La «técnica de bajo volumen» se refiere al uso de poca agua para el control de plagas. A lo largo de los años, se ha creído que utilizar una mayor cantidad de agua al aplicar plaguicidas garantiza mejores resultados. Esta idea proviene de tiempos en que los agroquímicos necesitaban cubrir toda la planta, pero con los avances tecnológicos en el sector, esta necesidad ha cambiado. Hoy en día, con las nuevas tecnologías en agroquímicos, la cantidad de agua utilizada ya no es tan crucial, ya que los productos son más efectivos y potentes.

Rodolfo Crespo, ingeniero agrónomo, explica que actualmente solo es necesario cubrir la planta con una cierta cantidad de gotas, lo que se puede lograr incluso con caudales tan bajos como un litro por hectárea. Con esta cantidad, se cumplen todos los requisitos para que los productos sean efectivos, incluso en situaciones de cultivo extensivo. Esto demuestra que, con el uso adecuado de agroquímicos y la correcta cantidad de agua, se pueden obtener excelentes resultados.

Crespo subraya que la calidad del agua es un factor importante, pero que la cantidad de agua utilizada tiene aún más influencia. De hecho, el exceso de agua puede perjudicar el agroquímico, debilitándolo hasta en un 50%.

«Eso lo he demostrado varias veces realizando trabajos en propiedades, al reducir el caudal de agua, y solo para demostración he logrado reducir entre un 12% y un 40% la cantidad de agua sin perder eficacia», comenta Crespo.

Por otro lado, el sistema electroestático, que consiste en cargar las gotas con energía negativa, es otra técnica que permite reducir el volumen de agua utilizado. Este sistema funciona con gotitas finas y bajos caudales, de hasta 8 litros por hectárea, permitiendo reducir las dosis de agroquímicos hasta un 50%. Sin embargo, Crespo lamenta que esta tecnología viene acompañada de ciertos problemas, como la mayor delicadeza de las máquinas y la necesidad de personal especializado.

Debido a esto, algunas fábricas han dejado de producir estos equipos, lo que ha llevado a la aparición de máquinas convencionales con bajo volumen y gotas finas, generando igualmente resultados favorables, aunque sin el sistema electroestático.

La técnica de bajo volumen se aplica en maquinas fumigadoras/Foto: Stara
La técnica de bajo volumen se aplica en maquinas fumigadoras/Foto: Stara

«El viento es un gran aliado en el tema de penetración de gotas y en la prevención de la impresión térmica, además de ser un excelente recuperador de gotas»

El experto destaca que el principal enemigo del control de plagas es el exceso de agua, y el segundo es la gota gruesa.

«La gota gruesa es un paso obligatorio cuando se usa un alto volumen de agua, ya que es necesario evitar la deriva y la evaporación», señala Crespo. Sin embargo, cuando se emplea bajo volumen de agua, la gota gruesa se vuelve innecesaria y, de hecho, puede ser perjudicial.

Por lo tanto, Crespo no recomienda el uso de gotas gruesas en ninguna situación, y aconseja que solo se utilicen gotas medianas para la aplicación de herbicidas en condiciones de viento fuerte. En todos los demás casos, lo ideal es utilizar gotas finas, ya que son las que ofrecen el mejor control de plagas.

Respecto al viento, muchos agricultores temen que este factor interfiera en la aplicación de agroquímicos, soñando con condiciones sin viento. Sin embargo, Crespo señala que, en realidad, el viento puede ser un gran aliado en este proceso.

«El viento es un gran aliado en el tema de penetración de gotas y en la prevención de la impresión térmica, además de ser un excelente recuperador de gotas», comenta Crespo.

Según su experiencia, el viento puede hacer que la planta reciba el doble de agroquímico que, sin viento, lo que demuestra que, cuanto más fina sea la gota y mayor sea el viento, más producto recibirá la planta, mientras que el suelo recibirá menos. Esto hace que el viento no solo sea un factor a considerar, sino una herramienta valiosa para mejorar la eficiencia de las aplicaciones de agroquímicos.

Fuente: Rodolfo Crespo
Redacción: Publiagro