Foto: Publiagro
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En el contexto de la agricultura, el barbecho es una práctica ancestral que consiste en dejar descansar la tierra durante uno o varios ciclos productivos, sin cultivar, con el fin de restaurar su fertilidad y prepararla para futuros cultivos. Aunque en tiempos modernos esta técnica ha sido parcialmente desplazada por sistemas intensivos de producción, sigue siendo una herramienta clave para la conservación del suelo, la mejora de su estructura y el control natural de malezas, plagas y enfermedades.

En este sentido, Nelson Guzmán, asesor de negocios, resalta que actualmente “la presencia de malezas tiene mucha incidencia y es una problemática que hay que controlar desde el banco de semillas. Haciendo un barbecho largo se puede iniciar una buena campaña sin mucha presión de malezas”. El banco de semillas del suelo —es decir, la reserva de semillas de malezas latentes— representa una fuente continua de competencia para los cultivos, por lo que reducirlo mediante barbechos bien manejados puede significar una diferencia significativa en el rendimiento.

Entre los beneficios más destacados del barbecho se encuentra la recuperación de nutrientes agotados durante campañas anteriores, la reducción de la presión de enfermedades causadas por hongos, bacterias y virus presentes en los residuos vegetales, así como una notable mejora en la capacidad del suelo para retener agua.

¨ Además, cuando esta práctica se complementa con técnicas como la cobertura vegetal o el uso de abonos verdes, el barbecho puede ayudar a mitigar la erosión, favorecer la actividad biológica y fortalecer la biodiversidad del agroecosistema¨, explica.

El manejo adecuado del barbecho no debe tomarse a la ligera. Requiere planificación agronómica, teniendo en cuenta factores como el tipo de suelo, el clima de la región, el historial del terreno y el cultivo que se piensa establecer posteriormente. Existen distintos tipos de barbecho: el mecánico, que implica labores como arado o rastra; el químico, que utiliza herbicidas residuales para el control de malezas; el seco, que se aplica en zonas de escasa precipitación; y el húmedo, más común en regiones con mayor humedad. La elección del tipo de barbecho dependerá directamente del contexto productivo y de los objetivos del productor.

«Además, cuando esta práctica se complementa con técnicas como la cobertura vegetal o el uso de abonos verdes, el barbecho puede ayudar a mitigar la erosión, favorecer la actividad biológica y fortalecer la biodiversidad del agroecosistema»

 

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Aplicaciones
Guzmán aclara que él trabaja con “dos opciones de barbecho largo: el Diuron a medio litro por hectárea, sembrado después de aplicación; a 15, 30, 45 y 60 días no se ve fito y se tiene excelente resultado. Otra aplicación es con Mayoral, una mezcla de imazapic más imazapyr; aplicados a los 15, 30, 45, 60 días después de la aplicación puede ver qué excelente control de malezas”.

Estas estrategias se aplican especialmente en cultivos como la soya, donde el manejo de malezas previo a la siembra es crucial.

“Cuando hablamos de barbechos para cultivos de soya es necesario pensar en controlar las malezas durante 60 días antes de la siembra. Se hace una aplicación, se controla con la fecha de siembra, no se necesita ningún tipo de manejo, sale la cosecha de invierno y encima se realiza la aplicación sin mover el suelo”, puntualiza el experto.

El periodo ideal para la realización del barbecho, en zonas como el oriente boliviano, es durante el descanso natural que ocurre entre campañas, específicamente de invierno a verano, abarcando aproximadamente entre 60 y 70 días. Durante este tiempo se realizan las aplicaciones, se evita el laboreo que pueda reactivar malezas latentes y se prepara el terreno para un establecimiento más limpio y eficiente del cultivo posterior.

En resumen, el barbecho no es simplemente una pausa en la actividad agrícola, sino una inversión técnica en la salud del suelo y en la rentabilidad futura del sistema productivo. En un escenario donde los costos de producción y la sostenibilidad cobran cada vez más relevancia, esta práctica vuelve a tomar protagonismo entre productores que buscan equilibrar productividad y cuidado del recurso suelo.

Fuente: Nelson Guzmán
Redacción: Publiagro