Bolivia: territorios indígenas acorralados por la expansión agrícola de una comunidad menonita

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La incursión de menonitas está llegando a un territorio indígena intangible, que es San Antonio de Lomerío, el primer municipio indígena de Bolivia. La plataforma Global Forest Watch ha detectado más de 42 mil alertas de deforestación en los límites del territorio en el último año.

En “Chihuahua” la vida tiene su propio ritmo y se aprecia esa mezcla de lo moderno con algunas tradiciones menonitas: a un lado carros tirados por caballos llegan a un predio en medio de la llanura. Al frente, un vehículo casi moderno se estaciona en una vivienda estilo chalet. Así es la vida en esta colonia ubicada en el municipio de Cuatro Cañadas en la región oriental de Bolivia. Sus 280 familias son llamadas rebeldes de esta larga tradición de vida basada en la estricta aplicación de la religión. Pero eso parece no importarles.

Dominan el negocio agroindustrial y son expertos en el cultivo de soya. En sus calles, vigiladas como si fuera un cuartel militar, hay maquinaria pesada de lujo. Así viven, con teléfonos celulares en mano y muchos ya no optan por su tradicional indumentaria. Y así también van expandiéndose y comprando tierras para agrandar su frontera agrícola, dejando árboles caídos como si fueran piezas de dominó.

Mongabay Latam llegó hasta la colonia Chihuahua. Este espacio menonita –fundado en 1989 y con 33 años de vida- está ubicado a 132 kilómetros de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra. Existe un control estricto en cada ingreso. Barandas metálicas impiden una circulación normal. Hay tecnología de punta. Cámaras de vigilancia, comunicación inmediata y guardias de seguridad están en cada portón de ingreso. Esta colonia parece una urbanización cerrada.

A unos 20 minutos del centro de Chihuahua -con calles en perfecto estado- la maquinaria continúa derribando todo lo que está a su alcance. Los comuneros de la zona dicen que estos nuevos desmontes ocurren dentro del territorio de la comunidad San Miguelito y que los menonitas están detrás de estas actividades. En ese espacio deforestado se piensa cultivar soya, luego vender el grano a grandes industrias agrícolas. Pero también es una zona ganadera que busca ganar terreno.

Algunos de los comuneros ya fueron convencidos de vender sus propiedades a empresarios agroindustriales y menonitas, mientras otros se resisten a ceder sus zonas, aunque sostienen que lo ven casi inevitable.

“Se están acercando desde la colonia Chihuahua. Están los menonitas, que son los que cultivan soya y otros granos, pero también hay empresarios ganaderos. Acá existe división, pero muchos ya cedieron y dejaron sus tierras. No sé cuánto les pagan, pero hay unos pocos que resistimos”, dice Marco Vera, quien vive en San Antonio de Lomerío y que tiene predios en San Miguelito, la comunidad que pertenece al municipio de Cuatro Cañadas de Santa Cruz.

¿Cómo se expande la comunidad de Chihuahua en este rincón del departamento de Santa Cruz?
Una amenaza latente
San Miguelito ha perdido hasta el nombre: la nueva colonia menonita instalada dentro lo usa ahora. En un recorrido por la comunidad confirmamos que quedan muy pocas casas y que esas tierras no son más que la continuación de la colonia menonita Chihuahua. Ahí pronto se instalarán más familias menonitas y empresarios ganaderos. Mientras estuvimos en la comunidad, la maquinaria nunca dejó de operar y de despejar el campo para la agricultura.

Lo preocupante es que esta deforestación se acerca peligrosamente al Territorio Comunitario de Origen (TCO) de San Antonio de Lomerío, el primer municipio autónomo indígena de Bolivia. Las TCO en Bolivia son los espacios en los cuales los pueblos y comunidades indígenas han tenido tradicionalmente acceso con su organización económica, social y cultural. Son inalienables, indivisibles, irreversibles, colectivas, inembargables e imprescriptibles. Aun así, la maquinaria va acercándose, mientras sigue devorando árboles sin piedad.

María Choré es la presidenta del Consejo Consultivo Autonómico del Territorio Indígena de la Nación Monkoxi de Lomerío. La dirigente lamenta que la ambición y los negocios agroindustriales están dividiendo y destruyendo varias comunidades y se están acercando a la TCO. Choré pidió a las autoridades realizar acciones tempranas para evitar el desmonte de zonas protegidas.

“Nuestro territorio, el primero en declararse indígena en Bolivia, está en peligro porque atravesamos problemas con la minería, avasalladores [invasores] y negocios agroindustriales, ya que están por ingresar a nuestro territorio que es autónomo”, dice Choré, preocupada por cómo su territorio ha terminado rodeado de grandes campos de cultivo.

El temor de Choré es fundado si se considera la expansión de las colonias menonitas y las empresas ganaderas en el área. Gonzalo Colque, investigador de la Fundación Tierra, una organización que tiene como tema central el desarrollo rural sostenible y atención a la población indígena, originaria y campesina, detalla que en la actualidad en Bolivia existen más de 100 colonias menonitas y que casi todas se dedican a la producción de soya. Incluso Colque añade que algunas de estas colonias se transformaron en empresas agrarias y que compraron terrenos dentro de tierras fiscales, como es el caso de la colonia Valle Verde, en el departamento de Santa Cruz.

“Cada lugar que adopta la forma de una brecha de penetración de la frontera agrícola tiene comunidades menonitas, tienes desmontes (deforestación), y en esas zonas mayoritariamente hay producción de soya”, indica el experto. Para Colque observar las actividades de la colonia es una forma de entender las tendencias en la ocupación, deforestación y pelea por la tierra en Bolivia.

“Nos movemos hacia San José de Chiquitos y hay menonitas, nos movemos al Chaco (boliviano) y también hay menonitas. Por ejemplo, la cantidad de tierras que están utilizando los menonitas alrededor de la laguna Concepción es enorme, se metieron dentro de la zona de área protegida”, destaca en diálogo con Mongabay Latam.

La ocupación menonita es señalada por expertos, autoridades y comunidades como la principal causa por la que la laguna Concepción, en la Chiquitania boliviana, está seca. El cuerpo de agua desapareció lentamente y ahora nadie se responsabiliza de la catástrofe ambiental.

Concepción es uno de los espacios naturales más representativos del departamento de Santa Cruz, por ello en mayo de 2002 se convirtió en un sitio RAMSAR, categoría internacional que recibe algunos humedales por ser importantes reservas de agua y biodiversidad. En julio de ese mismo año, además, la Alcaldía de Pailón decidió crear el Área Protegida Municipal Laguna Pailón.

La pérdida de cobertura forestal y la contaminación, sin embargo, han ido dañando lentamente la laguna. Según una investigación realizada por la Fundación Tierra sobre la deforestación en Bolivia, los menonitas construyeron canales que terminaron llevando todos los químicos que usan para cultivar hasta el cuerpo de agua. Así, poco a poco y sin atención, indica el reporte, la laguna se secó. Hoy es solo un espacio inmenso de tierra y en sus alrededores solo hay desmontes.

Colque pone como ejemplo el caso de la laguna Concepción como una de las acciones de los menonitas que van en contra del medio ambiente. Y también como una de las inacciones del Estado.

Mongabay Latam publicó en 2020 la historia de la Laguna Concepción, la cual ya tenía problemas de deforestación fuertes. En ese momento informamos que entre enero y octubre de ese año se habían registrado 11 693 alertas de deforestación según la plataforma de monitoreo satelital Global Forest Watch (GFW). Entre octubre de ese año y octubre de 2022, las alertas acumuladas suman 16 410.

Las alertas de deforestación se encienden
En San Miguelito a simple vista parece que todo estuviera bien. Los árboles se ven en pie a lo largo del camino de tierra que conduce al área deforestada. Tras esa cortina verde, sin embargo, el ruido de los motores es solo la antesala a la maquinaria que avanza sobre un inmenso campo. Las líneas de deforestación son las típicas que aplican los menonitas para cultivar sus áreas. En el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) explican que en el caso de San Miguelito, la deforestación ocurre dentro de un área privada y que no es parte de una tierra fiscal o área protegida.

Marco Vera, comunero del lugar, admite con resignación que una mayoría decidió vender sus predios a menonitas y empresarios ganaderos. Sin embargo, en este momento, su preocupación no es solo por San Miguelito sino también por los riesgos que existen de que el problema alcance al TCO San Antonio de Lomerío que forma parte de la Chiquitania boliviana.

“Existen riesgos porque San Antonio de Lomerío es un territorio indígena y tiene protección por ley. En Lomerío se cuidó por años nuestro territorio y hay algún temor por el ingreso de menonitas. Unos de los riesgos son la deforestación y los incendios provocados”, lamenta Vera.

En Mongabay Latam también utilizamos GFW para analizar la situación de deforestación en los alrededores del territorio indígena San Antonio de Lomerío. Lo que encontramos es que está cercado: entre el 1 de enero y el 4 de octubre de este año se registraron 329 781 alertas de deforestación. Estas comenzaron en abril y se aceleraron entre julio y septiembre de este año.

En el caso de la zona norte, se hallaron 201 896 alertas en el último año en un área manejada por empresarios ganaderos; mientras que en el sur, donde están ubicadas las comunidades menonitas de Chihuahua y la que está asentada dentro de San Miguelito, se hallaron 50 296.

 

 


Los predios anteriores a San Antonio de Lomerío son manejados tradicionalmente por colonias menonitas. La más cercana es Chihuahua y se conoció que en este lugar se piensa fundar una nueva colonia que llevaría el nombre de San Miguelito, según explicaron comuneros de la zona.

Colque detalla que en algunas colonias menonitas hay sobrepoblación de habitantes, por lo que deciden expandirse: compran tierras y de inmediato instalan cosechadoras, tractores y sembradoras, todo un proceso mecanizado desde la preparación del terreno hasta la cosecha. Eso es lo que está pasando en San Miguelito.

Ahí, la vegetación será reemplazada por extensiones de soya, sorgo, maíz y girasol, que son los principales cultivos de los menonitas. Y a esta actividad agrícola hay que sumarle la ganadera que se enfoca en la producción de leche y sus derivados. En los alrededores de San Miguelito la deforestación es inmensa.

Mongabay Latam intentó dialogar con los representantes de la colonia Chihuahua, pero se negaron a conversar y mandaron mensajes de negativa con dos miembros de la comunidad.

Su llegada a Bolivia
Los menonitas están en Bolivia desde 1954. Desde entonces sus principales asentamientos se han consolidado y esparcido en toda la zona de expansión cruceña; es decir, en la región boliviana que concentra más de dos tercios de las tierras cultivadas y donde predomina el modelo agroindustrial a gran escala orientado a la producción para la exportación.

Dos corrientes de opinión contrapuestas califican a los cerca de 120 000 menonitas en Bolivia. Por un lado, los sindicatos campesinos y algunas instituciones ambientalistas los acusan de ser acaparadores extranjeros de tierras, las cuales por derecho pertenecerían a comunidades indígenas y campesinas.

También piensan que son responsables de la masiva deforestación -especialmente en el departamento de Santa Cruz- y de otros daños al medio ambiente. Por otro lado, los empresarios, los gobiernos locales, el sector transportista y algunas comunidades locales, salen en defensa de las colonias existentes en el país.

La mayor expansión de los menonitas en Bolivia se dio a partir de 1990, aprovechando un programa de ampliación de la colonización financiado por el Banco Mundial. Unos 10,000 de ellos se instalaron cerca de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, donde adquirieron inicialmente unas 70,000 hectáreas de ganaderos y pequeños propietarios.

Este núcleo se expandió y multiplicó rápidamente en el departamento de Santa Cruz y, en mucho menos proporción, en otras regiones, como Beni y Tarija. En 2008 se calculó que la población menonita alcanzó 57,375 habitantes. A 2015 existían 57 colonias o emprendimientos menonitas en el país, según un trabajo del investigador Adalberto Kopp que fue publicado por la Fundación Tierra en 2015.

Hoy habitan en Bolivia alrededor de 150,000 menonitas en al menos 120 colonias, muchas de ellas con la misma rigidez religiosa y de tradiciones, según un trabajo de William Kehler, un menonita que radica en el país desde hace 30 años. De acuerdo a un estudio realizado por la investigadora Alle Rechte en 2019, hasta ese año las colonias llegaban a 106.

“No hay una política agraria ni de desarrollo rural que diga cuántos menonitas hay, dónde están y qué tipo de propiedad deben tener”, remarca Colque. Según la investigación de Kopp, más del 90 por ciento de las colonias menonitas, en términos de superficie y población, se concentra en el departamento de Santa Cruz. Estos grupos están en los seis municipios de las tres regiones de mayor dinámica expansiva de la frontera agrícola cruceña: Pailón y San José de la Chiquitania; San Julián y Cuatro Cañadas en el norte; y Cabezas y Charagua en el Chaco boliviano.

Después de los bolivianos y de los brasileños, los menonitas de Santa Cruz son quienes más superficie de soya cultivan en el país. Alrededor del 16% de la soya que se siembra en Bolivia corresponde al trabajo de estas colonias, según Adalberto Kopp. Luego están productores argentinos, japoneses y de otras nacionalidades.

Expertos en compra de tierras
Los menonitas, en todas las etapas de su instalación en Bolivia, accedieron a la tierra por compras que fueron operadas por sus delegados, sea desde el exterior o desde las colonias ya existentes en el país, indica Adalberto Kopp en la investigación trabajada para la Fundación Tierra. En el mismo informe se explica que siempre tuvieron la asistencia de asesores jurídicos como intermediarios entre vendedores y compradores; además que como pago servían los fondos previamente recolectados entre ellos. Asimismo, que las transacciones se desarrollaron –y se siguen desarrollando- entre privados, sirviendo de respaldo legal los contratos entre las partes.

Eulogio Núñez es el director nacional del Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), un especialista en el tema agrario que antes de asumir este cargo público –desde febrero de 2021- tenía una visión negativa sobre los menonitas: los acusaba de ser parte de la red dedicada al tráfico de tierras.

“En relación al acceso y tenencia de la tierra, con conocimiento de causa, debo afirmar que la mayoría de la alta jerarquía religiosa de las colonias menonitas, sus ministros, son parte importante de la cadena del tráfico de tierras en el oriente boliviano”, decía en 2020 en una conferencia de prensa cuando era director de la organización Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA).

El funcionario recalcaba que una gran parte de las tierras que poseen los menonitas fueron adquiridas de forma ilegal y que las ocupaciones afectaron, principalmente, a las demandas de las TCO de las zonas bajas de Bolivia.

Hoy, esa visión no termina de erradicarse en Núñez, aunque ahora es más cuidadoso al referirse sobre este grupo. El director del INRA pone como ejemplo un último evento relacionado con los menonitas. El caso concreto es el de la colonia Valle Verde, ubicada en la comunidad de Quimome, en el municipio de San José de Chiquitos. Núñez acusó a esta colonia de “avasalladores” (invasores) por extenderse más allá de lo permitido. Este problema sucedió en febrero de esta gestión.

“(Esta colonia) tuvo que retroceder un poco. Intentaron extenderse más allá de lo legal y eso no está permitido. Incluso, donde querían extenderse es una tierra fiscal”, detalló Núñez en un evento público. El funcionario acotó que “no vamos a permitir avasallamiento de tierras fiscales, no es que se los llevó a otro lado, sino que ellos tienen que retornar a su antigua colonia, ellos se extendieron más de lo que tenían permitido”.

Núñez detalló que actualmente existen en el departamento de Santa Cruz 51 predios con indicios de irregularidades. El funcionario señaló que no todos estos predios son de propiedad de menonitas y que ya se hizo la notificación al Viceministerio de Tierras para que haga las demandas ante el Tribunal Agroambiental. En total son 269,209 hectáreas de medianos y grandes propietarios, dijo Núñez, quien acotó que en ese grupo hay líderes de algunas colonias.

Desde el Viceministerio de Tierras se oficializó que existen demandas ante el Tribunal Agroambiental. Este proceso se realizó en mayo de esta gestión y en el Tribunal Agroambiental no se emitió todavía ningún veredicto.

En el caso de la comunidad Valle Verde, según el INRA, avasallaron tierras fiscales otorgadas al Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF) en calidad de usufructo y autorizadas a la Comunidad Campesina Agropecuaria “19 de Noviembre” en diciembre de 2002.

En Bolivia, el 30 por ciento de las tierras rurales son fiscales, que suman 26,7 millones de hectáreas. De ese total, 22,6 millones no están disponibles porque implican a parques, áreas protegidas y cuerpos de agua.

Actualmente, queda un millón y medio de tierras fiscales disponibles para efectuar la rotación.

Eufronio Toro, experto en temas agrarios que fue parte de la organización privada boliviana Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), explica que el crecimiento poblacional de las colonias menonitas y su capital acumulado, producto de la actividad agropecuaria, hace de este sector un potencial riesgo para la concentración de tierras a través de la compra a privados, la expansión de la frontera agrícola hacia las TCO y el cambio del uso de suelos.

La Fundación Tierra señala que se han visto casos en los que algunos menonitas se han hecho pasar por campesinos con el fin de obtener títulos de tierras para luego explotarlas. Ya sucedió con Valle Verde y antes con la colonia Fresnillo, que también acudió al Tribunal Agroambiental para intentar beneficiarse con un fallo a su favor. En el afán de consolidar más de 15,000 hectáreas en el municipio de Pailón, en Santa Cruz, entre los años 2016 y 2018, esta colonia exigió su admisión en el trámite del INRA como una comunidad campesina. Pero no tuvieron suerte.

Los menonitas están en Bolivia desde 1954. Desde entonces sus principales asentamientos se han consolidado y esparcido en toda la zona de expansión del departamento de Santa Cruz y son uno de los principales artífices del modelo agroindustrial a gran escala orientado a la producción para la exportación de granos. Son también acusados de ser responsables de tumbar miles de árboles para dejar un suelo agrícola apto y cuentan con el dinero necesario para seguir comprando tierras.

Fuente: El Deber