Es una oportunidad para generar riqueza si se promueven sistemas de producción ganaderos sostenibles y amigables con el ambiente.
Pero es una amenaza si la expansión de la actividad continúa sin considerar los costos ambientales y los potenciales efectos de marginalización de los pequeños productores.
En Bolivia más del 78% del hato bovino se encuentra en tierras bajas representadas por cinco ecorregiones que son el Bosque Seco, los Bosques Amazónicos, el Cerrado, la Sabana Inundable y el Chaco, en los departamentos de Santa Cruz, Pando, Beni, La Paz y Cochabamba.
En estas tierras bajas, un 80% de la ganadería (más de 6 millones de cabezas) se encuentra bajo prácticas de no manejo en las que el ganado vaga sin control provocando alteraciones en los recursos naturales a través de sobrepastoreo, deforestación, incendios, conflictos con la fauna y otros.
El 20% restante de la ganadería de tierras bajas se maneja bajo Buenas Prácticas Ganaderas (BPG) y es de estos emprendimientos que nuestro país exporta carne. Están ubicados principalmente en Santa Cruz, en las ecoregiones del Bosque Seco Chiquitano y Cerrado (provincias Chiquitos, Velasco y Ñuflo de Chávez) y el Chaco (provincia Cordillera) con otros exponentes dispersos en la Sabana Inundable (Beni).
A estos emprendimientos que ya cumplen con BPG les falta avanzar en prácticas sostenibles para acceder a certificaciones que les permitan obtener precios diferenciados por sus productos y viabilicen el ingreso del país a mercados que exigen sellos de sostenibilidad (Europa, América del Norte y otros).
Actualmente el 84% de la carne exportada se destina a China, país cuyas exigencias sanitarias permitieron avanzar a Bolivia en temas de sanidad animal e infraestructura industrial, pero que no exige sostenibilidad (por el momento).
Es muy riesgoso para la economía que un producto exportable dependa casi exclusivamente de un mercado y también para el medio ambiente si ese mercado no exige el cumplimiento de normas de sostenibilidad.
Esto expresa la gran urgencia de desarrollar prácticas de ganadería sostenible con actividades concretas y medibles tanto para productores, financiadores y certificadores.
Para acceder a certificaciones que varían según la ecoregión, además de las BPG (que ya cuenta con ocho indicadores definidos), la ganadería sostenible requiere de otras cuatro condiciones que son:
1. el pastoreo controlado,
2. la reconversión boscosa a través de Sistemas SilvoPastoriles y cortinas boscosas que sean corredores biológicos (en ecorregiones de Bosque Seco, Bosque Amazónico y Chaco) o el conocimiento del forraje de la pradera natural (en la Sabana Inundable y el Cerrado),
3. la eficiente gestión del suelo y
4. la eficiente gestión del agua.
Avanzar en este proceso, que cuenta con fondos internacionales de apoyo, permitirá también la transición de la ganadería de prácticas de no manejo de pequeños productores, de comunidades y en praderas naturales a adoptar BPG como primer paso hacia la ganadería sostenible.
La otra gran urgencia es que todos encaminemos acciones hacia el mismo objetivo. Ya no es posible que existan ganaderos para los que el medio ambiente es un tema de menor importancia, ni falsos ambientalistas que propagan falacias sobre el agronegocio sin proponer actividades productivas viables.