El 2024 ha sido un año de retroceso significativo para el sector agropecuario en Bolivia, con una contracción del 17% en el sector agrícola y un crecimiento mínimo del 3.9% en el sector pecuario. Según el presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), José Luis Farah, esta situación representa una de las peores crisis en la última década, marcada por pérdidas históricas y un panorama preocupante para el 2025.
“La campaña de verano está en riesgo. Las ventanas de siembra se cierran el 31 de diciembre, y esta caída en la producción agrícola asegura una menor producción de granos, lo que significa menos alimentos para el próximo año”, advirtió Farah durante la presentación del informe de gestión de la CAO.
Entre los factores que han contribuido a esta crisis, Farah señaló la escasez de diésel, el encarecimiento de insumos agrícolas, los bloqueos de caminos, y el avance del contrabando, problemas que “paralizan el campo productivo y ponen en peligro la seguridad alimentaria del país”.
Una crisis anunciada
Farah lamentó que, durante más de 20 años, Bolivia haya mantenido un modelo económico que ha marginado al campo.
“Si el gobierno hubiera apostado por el poder del campo como nosotros lo hemos hecho, esta crisis se habría contenido. Hoy seríamos una potencia agropecuaria, con ingresos más sostenibles que los hidrocarburos y un futuro de certezas. En cambio, lo que vemos es lo contrario: la crisis se profundiza y muchos productores dejarán de producir alimentos”, afirmó.
«Si el gobierno hubiera apostado por el poder del campo como nosotros lo hemos hecho, esta crisis se habría contenido. Hoy seríamos una potencia agropecuaria, con ingresos más sostenibles que los hidrocarburos y un futuro de certezas. En cambio, lo que vemos es lo contrario: la crisis se profundiza y muchos productores dejarán de producir alimentos”
Asimismo, criticó las políticas restrictivas que han frenado el desarrollo agrícola.
“La falta de apoyo nos trajo a la actual coyuntura: amenazas de hambre y lágrimas para las familias bolivianas. Cuando el campo cae, todo el país sufre”, añadió.
Entre los principales problemas mencionados están los avasallamientos de tierras, años de bloqueos, la escasez de diésel que paraliza la producción, y el contrabando que “destruye el esfuerzo del productor nacional”. Farah también subrayó la falta de acceso a la biotecnología, que podría triplicar la productividad sin necesidad de expandir la frontera agrícola.
Un panorama alarmante
“La crisis ya no es un anuncio, es una realidad”, aseguró Farah. “Muchos productores están al límite y, si esta situación se profundiza, muchos dejarán de producir alimentos. Bolivia podría perder su capacidad de autoabastecerse, y lo que hoy es una crisis económica se convertirá en una crisis social”.
A pesar de las adversidades, el presidente de la CAO expresó que los productores siguen creyendo en el potencial del campo y en su capacidad de alimentar al país.
“El campo puede ser la solución a esta crisis, pero necesitamos decisiones valientes, decisiones que no se posterguen más. Necesitamos políticas claras que nos permitan crecer, producir y alimentar a Bolivia”, concluyó.
La situación exige medidas urgentes y efectivas para revertir la crisis y garantizar el futuro de la producción agrícola y pecuaria en Bolivia.
Fuente: José Luís Farah
Redacción: Publiagro