La ganadería del siglo XXI ya no puede medirse únicamente por la cantidad de kilos producidos o por el número de cabezas en un hato. En un contexto de creciente preocupación ambiental, social y económica, los indicadores de gestión ganadera sostenibles se han convertido en herramientas clave para evaluar y mejorar la eficiencia del sistema productivo, sin comprometer los recursos naturales ni el bienestar animal.
Suelin Peña Medina, directora de la Hacienda Patiño, sostiene que Bolivia ya ha comenzado a transitar el camino hacia una ganadería más responsable y sostenible. Según explica, actualmente existen avances importantes en este sentido, con la incorporación de parámetros como la huella de carbono por kilo de carne producida, el índice de conversión alimenticia, así como la tasa de natalidad, mortalidad y rotación de potreros.
Estos indicadores permiten a los productores tomar decisiones más informadas, identificar puntos críticos en sus sistemas de producción y avanzar hacia modelos más resilientes y respetuosos con el entorno.
“Esa debe ser la tendencia que tiene que ir creciendo, y los productores que aún no están convencidos y que creen que sostenibilidad es solo cuidar lo verde, les digo que no es así. Son tres principios: lo económico, lo social y lo ambiental. Teniendo un equilibrio de estas tres cosas, la actividad se vuelve sostenible”, explicó Peña.
Asimismo, remarcó que el objetivo de la sostenibilidad es asegurar la rentabilidad a largo plazo, no solamente para la generación actual, sino también para las futuras generaciones, garantizando el mismo espacio y productividad en el suelo.


“Mientras yo tenga mejores condiciones de pasto, alimentación, un suelo mejor nutrido, me dará mejores pastos. Y si tengo mejores pastos, puedo aumentar la capacidad de carga. Lo que yo debo cuidar es que esa capacidad de carga no sobrepase la capacidad del suelo, para no caer en el sobrepastoreo”




Indicadores clave
La implementación de indicadores no solo responde a una exigencia del mercado internacional, que demanda productos con trazabilidad y responsabilidad ambiental, sino también a una necesidad interna de mejorar la rentabilidad, la eficiencia y la imagen de la ganadería frente a la sociedad.
Cuando se habla de indicadores, Peña señala que hay algunos fundamentales. Uno de ellos es la producción de carne medida en kilogramos por cabeza. Otro indicador relevante es la eficiencia de stock, que evalúa la capacidad de producción de carne en relación con el peso total del hato. “Por ejemplo: por cada 100 kilos de carne que se tiene caminando en la propiedad, ¿cuántos kilos se están produciendo? A eso se refiere la eficiencia de stock, y por eso es muy importante como indicador productivo y económico”, detalló.
Otro indicador esencial es la capacidad de carga, que permite evaluar cuántos animales puede sostener una propiedad. Peña destacó que esta capacidad está directamente relacionada con la calidad de los pastos, la alimentación disponible y el estado del suelo.
“Mientras yo tenga mejores condiciones de pasto, alimentación, un suelo mejor nutrido, me dará mejores pastos. Y si tengo mejores pastos, puedo aumentar la capacidad de carga. Lo que yo debo cuidar es que esa capacidad de carga no sobrepase la capacidad del suelo, para no caer en el sobrepastoreo”, explicó.
Además de los indicadores técnicos, Peña resalta que la información y la observación en el campo son factores fundamentales. “Poner toda esa pasión que tiene el productor por la ganadería y sumarle estos conceptos puede marcar la diferencia”, afirmó.
Datos y registros: el punto de partida
Todo este enfoque hacia una ganadería sostenible debe comenzar con algo fundamental: la toma de datos y el registro adecuado. Peña insistió en que es clave anotar eventos relevantes en la actividad diaria de la hacienda, como las fechas de parto, si una vaca tuvo o no ternero, si quedó preñada, si está en lactancia, entre otros.
“Esos números son muy importantes para llevar un buen control y análisis de datos en la propiedad ganadera, porque es una fuente de decisión en base a lo que mi campo necesita que se ajuste”, aseguró.
Finalmente, Peña sintetizó este proceso con una reflexión clara: “El pasto necesita descanso, el suelo necesita descanso y nosotros necesitamos información”.
Fuente: Suelin Peña
Redacción: Publiagro