Es un recurso forrajero con alto nivel de proteína en hojas/ Foto: Publiagro
Es un recurso forrajero con alto nivel de proteína en hojas/ Foto: Publiagro

En la agricultura moderna, las prácticas sostenibles han cobrado una creciente importancia frente a los desafíos del cambio climático, la degradación del suelo y la necesidad de mejorar la productividad de manera ecológicamente responsable. Entre estas prácticas destacan los cultivos de cobertura y la asociación de cultivos, estrategias que contribuyen significativamente a la salud del suelo, el control de plagas, la conservación de la humedad y el incremento del rendimiento agrícola.

Los cultivos de cobertura son plantas sembradas principalmente para proteger y mejorar las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo, sin que necesariamente estén destinadas a la cosecha comercial. Tradicionalmente, se ha utilizado una variedad de especies como cobertura —entre ellas avena, centeno, trébol o vicia—, pero en los últimos años, la alfalfa (Medicago sativa) ha cobrado especial protagonismo gracias a sus propiedades agronómicas y ecológicas.

Según Mauricio Galbarro, asesor de negocio de la empresa Mainter, la alfalfa se ha consolidado como un cultivo clave para la cobertura y mejora del suelo. “Esta leguminosa no solo protege la superficie del terreno frente a la erosión, sino que también regenera la estructura del suelo, mejora la infiltración de agua y contribuye a la fijación biológica de nitrógeno”, explicó, resaltando su valor como herramienta de restauración de suelos agrícolas.

Una raíz poderosa: estructura y función
Uno de los aspectos más destacados de la alfalfa es su raíz pivotante, la cual puede alcanzar profundidades entre 2 y 3 metros, dependiendo de las condiciones del terreno y del manejo agronómico. Esta raíz actúa como una herramienta natural descompactadora, abriendo caminos hacia las capas profundas del suelo y permitiendo una mejor circulación del agua y del aire, a diferencia de otras especies como la brachiaria, que aunque poseen una masa radicular considerable, tienden a formar galerías superficiales.

“La alfalfa es un cultivo que se corta y brota nuevamente, por lo que puede durar de acuerdo al manejo que se le dé dos a tres años”

Asociación de cultivos, brachiaria con leguminosas/Foto: Publiagro
Asociación de cultivos, brachiaria con leguminosas/Foto: Publiagro

“Es la planta con raíz pivotante más profunda, hablamos de 2 a 3 metros de profundidad, una descompactante de suelo”, afirma Galbarro. Esta capacidad le permite adaptarse a terrenos degradados o con problemas de compactación, facilitando además el establecimiento de cultivos posteriores.

Adaptación y establecimiento
La alfalfa es un cultivo que se desarrolla mejor en climas templados a fríos, aunque puede adaptarse a distintas condiciones agroclimáticas si se maneja adecuadamente. Su semilla es pequeña —de tamaño similar a la chía—, y para establecer una hectárea se requieren entre 10 y 20 kilogramos de semilla, cantidad que puede variar según el tipo de suelo, clima y método de siembra. Cabe destacar que la germinación requiere buena disponibilidad de humedad, especialmente en las primeras etapas del ciclo.

Producción continua y longevidad
A diferencia de otros cultivos forrajeros, la alfalfa tiene la capacidad de rebrotar después de cada corte, lo que permite obtener varias cosechas al año. “La alfalfa es un cultivo que se corta y brota nuevamente, por lo que puede durar de acuerdo al manejo que se le dé dos a tres años”, señala Galbarro. Esto representa una ventaja considerable para los productores ganaderos, ya que permite un suministro constante de forraje de alta calidad.

Valor forrajero: la reina de las leguminosas
Más allá de su función como cobertura, la alfalfa también destaca como una excelente alternativa forrajera, gracias a su alto contenido de proteína y digestibilidad. Es ampliamente conocida como “la reina forrajera”, debido a su incomparable valor nutricional ya que es la planta que más concentración de proteína tiene en hoja.

“Eso es muy difícil conseguir en una planta, si bien tenemos en granos como la soya y diferentes granos de leguminosas, pero en hoja la alfalfa tiene parámetros de 20 a 25%, y si hacemos un análisis bromatológico de proteína en hoja frente a un pasto que llega a un 10 a 11%”, explicó el especialista, destacando la eficiencia nutricional de esta leguminosa frente a otras fuentes forrajeras convencionales.

Fuente: Mauricio Galbarro
Redacción: Publiagro