

El sector avícola, uno de los principales consumidores de granos producidos por los agricultores del departamento de Santa Cruz, observa con atención la situación actual de la producción de cereales y oleaginosas en Bolivia. Las perspectivas a corto y mediano plazo son determinantes no solo para los propios agricultores, sino también para toda la cadena agroalimentaria del país.
Richard Trujillo, técnico de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo), explicó que el cambio climático ha tenido un impacto considerable en la producción de granos, afectando tanto por la fuerte sequía registrada anteriormente como por las lluvias excesivas actuales.
«Nosotros siempre somos optimistas y esperanzados en el uso de biotecnología en cultivo del maíz y de la soya que nos podría dar buenas perspectivas, el tema de fertilización y un buen manejo con sostenibilidad», afirmó Trujillo, señalando que la adopción de tecnologías agrícolas modernas puede ser clave para superar los desafíos actuales.
Pese a las adversidades que ha enfrentado el sector agropecuario en los últimos años, Bolivia había logrado mantenerse por encima de los seis millones de toneladas anuales en la producción de sus seis principales cultivos: soya, sorgo, maíz, girasol, chía y trigo. Sin embargo, el año 2024 marcó un hito negativo. La producción total apenas alcanzó los tres millones de toneladas, siendo calificado como “el peor año para la producción agrícola, el peor en 40 años”.


“Nosotros somos muy positivos y esperamos que, pese a las lluvias, estemos por encima del promedio de 2.2 toneladas por hectárea de soya. Al igual que el maíz, creemos que vamos a estar por arriba del promedio de 3 toneladas, con San Ignacio como productor grande de maíz”


Con el inicio de 2025, las expectativas eran positivas. Las condiciones climáticas parecían favorables y la campaña de verano arrancó con mucho optimismo. No obstante, nuevamente el clima jugó una mala pasada: las lluvias excesivas y el desborde de los ríos afectaron seriamente las zonas productivas, generando importantes pérdidas en el campo.
Pese a ello, Trujillo mantiene una visión positiva respecto al rendimiento de algunos cultivos estratégicos.
“Nosotros somos muy positivos y esperamos que, pese a las lluvias, estemos por encima del promedio de 2.2 toneladas por hectárea de soya. Al igual que el maíz, creemos que vamos a estar por arriba del promedio de 3 toneladas, con San Ignacio como productor grande de maíz”, indicó.
Además, adelantó que para la campaña de invierno hay proyecciones de siembra de unas 150 mil hectáreas de sorgo. “Si está en el promedio de las 2 toneladas, creemos que vamos a abastecer el mercado interno, que es el principal”, concluyó.
Estas declaraciones reflejan la resiliencia del sector agrícola boliviano, que pese a las dificultades climáticas sigue apostando por la innovación y el esfuerzo para mantener el abastecimiento de granos en el país y sostener actividades productivas dependientes, como la avicultura y la ganadería.
Fuente: Richard Trujillo
Redacción: Publiagro

