Contra los 154,61 millones de toneladas 2022/2023, los privados abandonaron la expectativa de ver una producción mayor a los 160 millones por la falta de humedad en el centro-norte del país; las próximas semanas determinarán si el objetivo se pone cerca de los 158 o de los 152 millones de toneladas
El Niño no se está portando bien en Brasil. Mientras en el sur del país les piden una tregua a las lluvias, que llegaron a anegar campos en zonas de Rio Grande do Sul y de Paraná, en el centro y en el norte miran al cielo en busca de algún signo que les permita esperanzarse con una pronta reversión del prolongado déficit de humedad que demoró la siembra de soja –su progreso ronda el 94% del área prevista–, que obliga a resembrar lotes y que ya está afectando el potencial de rinde de las plantas en Estados clave como Mato Grosso.
Ante ese estado de situación se va generando consenso entre los estimadores privados en cuanto a que está en riesgo la chance de lograr un nuevo récord con la oleaginosa en la campaña 2023/2024, luego de los 154,61 millones de toneladas levantados en el ciclo precedente. No lo descartan, en función de que el área cubierta se estima como la más grande histórica, con 45,31 millones de hectáreas según el cálculo de la Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab), pero advierten que las probabilidades se achican tras cada día que transcurre entre olas de calor y precipitaciones inferiores a las normales de la mitad hacia arriba del mapa.
“Recién ahora buena parte de los estimadores privados está de acuerdo en que la cifra será menor a lo que imaginaron, posiblemente mucho menor que los optimistas 160 millones de toneladas que se predijeron inicialmente”, señaló a LA NACION Raphael Mandarino, director de la filial brasileña de la consultora estadounidense AgResource. Agregó que la firma hoy prevé 155 millones de toneladas para la cosecha de soja, aunque auguró serias chances de caer a un rango de entre 152 y 153 millones de toneladas, lejos de los 160,18 millones proyectados por la Conab en su informe mensual de diciembre y de los 161 millones pronosticados por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés).
“Uno de los problemas clave fue la falta de lluvias normales durante las primeras etapas de crecimiento de las plantas. Esto provocó que los cultivos entraran más rápido en la fase reproductiva, con menos capacidad de movilizar nutrientes, aunque lloviera más tarde. Dependiendo del cultivo y de su hábito de crecimiento, algunos no pudieron desarrollarse debidamente y completaron su ciclo antes de lo esperado. Este fenómeno no solo afectó a Mato Grosso, sino también a buena parte de Mato Grosso do Sul, partes de Goiás, Maranhão, Piauí, Tocantins y de Bahía”, detalló Mandarino.
“Efectivamente, Brasil corre el riesgo de no obtener una cosecha récord si las condiciones climáticas no mejoran en el centro-norte hacia finales del presente mes. A fines de noviembre redujimos de 163,20 a 159,10 millones de toneladas nuestra estimación de cosecha y haremos otra revisión en breve, posiblemente con un nuevo recorte”
La última estimación de cosecha de Safras & Mercado es de 158,23 millones de toneladas.
“Efectivamente, Brasil corre el riesgo de no obtener una cosecha récord si las condiciones climáticas no mejoran en el centro-norte hacia finales del presente mes. A fines de noviembre redujimos de 163,20 a 159,10 millones de toneladas nuestra estimación de cosecha y haremos otra revisión en breve, posiblemente con un nuevo recorte”, adelantó a LA NACION Daniele Siqueira, analista de la consultora AgRural.
Añadió que en Mato Grosso ya hay pérdidas de productividad consolidadas. “Consideramos una cosecha de alrededor de 40 millones de toneladas para el Estado, lo que implicaría 5 millones menos que la campaña anterior. En Bahía, donde la siembra es más tardía, todavía es difícil calcular las pérdidas, pero las labores están casi terminadas y se realizaron bajo condiciones ambientales desfavorables, por lo que es necesario replantar grandes superficies”, indicó.
Fuente: La Nación