La escasez de otro producto y la alta demanda de China e India están detrás del salto en los precios. Bolivia no ha logrado aprovechar los aumentos debido a la baja producción por no contar con la biotecnología, de acuerdo a la Anapo.
El conflicto entre Rusia y Ucrania se reflejó en la interrupción del suministro de aceite de girasol, impulsando la demanda de aceites sustitutivos. Los dos países juntos representan el 77,25% de las exportaciones mundiales del producto, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (Usda).
En Bolivia, no se ha logrado aprovechar ese aumento en los precios mundiales. Así, desde la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo) estiman que el país perdió al menos US $600 millones en los últimos años (2021 y 2022) por la restricción al uso y adopción de la biotecnología para aplicar en los campos de cultivo.
China e India buscan el aceite de soya
Ante la menor oferta, los grandes consumidores del subproducto (especialmente India y China) están migrando a otros aceites vegetales, como el aceite de soya, y orientando así su demanda. para América del Sur.
Las exportaciones brasileñas de aceite de soya a la India en enero y febrero de este año representaron el 28,38% de las importaciones totales en 2021.
Así, los precios del derivado en Mato Grosso mostraron aumento del 14,96% en la primera mitad de 2021 a marzo de 2022 en comparación con el promedio del mes anterior, alcanzando 8.849,50 reales la tonelada.
Finalmente, si la guerra continúa, India debería seguir utilizando aceite de soya brasileño, factor que podría sostener los precios en los próximos meses de 2022.
Fuente: Canal Rural
Redacción: Publiagro