El primer pilar de la producción bovina está estrechamente vinculado a las etapas de cría y recría, fundamentales tanto en la lechería como en la producción de carne. Según Leandro Omar Audeladí, médico veterinario y máster en nutrición animal, es crucial identificar los aspectos medulares de estos periodos y hacer especial énfasis en la importancia de medir los avances y resultados obtenidos.
«Cuando uno mide y cuando uno sabe el objetivo al cual tiene que llegar, se puede construir un plan de trabajo e ir corrigiendo sobre la marcha. Si uno no mide, va a ser muy difícil corregir un plan por más que uno tenga un objetivo claro de hacia dónde quiere llegar», señala Audeladí.
El especialista explica que todo comienza con el nacimiento del ternero y la necesidad de que éste consuma calostro durante las primeras horas de vida, ya que esto es determinante para la salud y el desarrollo futuro del animal. Es importante tener en cuenta que la placenta de los rumiantes no permite que la vaca transfiera defensas al ternero durante la gestación, por lo que dichas defensas ingresan al organismo del animal únicamente cuando consume el calostro.
Una vez asegurado el consumo de calostro por parte del ternero, se tiene gran parte del camino ganado. A partir de ese momento, el objetivo es cubrir los requerimientos específicos de crecimiento, asegurando tanto la cantidad como la calidad de los nutrientes que el animal consume.
«A partir del segundo día de vida, el ternero debe tener acceso no solo a la leche, sino también a agua y, en el caso de una lechería, a un concentrado. Esto favorece un mejor desarrollo ruminal»
«Nosotros necesitamos que ese ternero, que nace como un monogástrico y que consume leche, se transforme rápidamente en un rumiante. En este proceso, el rumen pasa de tener una proporción de 0,5 a 1 en relación con el estómago a ser de 10 a 1 en cuanto a su tamaño. Gracias a ese rumen, la futura vaca podrá utilizar fibra y una variedad de nutrientes», explicó.
¿Cómo se desarrolla rápidamente el rumen?
Según el doctor Leandro Audeladí, el desarrollo del rumen puede acelerarse mediante el consumo de concentrado y agua de calidad. Esto se debe a que los ácidos grasos volátiles, que son los principales responsables del desarrollo de las papilas rúmiales, son producidos por bacterias y microorganismos ruminales que requieren un medio acuoso para crecer. Cuando se les proporciona concentrado y agua, se inicia un proceso de digestión que estimula el crecimiento de estas papilas.
«A partir del segundo día de vida, el ternero debe tener acceso no solo a la leche, sino también a agua y, en el caso de una lechería, a un concentrado. Esto favorece un mejor desarrollo ruminal», aseguró Audeladí.
Finalmente, Audeladí destacó que no se trata únicamente de una combinación de genética y alimentación, sino también de sanidad y manejo adecuados. «No solo se trata de una combinación de genética y alimentación, sino también de sanidad y manejo, que es lo que termina permitiendo lograr mejores resultados», concluyó.
Fuente: Leandro Audeladí
Redacción: Publiagro