Muchas especies animales han logrado convivir con la contaminación que genera el hombre. Investigaciones descubrieron que los microbios que viven en los océanos y los suelos de todo el mundo pueden evolucionar para comer plástico
Las condiciones para el desarrollo de la vida se ven muy deterioradas, debido a la contaminación provocada por el hombre en forma de smog, aguas residuales industriales, vertidos de fertilizantes, densos mantos de plástico oceánico, y mucho más.
Algunas especies han encontrado formas de convivir con la contaminación que ha llegado a formar parte de su entorno, antes limpio, e incluso han logrado adaptarse, según lo publica un interesante estudio de la agencia alemana de noticias DW.
Investigadores de la Universidad Tecnológica de Chalmers, en Gotemburgo (Suecia), descubrieron que los microbios que viven en los océanos y los suelos de todo el mundo pueden evolucionar para comer plástico, especialmente si viven en ecosistemas con un alto nivel de contaminación por dicho material.
Se analizaron muestras de ADN microbiano recogidas en cientos de lugares de todo el mundo, y se encontraron más de 30.000 enzimas diferentes que podían degradar 10 tipos de plástico.
Aunque algunas de estas enzimas ya se habían identificado en bacterias que viven en vertederos, la gran mayoría eran desconocidas.
Aún más impresionante fue el hallazgo de que la cantidad y el tipo de enzimas descubiertas en las muestras coincidían con la cantidad y el tipo de contaminación por plástico en los lugares de los que se tomaron.
El ADN microbiano recogido en los océanos, por ejemplo, mostraba más enzimas de degradación de plásticos en los niveles más profundos del mar, donde el grado de contaminación por plástico suele ser mayor. Según el estudio, esto sugiere «que el microbioma de la Tierra podría estar ya adaptándose a las tendencias actuales de contaminación por plástico a nivel mundial».
Con los millones de toneladas de este material que se vierten en el medio ambiente cada año, los microorganismos se enfrentan aparentemente a «presiones específicas suficientemente fuertes» para desarrollar esas enzimas que digieren el plástico.
Los hallazgos del año pasado no son los primeros que muestran la adaptación de las especies a la contaminación ambiental.
A medida que la industrialización y la contaminación atmosférica se intensificaron, cierta mutación genética que produjo una versión completamente negra de la polilla comenzó a propagarse dentro de la especie.
Una polilla moteada
Se les llama «carbonaria», a estas polillas que podían esconderse de los pájaros hambrientos más fácilmente en los paisajes industriales ennegrecidos.
Mientras que la polilla moteada blanca seguía siendo la forma común en el campo, la polilla color carbón se había convertido en la variante dominante en la región de Mánchester hacia 1900.
Peces en aguas tóxicas
Adaptarse genéticamente a hábitats muy contaminados puede ser claramente una ventaja evolutiva. Pero desarrollar la capacidad de existir en un entorno contaminado suele tener un costo.
Aunque ciertos cambios en el genoma pueden ayudar a una especie a resistir un contaminante específico, también pueden hacerla más vulnerable a otros factores de estrés ambiental.
Una especie con una gran población tiene muchas más probabilidades de desarrollar mutaciones genéticas que aumenten la resistencia a los factores de estrés ambiental.
Sin embargo, la mayoría de las especies amenazadas por las toxinas no tienen el tamaño de la población para desarrollar las mutaciones adecuadas. Limpiar los lugares contaminados y evitar la contaminación en primer lugar es la única manera de salvarlas.
Fuente: DW
Redacción: Publiagro