La ola inflacionaria golpea al 94% de los países de ingreso bajo, al 89% de los de ingreso medio bajo y al 83% de los de ingreso medio alto. El Gobierno garantiza precios estables a través de subsidios y controles para evitar el agio y la especulación.
El Índice de Precios al Consumidor (IPC) de la división de alimentos se desbocó en el primer semestre de este año por causa de los efectos de la pandemia, del cambio climático y del conflicto bélico entre Ucrania y Rusia en la cadena alimentaria mundial, y pese a las medidas de protección implementadas por el Gobierno.
“El Estado garantiza la estabilidad en los precios de los alimentos mediante subvenciones” a cultivos estratégicos como el maíz y el trigo, “y realizando controles para evitar el agio y la especulación, además de otras medidas complementarias”, informó el lunes pasado el Ministerio de Economía, que reconoció que los precios de los alimentos se han disparado en el mundo.
Dos días después, el Instituto Nacional de Estadística (INE) reportó que el IPC general a junio registró una variación positiva de 0,39% respecto a mayo y que los productos que más aumentaron de precio son la cebolla, la zanahoria, los quesos, la papa, el plátano y el tomate.
Este aumento mensual del 0,39% es el mayor en lo que va del año y se explica por los incrementos de precios en las divisiones de alimentos y bebidas no alcohólicas (1,13%), bienes y servicios diversos (0,33%) y alimentos y bebidas consumidos fuera del hogar (0,24%), entre otros.
Carla Cordero, analista en políticas sociales de la Fundación Jubileo, detalló que a junio pasado la variación acumulada del IPC general llegó a 1,18% y a 2,31% en el caso del IPC de alimentos.
“Es la mayor inflación en el IPC de alimentos en los últimos cinco años”, subrayó la investigadora, quien precisó que ese indicador se situó en 0,57% en 2021, en 0,17% en 2020 y en 1,58% en 2019.
El Banco Mundial alertó el 22 de junio que los precios de los alimentos aumentaron “bruscamente” debido a los elevados precios de los insumos que, combinados con los altos costos del transporte y las interrupciones del comercio provocadas por la guerra en Europa, están aumentando el costo de las importaciones.
“Esto afecta más a los países pobres y en desarrollo, que son los que más dependen de las importaciones de alimentos”, apuntó.
Detalló que el 94% de los países de ingreso bajo, el 89% de los de ingreso medio bajo, el 83% de los de ingreso medio alto y el 70% de los países de ingreso alto experimentan una elevada inflación de los precios de los alimentos (más del 5%), registrando muchos de ellos una inflación de dos dígitos.
“En la mayoría de los países, la inflación de los precios de los alimentos superó la inflación general”, precisó la multilateral.
Esa es la situación de Bolivia. “La crisis de la pandemia y la crisis de la guerra (en Europa) están haciendo que el costo de vida sea mucho más elevado”, afirmó Fernando Romero, presidente del Colegio de Economistas de Tarija.
“La capacidad adquisitiva no es la misma que hace cinco años y eso se puede ver en el incremento de 40% en el precio (acumulado respecto a 2016) de la educación primaria”, indicó Cordero.
Efectos en la canasta básica
Según la investigadora de la Fundación Jubileo, el impacto del aumento de precios en los productos alimenticios es mayor en los hogares más pobres, que destinan el 41,8% del total de sus ingresos mensuales a la compra de artículos de la canasta básica.
Esta canasta básica representa el consumo mínimo aceptable que cada persona debe tener para satisfacer sus necesidades nutricionales diarias, pero no es el único gasto que realizan las familias, las cuales deben asegurar otros gastos esenciales como vestimenta, salud, educación, servicios básicos y vivienda.
Por ello, hay hogares “que no tienen ingresos suficientes para comprar una canasta básica de alimentos”, observó Cordero.
En 2019, el Gobierno informó que una canasta básica para una familia de cuatro personas se podía adquirir con Bs 1.600 en el área urbana, un monto que este año está en Bs 1.738, lo que significa Bs 14 diarios por persona.
Para Romero, el monto de la canasta básica “es un poco mentiroso”, porque no garantiza la calidad nutricional de los alimentos para la población. “El almuerzo más barato cuesta más de Bs 10 en los mercados locales”, remarcó.
“La afectación de la inflación a los ingresos y condiciones de vida de la gente puede ser muy fuerte”, expresó Carlos Arze, investigador del Centro para el Desarrollo Laboral y Agrario (Cedla).
“El rubro alimentos es el principal de los gastos del hogar; más aún en el caso de las familias pobres, que destinan gran parte de sus pocos ingresos a la alimentación”, ratificó.
En el caso de los hogares que no se encuentran en extrema pobreza, el alza de los alimentos hará que tengan menos dinero para destinar a otros gastos, ya sean esenciales o no esenciales.
La familia Gutiérrez, por ejemplo, destinaba en Santa Cruz aproximadamente Bs 1.800 al mes para la compra de alimentos para tres personas, pero ahora ese gasto está entre Bs 1.950 y 2.000. “Estamos en emergencia porque lamentablemente no hay autoridad que controle los precios en este momento, ni las alcaldías, ni la gobernación ni el gobierno nacional mucho menos. Por eso, nosotros vamos a hacer respetar los precios”, advirtió Benjamín Cáceres, presidente de la Confederación Nacional de Juntas Vecinales de Bolivia (Conaljuve).
Cordero explicó que la pérdida del poder adquisitivo en los hogares, producto del alza de los alimentos, es mayor si se suma el hecho de que un 80% de la población ocupada del país cuenta con un empleo informal y, por lo tanto, con ingresos irregulares.
“Lo cierto es que no hay economías blindadas ni nada por el estilo (…). Al subir el petróleo y las materias primas, suben todos los bienes y servicios a nivel mundial. Y no vamos a estar siempre protegidos por el tipo de cambio, las devaluaciones en los países vecinos y el contrabando”, afirmó Romero, quien agregó que “recién estamos viendo la cresta del tsunami de este proceso inflacionario”.
Este incremento de precios, no obstante, no será igual en las diferentes regiones del país, como en Tarija, departamento que es muy dependiente del contrabando, por lo que en ese caso los precios “puede reflejar una tasa muy baja respecto al resto del país”, sostuvo.
El alza de precios en productos de la canasta básica fue uno de los temas que se abordó en la última reunión del comité ejecutivo de Conaljuve, que no descarta movilizaciones si las autoridades no toman cartas en el asunto.
Vulnerabilidad
“Lamentablemente, al Gobierno no le preocupa conversar con los panificadores y con otros sectores para tratar de mantener el precio de la canasta familiar. Las dirigentes vecinales, que son amas de casa, andan quejándose del incremento disimulado (de precios) en los mercados y no hay quién le ponga coto” a esta situación, insistió Cáceres.
Una muestra de la inflación alimentaria en el sector productivo es la intención de los panificadores de elevar el precio del pan hasta a Bs 0,80, debido al aumento de la harina, la manteca y otros insumos para la elaboración de ese alimento de primera necesidad, insumos que llegan al país vía importación o contrabando.
“La inflación actual refleja el tipo de economía de Bolivia, con un tipo de cambio fijo, subvencionada y que en cierto grado sostiene sus precios bajos con el contrabando”, afirmó Romero.
“La subvención de algunos sectores, como la harina, no resuelve las presiones sobre los precios, pues solo abarca a una parte de los productores de pan”, dijo Arze.
“Al menos un 70% de la economía boliviana consume cosas de afuera, ya sean las familias, las empresas o el propio Estado, porque no tenemos la capacidad de satisfacer nuestra propia demanda”, sostuvo Romero.
Consultado sobre este tema, Nicanor Baltazar, secretario de Organización de la Central Obrera Boliviana (COB), informó que la institución aún no evaluó los precios del mercado. “No hemos tocado ese tema desde finales de mayo, cuando solamente hemos pedido la reposición (salarial). Tampoco hemos salido al mercado. Ahora vamos a ver si hay una subida de precios”, indicó.
El Banco Mundial sugiere a los encargados de formular las políticas abstenerse de implementar “políticas distorsionadoras”, como controles de precios, subvenciones y prohibiciones de exportación, que podrían acrecentar el reciente aumento en los precios de los productos básicos.
En el contexto complejo de una mayor inflación, un menor crecimiento, una situación financiera más restrictiva y un limitado espacio para la política fiscal, los Gobiernos deberán redefinir la prioridad de los gastos para orientarlos a brindar apoyo específico a poblaciones vulnerables, añade.
Cordero consideró necesario establecer en Bolivia mecanismos para el control de precios de los alimentos y políticas para garantizar a los hogares una alimentación completa y saludable.“Así se evitará que las familias más pobres caigan en la desnutrición y disminuyan la cantidad habitual de alimentos saludables que consumen”, sostuvo.
Fuente: El Deber