En la lucha contra las plagas que afectan los cultivos agrícolas, los hongos entomopatógenos se han convertido en una alternativa efectiva y sostenible. Estos microorganismos, capaces de infectar y eliminar insectos, son clave en los programas de control biológico, reduciendo la necesidad de pesticidas químicos y promoviendo un equilibrio ecológico en los ecosistemas agrícolas.

¿Cómo actúan los hongos entomopatógenos?
El proceso de infección y control de plagas por estos hongos sigue un ciclo bien definido:
Contacto con el hospedador: Las esporas del hongo entran en contacto con un insecto susceptible y, si las condiciones ambientales son favorables (alta humedad y temperatura adecuada), se inicia la infección.

Penetración de la cutícula: El hongo secreta enzimas que degradan la barrera externa del insecto y ejerce presión hasta lograr ingresar a su organismo.

Colonización interna: Una vez dentro, el hongo se desarrolla formando hifas y blastosporas, compitiendo con los microorganismos internos del insecto y, en muchos casos, liberando toxinas que conducen a su muerte.

Crecimiento en el cadáver: Luego del fallecimiento del insecto, el hongo se alimenta de los tejidos internos y completa su fase de desarrollo.

Emergencia y dispersión: El hongo emerge al exterior, cubriendo el insecto con una capa de esporas que adquiere el color característico de la especie fúngica, lista para ser transportada por el viento o el contacto con otros insectos, reiniciando así el ciclo de infección.

«Este método de biocontrol no solo ayuda a disminuir el uso de agroquímicos, sino que también favorece la salud del suelo»

Beneficios y aplicaciones en la agricultura
El uso de hongos entomopatógenos en la agricultura ha demostrado ser una estrategia eficaz para el control de plagas como áfidos, trips, moscas blancas y ciertos escarabajos. Entre los géneros más utilizados destacan Beauveria bassiana, Metarhizium anisopliae e Isaria fumosorosea, los cuales han sido ampliamente investigados por su efectividad contra diversas plagas en cultivos de hortalizas, cereales y frutales.

Este método de biocontrol no solo ayuda a disminuir el uso de agroquímicos, sino que también favorece la salud del suelo, protege a los polinizadores y contribuye a la producción de alimentos más seguros y sostenibles. Con el avance de la biotecnología y la agroecología, el uso de estos microorganismos sigue ganando terreno como una herramienta clave en la agricultura moderna.

Fuente: Diario Agrónomo de México
Redacción: Publiagro