Un especialista de Embrapa reveló los factores que se deben tomar en cuenta para ejecutar esta tarea de forma eficiente

Foto: Publiagro
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El forraje, como componente fundamental en la alimentación del ganado, contiene carbohidratos estructurales como la celulosa, esenciales para el correcto funcionamiento del rumen en el ganado bovino.

Haroldo Queiroz, zootecnista difusor de tecnología de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa), fue el encargado de compartir sus experiencias enfocadas en el manejo de pastura en sistemas de producción intensivos y semiintensivos.

“La tendencia de la ganadería en Bolivia ahora es de tener más animales por hectárea, entonces es necesario que haya más pasturas a disposición para su alimentación y que lleguen en menor tiempo al momento de la faena”, dijo Queiroz.

Eso implica una ganancia de peso constante y para ello es importante tener el forraje en grandes cantidades y que tenga los nutrientes necesarios para el engorde.

Para desarrollar de la mejor manera esta tarea y conseguir los objetivos esperados, el especialista expuso tres factores que son fundamentales.

Elección del cultivar

Sobre este punto indicó que es fundamental elegir cultivares de alta productividad que cubren el 25 a 30% del área, hacer un pastoreo rotacional con cinco a ocho animales por hectárea en verano. Como ejemplo citó a los Panicum máximum (mombaza, zuri y quenia)

Estas se deben combinar con especies de media productividad, tienen que cubrir el 70 a 75% del área de pastura, donde se debe hacer un pastoreo rotacional, alternado, continuo y diferido. Fertilización moderada con dos o tres unidades animales por hectárea. En este sector están las brachiarias xaraés, piatá, paiguás e ipiporá, que son una alternativa de reserva para la época de sequía.

Existe una tercera opción en los sistemas intensivos, es posible tener el maíz y el sorgo que son usados para el ensilaje en el verano y empleados en el confinamiento o la suplementación del ganado a campo.

«La tendencia de la ganadería en Bolivia ahora es de tener más animales por hectárea, entonces es necesario tener más pasturas a disposición para su alimentación y que lleguen en menor tiempo al momento de la faena»

Foto: Publiagro / Haroldo Queiroz, zootecnista difusor de tecnología de EMBRAPA

Manejo del Pastoreo

Este es un aspecto fundamental para la sustentabilidad de los potreros, que se basa en dos puntos: cuándo iniciar el pastoreo y cuándo finalizarlo.

Esto se realiza en base a la altura que tienen los diferentes cultivares de pasto, con hojas ideales para su consumo que permitirán una mayor ganancia de peso.

En base a una tabla mencionó que el ingreso de animales a un pasto mombaza se debe registrar a los 85 centímetros de altitud, Zuri 80 cm, Tanzania 70 y Quenia 65. Piatá a los 40 cm y Marandú 35.

La suspensión del pastoreo se debe registrar cuando hay la presencia de hojas más viejas y más tallos con menor valor nutritivo que provocan menos ganancia de peso.

Uso de abonos

Para mantener la productividad del pasto por 10 a 20 años sin necesidad de replantar una especie es necesario, según Queiroz, que se repongan al suelo los nutrientes que fueron consumidos por los animales.

Esto se debe hacer con el uso adecuado de fertilizantes como la úrea, calcáreo y otros productos que faciliten la reposición de diferentes elementos como el fósforo.

Fuente: Publiagro