Los cultivos de servicio representan una técnica agrícola clave para mejorar la estructura del suelo y protegerlo de la erosión, convirtiéndose en una herramienta fundamental para la agricultura sostenible. En la actualidad, se está incentivando ampliamente a los productores a adoptar estas prácticas con el objetivo de mejorar sus rendimientos en la producción.
Una de las opciones recomendadas para la implementación de cultivos de servicio es la Brachiaria decumbens, cuyo principal beneficio radica en la gran cantidad de materia seca que deja en el suelo. Según Luis David Cortez, técnico de Anapo, esta especie también aporta raíces que contribuyen a la protección del suelo, reduciendo la evapotranspiración y evitando que la temperatura aumente excesivamente, además de facilitar la incorporación del rastrojo al suelo.
Sin embargo, existen otras especies de cultivos de servicio, como aquellas pertenecientes a la familia de las leguminosas, cuya función principal es la fijación de nitrógeno en el suelo. Sobre este punto, Cortez señala:
«Si bien la cantidad de rastrojo no es como la de un pasto porque el servicio es otro, podemos ver que la descomposición de sus hojas es muy rápida, ya que la relación carbono-nitrógeno en esas hojas es baja, lo que genera incluso a simple vista un suelo saludable».
En este sentido, las leguminosas cumplen un rol esencial al revitalizar el suelo, devolviéndole nutrientes y dejándolo en mejores condiciones para la siguiente siembra.
«Se debe hacer un diagnóstico de la parte química del suelo y de todos los nutrientes que lleva, y saber en qué punto es deficiente, la parte física también y de la parte biológica»
Importancia del diagnóstico del suelo
Para obtener buenos resultados y garantizar el éxito en la implementación de cultivos de servicio, es indispensable realizar un diagnóstico previo del suelo. Esto permite identificar qué tipo de cultivo es el más adecuado para cada situación, evitando errores que podrían derivar en resultados no deseados. Cortez resalta la importancia de este proceso:
«Se debe hacer un diagnóstico de la parte química del suelo y de todos los nutrientes que lleva, y saber en qué punto es deficiente, la parte física también y de la parte biológica».
En el ámbito de la biología del suelo, estudios recientes han demostrado la asombrosa cantidad de microorganismos que habitan en él. De acuerdo con investigaciones, en un solo gramo de suelo pueden encontrarse entre 2.000 y 10.000 millones de microorganismos, lo que subraya la importancia de mantener un suelo sano y equilibrado.
Desde la perspectiva química, el diagnóstico permite determinar las limitaciones del suelo y realizar las correcciones necesarias para que el cultivo pueda expresar su máximo potencial.
Por otro lado, la parte física del suelo también juega un papel crucial. Para evaluarla, se utilizan diferentes equipos y metodologías, tales como:
- Filtrómetro de doble anillo: Se emplea para simular una lluvia y medir la cantidad de agua que puede infiltrarse en un metro cuadrado de suelo en una hora.
- Anillos de densidad aparente: Permiten evaluar el grado de compactación del suelo.
- Barreno para toma de muestras: Facilita la extracción de suelo para su análisis en laboratorio.
- Penetrómetros: Sirven para medir la resistencia del suelo y la penetración de las raíces, lo que ayuda a determinar qué cultivos pueden contribuir a la descompactación del suelo.
El análisis de estos factores es clave, ya que hay cultivos que no logran romper la capa dura que se forma en las profundidades del suelo. Por ello, contar con un diagnóstico adecuado es fundamental para seleccionar la mejor opción de cultivo de servicio, optimizando los beneficios para el suelo y la producción agrícola.
Fuente: Luis David Cortez
Redacción: Publiagro
