



La inocuidad del alimento balanceado para aves es un pilar esencial para lograr una producción eficiente, sostenible y libre de riesgos sanitarios. Desde la llegada de las materias primas hasta el consumo final por parte de las aves, cada etapa del proceso debe ser rigurosamente monitoreada y controlada con el objetivo de prevenir contaminaciones que puedan afectar la salud animal, el desempeño productivo y la calidad de productos como la carne y el huevo.
Deivi Vargas Marquina, gerente técnico de Ilender, sostiene que la implementación de soluciones integrales permite minimizar significativamente los riesgos asociados a agentes patógenos.
“Implementar soluciones integrales —que combinan buenas prácticas de manufactura, tecnologías de análisis rápido, y el uso de aditivos especializados como secuestrantes de micotoxinas o probióticos— permite reducir significativamente los riesgos asociados a bacterias, hongos, toxinas y otros agentes perjudiciales presentes en los insumos o generados durante el almacenamiento”.
Uno de los conceptos más recientes en sanidad avícola es la translocación bacteriana desde el tracto intestinal, fenómeno que ocurre cuando se rompe el equilibrio microbiano en el intestino. Vargas explica que “en el intestino siempre hay bacterias que logran un equilibrio, tanto bacterias benéficas como las malas. Cuando están en un ambiente ideal estas bacterias están en equilibrio, pero cuando comienzan a haber problemas de digestión, afección por alguna contaminación, ya sea bacteriana o por un factor químico en el alimento, ocurre un desequilibrio de las bacterias”.
Esta alteración genera la ruptura de las “uniones estrechas”, es decir, la barrera de protección natural del intestino. Según el especialista, al haber este desequilibrio el intestino rompe las uniones estrechas que es la barrera de protección natural que tienen el intestino tanto en el tubo digestivo como la parte sanguínea de absorción y por ahí las bacterias patógenas comienzan a ingresar, agarran el torrente sanguíneo y se dirigen a algunos órganos como son los huesos generando cojeras y osteomielitis y a veces hace confundir estas cojeras con desbalance nutricional, cuando el problema es de infección.


«La alimentación puede ser un factor, el estrés por calor, manejo, causan el rompimiento de las uniones estrechas”
Entre los factores que pueden causar este tipo de desequilibrio se encuentran la alimentación inadecuada, el estrés calórico o fallas en el manejo zootécnico.
“La alimentación puede ser un factor, el estrés por calor, manejo, causan el rompimiento de las uniones estrechas”, afirma Vargas. Dependiendo de la gravedad del caso, se hace necesario el uso de tratamientos específicos.
“Cuando se presentan estos casos, dependiendo de la gravedad, conlleva a poder medicar; en algunos casos debe ser evaluado por el veterinario de campo mirando qué tan significativo es el daño, pero lo más común es usar antibióticos”.
Otra afección relevante es la disbiosis intestinal, alteración de la microbiota causada por diversos factores, entre ellos ingredientes contaminados o de baja calidad. Vargas advierte que puede ser generado por factores antinutricionales como la calidad de soya, micotoxina en el maíz, peróxidos por grasas de mala calidad, lo que puede generar una mala absorción provocando una disbiosis.
En cuanto a la prevención, resalta la importancia de realizar análisis constantes y sistemáticos.
“Existen varias herramientas de análisis, por lo que es necesario analizar constantemente con las empresas que prestan servicios, que validen, que fortalezcan su matriz nutricional de cada fórmula que están usando”, afirma.
Además, hace énfasis en el rol central que juega la planta de alimentos en toda la cadena productiva.
“Considerar que la planta de alimento es la cocina, y entendiendo que representa un 70% del costo de producción, hay que ponerle rigurosidad en los controles de inocuidad en la producción de alimento”.


Fuente: Deivi Vargas Marquina
Reducción: Publiagro