imponer derechos de exportación para el grano fino, pese a que su cosecha 2020/2021 superó los 85 millones de toneladas y quedó muy cerca de ser récord. Los argumentos del gobierno de Vladimir Putin para la imposición de aranceles desde el 15 del mes próximo son asegurar el abastecimiento interno y contener el aumento de los precios de los alimentos derivados del grano fino, tanto de la molinería como del uso forrajero en la actividad ganadera.
Y si bien a mediados del mes pasado se había fijado en 25 euros por tonelada el arancel a pagar por quienes exportaran trigo entre mediados de febrero y el 30 de junio, el viernes pasado el escenario se agravó para el sector agrícola cuando el propio ministro de Economía de Rusia, Maxim Reshetnikov, informó que el esquema de aranceles será de 25 euros por tonelada de trigo despachada durante la segunda mitad de febrero y de 50 euros entre el 1º de marzo y fines de junio.
Pero el funcionario fue más allá: «Es extremadamente importante ahora que el mercado entienda que no habrá reducción a cero de los aranceles de exportación el 1º de julio (momento en que se inicia el ciclo comercial 2021/2022), es imposible, continuaremos protegiendo nuestro mercado interno y a nuestros consumidores». Estos dichos estuvieron relacionados con la opción que muchos productores manejaban, de retener el grano 2020/2021 para comercializarlo, sin aranceles, en el arranque de la nueva campaña.
«Hoy no hay escasez de trigo en Rusia», respondió a LA NACION desde Moscú Andrey Sizov, director General de la consultora rusa SovEcon. Agregó que la medida adoptada por el gobierno, de restringir las exportaciones a través de aranceles, llegó luego de varios pedidos, vía cartas, de consumidores internos de trigo, como los molineros, los panaderos y los ganaderos. Y reconoció que estos últimos son los más influyentes en las decisiones oficiales.
Sin incentivos para retener
«Para el mercado mundial de trigo, el hecho de que el gobierno ruso imponga un impuesto flotante o variable en la nueva campaña 2021/2022 implica que el agricultor local pierde incentivos para almacenar su grano hasta julio, lo que probablemente genere mayores exportaciones en lo que resta del ciclo 2020/2021», advirtió Sizov.
En ese sentido, más allá de un primer impacto alcista de la noticia de los aranceles a las exportaciones rusas sobre los precios internacionales del trigo -treparon un 12,7% en Chicago entre el 14 de diciembre y el cierre del viernes pasado, al pasar de 220,18 a 248,20 dólares por tonelada-, el especialista señaló que la nueva coyuntura planteada el viernes por el ministro de Economía podría resultar «bajista en los próximos meses», debido a que las ventas se acelerarán en lo que resta del ciclo y antes de que comience a regir el arancel de 50 euros por tonelada.
Recordó que la aplicación de derechos de exportación flotantes ya rigieron en Rusia durante las campañas 2014/2015 y 2015/2016 y que si bien aún resulta incierto el nivel que tendrán esos impuestos en el inicio de la próxima temporada comercial, podría ser relativamente alto.
«A principios de enero advertimos a nuestros clientes que esto podría suceder. Ahora, los productores se rascan la cabeza tratando de comprender cómo reaccionarán los precios. Nosotros estamos aconsejando vender todo lo antes posible, ya que las noticias fiscales son bastante bajistas para el mercado ruso. Por su parte, los exportadores están muy ocupados ejecutando sus contratos antes de que entren en vigor los aranceles y comprando cereales de forma agresiva en las regiones del sur, cerca de los puertos, para cubrir eventuales déficits al momento de embarcar. Por eso tenemos picos de precios en esa región por estos días», explicó Sizov.
Casi un mes atrás, cuando el gobierno ruso anunció la imposición de aranceles para las exportaciones de trigo durante el último segmento del ciclo 2020/2021, SovEcon redujo su estimación de ventas externas de 40,80 a 36,30 millones de toneladas, por la posibilidad cierta de que los productores optara por diferir ventas hacia la nueva campaña que se inicia en julio.
«Los planes cambiaron. Con la certeza de que habrá impuestos también después de julio, veremos fuertes exportaciones ahora y en febrero. Sin volver a una expectativa como la que teníamos antes de oficializadas las medidas, el volumen de las ventas externas de Rusia oscilará entre 37 y 38 millones de toneladas. El mercado interno y los exportadores deben adaptarse a la nueva realidad y eso llevará tiempo», aseguró.
Consultado sobre las consecuencias que la imposición de derechos de exportación podría tener sobre la producción rusa de trigo, Sizov señaló que probablemente no las habrá en el ciclo 2021/2022, con los cultivos ya implantados, «pero sí habrá implicancias sustanciales a medio plazo, con un área de siembra más pequeña y con inversiones más bajas por hectárea, en cuanto a fertilizantes y a buscar protección de cultivos más económicas. El problema es que no es fácil para los agricultores cambiar el trigo por otro cultivo dado que en las últimas semanas el gobierno también resolvió intervenir sobre los mercados de cebada, maíz, semillas oleaginosas, aceite de girasol y azúcar», lamentó. En efecto, desde el 15 de marzo las exportaciones de maíz tendrán un arancel de 25 euros por tonelada y las de cebada, de 10 euros.
A pesar del perjuicio de las medidas oficiales, el entrevistado no cree que se generen en Rusia manifestaciones de los productores agropecuarios para cambiar la decisión oficial. «Huelgas o protestas, bastante improbables en esta etapa; producción en declive y estancamiento, sí, eso es bastante posible», respondió.
Fuente: La Nación