

La producción de trigo en Bolivia y en el mundo enfrenta constantes desafíos, siendo las enfermedades uno de los principales factores que limitan los rendimientos. Estas patologías, en su mayoría de origen fúngico, se ven favorecidas por condiciones climáticas como la humedad, temperaturas moderadas y la presencia de cultivos susceptibles. Javier Toledo, ingeniero agrónomo, advierte: “Uno de los principales factores que limita el crecimiento de la producción nacional de trigo es la presencia de enfermedades que no siempre están bajo control. Es un tema de manejo y también de disponibilidad de tecnologías”.
Entre las enfermedades más relevantes se encuentran:
- Roya de la hoja (Puccinia triticina): Afecta las hojas del trigo, reduciendo la fotosíntesis y, por ende, el llenado del grano. Su presencia es común en zonas con humedad relativa alta.
- Roya amarilla (Puccinia striiformis): También conocida como roya lineal, se ha vuelto más frecuente en los últimos años debido a nuevas razas más agresivas del hongo. Puede causar pérdidas de hasta el 70% si no se controla adecuadamente.
- Roya del tallo (Puccinia graminis): Aunque menos común que las otras, esta enfermedad puede ser devastadora, afectando toda la planta y generando quiebre del tallo. En África y Asia, razas como la Ug99 han encendido las alertas por su capacidad para superar resistencias genéticas.
- Fusariosis de la espiga (Fusarium spp.): No solo reduce el rendimiento, sino que también contamina el grano con micotoxinas peligrosas para la salud humana y animal. Según la FAO, puede generar hasta un 50% de pérdida si las condiciones son óptimas para su desarrollo.
- Septoriosis (Septoria tritici): Provoca manchas en hojas que impiden la correcta fotosíntesis, afectando principalmente cultivos en estados fenológicos avanzados. Su control requiere fungicidas específicos y un buen manejo del rastrojo.


“Las plantas cultivadas traídas de África son mucho más eficientes que las plantas nativas del continente, y eso está totalmente relacionado con el proceso de coevolución de esas plantas forrajeras, porque las de África pasaron por un proceso de coevolución con cebras, elefantes, animales de gran porte, mientras que en Brasil, Bolivia y Sudamérica el animal herbívoro más grande históricamente ha sido la anta”


Toledo subraya la importancia de usar variedades resistentes, rotar cultivos y aplicar fungicidas oportunamente. También es clave el monitoreo constante y el diagnóstico temprano, para tomar decisiones informadas en campo.
En Bolivia, la falta de acceso a semillas certificadas y tecnologías de manejo integrado limita la capacidad de respuesta de muchos productores frente a estas amenazas. Actualmente, el rendimiento promedio nacional del trigo ronda las 1,5 toneladas por hectárea, mientras que en países como Argentina o Estados Unidos, con adecuados programas fitosanitarios, se superan las 3 toneladas por hectárea.


Fuente: Javier Toledo
Redacción: Publiagro