

Todo lo que comienza bien, termina bien. Bajo esta premisa, la nutrición durante la primera semana de vida del pollito se convierte en un punto crítico en las granjas avícolas. Al momento del nacimiento, el ave atraviesa un cambio significativo en su fuente de nutrientes y energía, al que debe adaptarse rápidamente, enfrentando un nuevo entorno, una alimentación diferente y desafíos sanitarios inéditos.
Según la doctora Adriana Berti Toscan, gerente técnica de Adisseo, este cambio implica que el pollito aún no cuenta con un aparato digestivo completamente desarrollado, especialmente en lo que respecta a la digestión de lípidos. “La fuente proteica no es suficiente y el animal todavía no produce suficientes enzimas endógenas para lograr una digestión eficiente”, explicó.
Factores que influyen en la producción de enzimas
La nutrición de la madre, el peso y la composición del huevo, así como el ambiente genético, las condiciones sanitarias y la calidad del agua, son factores determinantes en el desarrollo enzimático del pollito. Además, la llamada “ventana de nacimiento”, que puede extenderse hasta 40 horas, implica un período crítico en el que el acceso al agua, al alimento y al equilibrio de la flora intestinal pueden verse comprometidos, afectando directamente la salud de la mucosa intestinal.
El riesgo del ayuno prolongado
La doctora Berti advirtió que un ayuno de más de 24 horas puede impactar negativamente en la microbiota intestinal y en las microvellosidades del intestino. “Cuando hay un ayuno prolongado, se produce una obstrucción de los enterocitos, afectando la capacidad de absorción de nutrientes”, explicó.
En cuanto al desarrollo de la mucosa intestinal, mencionó que existe un turnover celular cada 96 horas. La integridad de estas células es fundamental para una buena salud intestinal, pero se ve comprometida ante la falta de agua y alimento, sobre todo frente a desafíos sanitarios.


“No hay una receta única. La dieta depende de múltiples factores: la genética del ave, el peso objetivo, los precios de los ingredientes, la curva de crecimiento, el entorno y los desafíos sanitarios. La nutrición debe ajustarse a cada situación y requerir un análisis costo-beneficio”


No existe una fórmula única
Respecto a la alimentación inicial, la experta aclaró que no existe una fórmula nutricional universal: “No hay una receta única. La dieta depende de múltiples factores: la genética del ave, el peso objetivo, los precios de los ingredientes, la curva de crecimiento, el entorno y los desafíos sanitarios. La nutrición debe ajustarse a cada situación y requerir un análisis costo-beneficio”, señaló.
También destacó la importancia de la calidad física del alimento. “Está comprobado que el alimento peletizado ofrece mejores resultados que el harinado, y que el expandido puede ser superior al peletizado, dependiendo del impacto fisiológico que genera en los órganos internos, especialmente en la molleja”, añadió. “Existen varios estudios que lo demuestran, y esto se relaciona indirectamente con la producción de enzimas pancreáticas y la digestibilidad enzimática”.
Alimento iniciador: digestibilidad ante todo
Un alimento iniciador debe tener alta digestibilidad, ya que muchos ingredientes contienen factores antinutricionales, como inhibidores de tripsina en la harina de soya o polisacáridos no digestibles. En estos casos, el uso de enzimas es clave para mejorar la absorción de nutrientes.
Berti también explicó que, al comparar alimentos de partículas finas y gruesas, los gruesos muestran mejores resultados en la ganancia de peso. Para lograr una nutrición efectiva, es fundamental conocer la composición física y nutricional de los ingredientes, ya que lo que realmente importa es lo que el animal logra absorber y transformar en carne. “Lo más difícil de evaluar es la energía, porque no es un nutriente como tal, sino la capacidad de los nutrientes de generar energía a través de la oxidación metabólica”, subrayó.
La especialista concluyó destacando una limitación técnica: “Lo más complicado es que no se cuenta con muchas pruebas en animales menores de siete días. Los protocolos de evaluación de energía metabolizable en los ingredientes se desarrollan generalmente para aves de entre 22 y 23 días”.


Fuente: Adriana Berti Toscan
Redacción: Publiagro