Los últimos datos estiman que su aportación es cercana al 13% y da empleo de forma directa o indirecta a casi un tercio de la población. Sin embargo, la productividad agrícola está bastante por detrás de la que se obtiene en países vecinos.

Existen diversas razones por la que este problema no se ha corregido a lo largo del tiempo: el incremento del monocultivo en el país (especialmente, soja), el uso de técnicas agrícolas anticuadas, una escasa adopción de insumos modernos y una aplicación de insumos que no se ajusta a las necesidades del campo o la falta de conocimiento de los agricultores respecto a las nuevas formas de agricultura que van surgiendo.

Para combatir este problema, el gobierno boliviano se ha propuesto proteger la exportación de cultivos clave para la seguridad alimentaria local y fomentar el uso de tecnología agrícola, como apps para monitoreo de cultivos o los drones.

Drones en la agricultura boliviana

Los drones son una de las tecnologías que ha ganado un gran impulso en el país andino, junto a otras como las imágenes satelitales o los sistemas de seguimiento de cultivos, para impulsar la productividad. Cuanto más grande es el área de la explotación, más difícil resulta el estar al tanto de la condición actual de las plantas y el suelo, y recorrer el terreno a pie resulta costoso e ineficiente. Además, en algunas zonas, el acceso es complicado debido a la orografía.

Para solventar este problema, los agricultores bolivianos están recurriendo a los drones para realizar esta inspección visual. Los drones, además de disponer de cámaras con una muy buena resolución, pueden volar hasta situarse a centímetros de la planta, permitiendo evaluar cada planta de forma individual, observar los índices de germinación o identificar posibles problemas derivados de enfermedades o la falta de insumos.

Debido al precio cada vez más ajustado de los drones, incluso los agricultores con menos recursos tienen en su mano la opción de adquirir uno de estos aparatos para mejorar la inspección del campo. Los agricultores bolivianos con más recursos también optan por comprar drones más avanzados con los que realizar tareas como la aplicación de fertilizantes, la fumigación del campo o incluso el esparcimiento de semillas.

¿Cómo pueden ser útiles los drones en la agricultura?

Tal y como se mencionaba en la sección anterior, los drones son una tecnología muy útil en algunos aspectos. Igual que pasa con la mayoría de tecnologías, su uso no sirve como un único elemento de gestión, sino que se complementa con el resto de tecnologías para proporcionar una imagen completa de lo que pasa en el campo.

Entre los aspectos positivos de los drones están su capacidad para captar imágenes desde muy cerca, su libertad de movimiento por zonas de difícil acceso o la posibilidad de ser usados incluso en días nublados (al contrario que las imágenes satelitales ópticas). Estos aspectos promueven múltiples ventajas para los agricultores, como un menor gasto al evitar los continuos desplazamientos por el campo, un incremento de la eficiencia en la aplicación de insumos y agua, una gestión mejorada del campo y los cultivos o una mayor sostenibilidad. Además, se trata de una tecnología fácilmente escalable, por lo que su uso se adapta fácilmente a cualquier explotación, sin importar su tamaño. 

Otro punto positivo de esta tecnología radica en la facilidad para incluir nuevos avances en ellos. Por ejemplo, inicialmente las cámaras de los drones eran cámaras ópticas, mientras que los últimos modelos actuales son capaces de tomar imágenes multiespectrales e hiperespectrales. Aunque pueda parecer nimio, lo cierto es que determinados problemas en los cultivos no son visibles por el ojo humano hasta que las consecuencias son graves, por lo que ser capaz de detectar problemas en su etapa inicial mediante el uso de estas imágenes puede marcar la diferencia entre una temporada con una cosecha exitosa y otra en la que la producción se ve notoriamente afectada.

No obstante, el uso de drones también tiene ciertos desafíos que deben ser tenidos en cuenta antes de su adopción, siendo los principales su incapacidad para funcionar en días con fuertes vientos, lluvia y/o nieve, así como la necesidad de obtener un permiso especial en muchos países para volar aquellos de mayor envergadura. Otro problema añadido está en la imposibilidad de volar estos aparatos cerca de lugares sensibles, como bases militares o aeropuertos, por lo que los campos cercanos no podrán sacar partido de esta tecnología. En explotaciones agrícolas de gran extensión, un problema menor puede ser la duración de la batería, que quizá no permita explorar todo el campo en un único vuelo.

A pesar de los desafíos que plantea su uso, los drones son parte clave de la agricultura moderna y su trabajo se combina con los datos obtenidos mediante sensores repartidos por el campo o el monitoreo satelital de cultivos. Es de esperar que la adopción de esta tecnología a gran escala en Bolivia siga incrementando según sus precios sean más competitivos y al mismo tiempo incrementa la autonomía de sus baterías o su integración inmediata con el software agrícola, por poner un par de ejemplos.

Fuente: Vasyl Cherlinka