Crear responsabilidades para evitar riesgos a la salud por el uso de pesticidas es lo que se busca con esta campaña que promueve soluciones como el uso de la agroecología. En Argentina, por ejemplo, aplican un modelo agroindustrial basado en cultivos transgénicos dependientes de agrotóxicos, con el glifosato entre los más usados, elementos dañinos para la salud.
Hasta el 30 del mes de marzo se celebra una nueva edición de la Semana Internacional Sin Pesticidas, una campaña dirigida a generar conciencia acerca de los riesgos para la salud y el ambiente de los pesticidas químicos y promover soluciones alternativas, como la agroecología.
Los pesticidas se utilizan para proteger los cultivos de los insectos, las malas hierbas, los hongos y otras plagas. Pueden ser tóxicos para el ser humano y causar efectos tanto agudos como crónicos sobre la salud, en función de la cantidad y del modo de exposición.
Este tema referido a la eliminación de estos elementos, muchos de los cuales son cancerígenos, tiene respaldo en todos los países del mundo como en la Argentina.
En esa nación desde 1996 cuentan con un modelo agroindustrial basado en cultivos transgénicos dependientes de agrotóxicos, con el glifosato entre los más usados que resultan muy dañinos a la salud de los seres humanos.
El modelo en referencia genera que ese país tenga la tasa de aplicación por persona más alta del mundo: 12 litros por persona por año.
Gracias a ello, los agrotóxicos están hoy en día presentes en los cuerpos, en el aire que se respira, en el agua que se bebe y en los alimentos que se consumen.
Por ello, los agrotóxicos no solamente afectan a quienes viven en entornos rurales, sino también a quienes habitan en zonas urbanas y en las grandes ciudades.
En 2019, el Senasa encontró 80 agrotóxicos en frutas y verduras, de los cuales 49% son cancerígenos y 47% no se encuentran autorizados en la Unión Europea.
Es por esta razón que se promueve el uso de la agroecología como alternativa, como solución que favorece tanto a productores y consumidores como al ambiente.
Esto implica un conjunto de conocimientos ecológicos puestos al servicio de una técnica de producción de alimentos en la que no se utilizan agrotóxicos ni organismos genéticamente modificados y donde no se explota a los otros seres.
Aspi se produce una producción en armonía con la naturaleza y los procesos naturales y que responde a las necesidades locales de alimentación humana y con metas globales de la humanidad: no genera contaminación, no agota los suelos, produce una variedad de alimentos que cubre la dieta humana (vegetales, cereales), favorece la biodiversidad y ayuda a mitigar y adaptarse al cambio climático.
Fuente: Biodiversidad /Plataforma Socioambiental
Redacción: Publiagro
