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El uso de agroquímicos dañinos para la salud humana pone en duda la efectividad de introducir variedades modificadas.
Más allá de la discusión de que si el uso de semillas transgénicas beneficia al rendimiento de la producción, que también está en duda, la preocupación de los sectores agrícolas y orgánicos apunta al uso masivo del glifosato, que requieren este tipo de producción, la cual, de acuerdo con científicos es dañina para la salud.
El gobierno de Jenaine Añez, mediante decreto, aprobó las pruebas de nuevas semillas genéticamente modificadas, un pedido solo del sector agroindustrial del oriente boliviano, que viene desde hace mucho presionando para dar curso a la solicitud.
El nuevo ministro de Desarrollo Productivo y Economía Plural, Óscar Ortíz, también dio su visto bueno al decreto promulgado por la presidenta Jeanine Añez y que apoyará el proceso para su aprobación.
Sin embargo, la decisión fue cuestionada, en un contexto de emergencia sanitaria, que sin un pleno debate dio curso a las pruebas de nuevas semillas transgénicas, pero la Presidenta ya anunció su decisión cuando el primero de mayo indicó que respaldará a los agropecuarios del oriente y occidente así como de herramientas tecnológicas y biotecnológicas.
Al respecto, las organizaciones, instituciones y colectivos de todo el país se sumaron a la iniciativa del Comité Ecológico Departamental de Chuquisaca, en rechazo a la introducción de nuevos eventos de semillas transgénicas en el territorio nacional. Recordamos que el país se encuentra en una coyuntura sanitaria y política especialmente delicada.
Ante el avance de la pandemia del Covid-19, los esfuerzos de los gobiernos en todos los niveles deben concentrarse en hacer frente a la crisis sanitaria y en mitigar los efectos socioeconómicos sobre las poblaciones más vulnerables y no así en la implementación de políticas por demás polémicas y con efectos negativos sobre el medioambiente y la salud, señala el pronunciamiento.
Dicen que reivindican el carácter participativo promovido por la Constitución Política del Estado que en el parágrafo I del artículo 241 de la C.P.E., señala que: La sociedad civil organizada participará en el diseño de políticas públicas. Concordante con el espíritu constitucional el parágrafo V del artículo 320 de la C.P.E.; Que las políticas públicas promocionarán el consumo interno de los productos hechos en Bolivia y no de los elaborados en el extranjero.
De igual forma, las Naciones y Pueblos Indígena Originario Campesinos, según el numeral 15 del artículo 30 de la Carta Magna, señala que tienen derecho a ser consultados mediante procedimientos apropiados y en particular a través de sus instituciones, cada vez que prevean medidas legislativas o administrativas susceptibles de afectarles.
Rechazan la decisión con el argumento de que pone en riesgo la diversidad biológica nacional ya que Bolivia es uno de los dieciséis países megadiversos del planeta y, por tanto, centro de origen y centro de diversidad genética de especies altamente importantes para la seguridad alimentaria como el maíz.
Por lo tanto, aprobar sin restricciones eventos transgénicos en especies como el maíz atenta contra las 77 variedades de maíz que posee el país y son base, actualmente, de la seguridad alimentaria de la población boliviana.
Además que transgrede la Constitución Política del Estado, que en su artículo 255 señala textualmente: “Seguridad y soberanía alimentaria para toda la población; prohibición de importación, producción y comercialización de organismos genéticamente modificados y elementos tóxicos que dañen la salud y el medio ambiente”.
Asimismo, sostienen que con el pretexto de seguridad y soberanía alimentaria se viene justificando la deforestación irresponsable en la Amazonía y oriente del país. Estas zonas, en la actualidad, se constituyen en fuentes generadoras de agua y de regulación del clima para todo el país.
Entretanto, los sectores del oriente boliviano, socios de la agroindustria, como la Federación de Cañeros “Santa Cruz” y la Asociación de Productores Cañeros “SOCA” apoyan el uso de la biotecnología, por lo tanto celebran la promulgación del Decreto Supremo N° 4232, que autoriza al Comité Nacional de Bioseguridad establecer procedimientos abreviados para la evaluación de variedades de semillas genéticamente modificadas en 5 productos, entre ellos la caña de azúcar.
“Ese trabajo permite contar con un sector agroindustrial que transforma nuestra materia prima y abastece el mercado de azúcar, de alcohol etílico y desde el año 2018 de alcohol anhidro mezclado con la gasolina especial, mejorando las condiciones de vida de todos los habitantes del país, señala el pronunciamiento del sector.
También los ganaderos apoyan la aprobación del uso de biotecnología en la agropecuaria boliviana como referente de producción de alimentos para el mundo.
La Federación de Ganaderos de Santa Cruz (Fegasqacruz) celebra con beneplácito, la normativa promulgada por el Gobierno, el pasado 7 d mayo de 2020, que establece procedimientos abreviados para la evaluación de los cultivos de maíz, caña de azúcar, algodón, trigo y soya, genéticamente modificados, en sus diferentes eventos destinados al abastecimiento del consumo interno y comercialización externa.
Se adhieren al respaldo, la Asociación Departamental de Porcicultores de Santa Cruz (Adepor), al manifestar su total apoyo a la determinación del Gobierno, de abreviar los transgénicos en el la zona oriental.
Ahora los sectores productivos ecológicos deberían tener igual o mayor apoyo gubernamental, debido a que la producción orgánica gana mercados en Europa y Estados Unidos, ya que los habitantes buscan alimentos sanos.
En Bolivia sólo pocos productos de los más de 40 que tiene la agricultura boliviana, son consumidos, señalaba, hace dos meses aproximadamente, Lucio Tito, director de Desarrollo Rural.
Glifosato
Mientras tanto, el uso de más semillas transgénicas implicará mayor uso del glifosato, agroquímico que afecta a la salud a nivel mundial, y que ya varios países han vetado al herbicida debido a sus efectos nocivos a la naturaleza como al ser humano.
Si bien uno de los argumentos de aumentar el uso de semillas transgénicas es para aumentar el rendimiento de la producción, en los hechos es solo un pretexto, ya que a pesar del uso de soya transgénica desde hace muchos años, los rendimientos no se modificaron, por ello hicieron aprobar con el Gobierno del MAS ampliación de la frontera agrícola.
El director de la Fundación Tierra, Gonzalo Colque en su twitter señala que el segundo alimento de mayor consumo en Bolivia es la harina de trigo. La demanda anual bordea 750 mil toneladas de trigo, pero importamos el 70 % de Argentina (datos INE). No les interesa producir alimentos sino soya, por ello no apoya al #DecretoTransgénico#.
Ahora bien, más allá de las semillas está el uso de agroquímicos para evitar la afectación de los cultivos por las malezas y las plagas, y se ha visto que el glifosato ya está siendo cambiado por otros más nocivos debido a que las hierbas malas ya son resistentes.
“Un informe ha sido motivado porque recientemente, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC), de la Organización Mundial de la Salud (OMS), concluyó que el glifosato, el ingrediente químico más utilizado del mundo para el control de las malas hierbas, es un “carcinógeno humano probable”, señala un estudio elaborado por el Centro Africano para la Biodiversidad (ACB por sus siglas en inglés), la Red por una América Latina Libre de Transgénicos (Rallt) y la Red del Tercer Mundo (TWN) por sus siglas en inglés).
En los últimos años, el uso de glifosato ha sido asociado con cultivos tolerantes al herbicida (HT) modificados genéticamente (GM) o transgénicos y con el aumento dramático del uso de glifosato en los principales países productores de cultivos transgénicos tolerantes a los herbicidas.
Las consecuencias para la salud humana y el medio ambiente han sido desastrosas en muchas comunidades. Varios países ya han tomado medidas para reducir o detener el uso de glifosato en respuesta a la evaluación de la IARC.
Mientras el glifosato se encuentra todavía en uso y es en gran medida utilizado para la producción de soja transgénica, Monsanto y otras empresas de agroquímicos y biotecnología ya están planificando sus negocios postglifosato.
Es imperativo que las conclusiones de la IARC lleven el debate más allá del simple reemplazo del glifosato por otros herbicidas químicos tóxicos. Las conversaciones deben abarcar cuestiones más profundas, como las características de nuestros sistemas de alimentación y agricultura y cómo éstos interactúan e impactan en las personas y el medio ambiente, reflexiona el documento.
ACCIÓN
El glifosato es el ingrediente activo en muchos herbicidas elaborados químicamente. El modo de acción del glifosato (cómo funciona) se basa en la desactivación de la vía metabólica de una enzima del shiquimato (la enzima EPSPS).
Esta enzima es crítica para la producción de tres diferentes aminoácidos esenciales para el crecimiento vegetal, así como varios otros metabolitos que juegan un papel fundamental en la protección de los organismos en diferentes etapas de su desarrollo. Debido a que la vía del shiquimato está presente en toda la vida vegetal, así como en algunos hongos y bacterias, el glifosato se conoce como un herbicida “no selectivo” o “de amplio espectro”.
MÁS DE 1000 RAZONES
La agricultura industrial, asociada a la deforestación, es una fábrica productora de enfermedades, incluidas las crónicas, algunas relacionadas con el uso de glifosato, agrotóxico que diversos estudios han vinculado con ciertos tipos de cáncer –cada año mueren 10 millones de personas a causa de este mal en el mundo— y daños al medioambiente.
De ahí la relevancia de la 5ª Antología Toxicológica del Glifosato, edición 2020, que contiene 1108 artículos científicos sobre los impactos de este insumo químico sobre la salud humana, el ambiente y la biodiversidad, compilado por Eduardo Martín Rossi, técnico en inmuno hemoterapia y en epidemiología, en colaboración con Fernando Cabaleiro, abogado ambientalista.
Para la doctora Vandana Shiva, reconocida a nivel mundial por su labor científica y por su amplia participación en la defensa de los derechos humanos, la publicación es “más relevante que nunca” en tiempos de la pandemia del coronavirus y “es una llamada de atención sobre el hecho de que el modelo de agricultura industrial altamente ineficiente basado en agrotóxicos y monocultivos está contribuyendo, de múltiples maneras, a la emergencia sanitaria”.
El documento, subraya, “proporciona evidencia detallada del daño que el Roundup/Glyphosate ha causado a nuestra salud y a la salud y biodiversidad del planeta. Y proporciona la urgencia de liberarnos del veneno”. En el prólogo de la compilación, expone que “hay evidencias científicas de que a medida que los ecosistemas forestales son invadidos, destruimos los hogares de las especies y manipulamos las plantas y los animales para obtener beneficios, creamos las condiciones para nuevas enfermedades”.
La agricultura industrial globalizada, por ejemplo, invade los bosques para cultivar soya “Roundup Ready” en el Brasil, Uruguay, Bolivia, Paraguay y Argentina y Palmoil en Indonesia.
Fuente: Periódico El Diario