Ninguna colonia menonita se ha establecido en la Sabana Inundable debido a que la agropecuaria moderna industrial no se basa estrictamente en el Plan de Uso de Suelos (que puede ser hecho según diversos criterios, no siempre técnicos), ni en los Planes de Ordenamiento Predial (que en muchos casos son tergiversados), sino en un Plan de Negocios. Nadie se estafa a sí mismo usando un Plan de Negocios que no sea real.
No es negocio hacer agricultura en la Sabana Inundable porque las características edáficas de esta ecoregión condenan al productor a un solo cultivo que es el arroz. El drenaje deficiente impide rotarlo con soya, frejol, maíz o sorgo. Por eso sólo grandes inversiones (generalmente combinadas con ganadería) tienen cultivos de arroz en la Sabana Inundable (un 10 % de la superficie actualmente cultivada). Sin combinar con otros cultivos, no es viable para medianos ni pequeños productores. Todo esto sin mencionar los efectos que puede tener sobre el medio ambiente una alteración que posteriormente es abandonada. A esto se debe que tanto el Banco Interamericano de Desarrollo como el Banco Mundial, para otorgar salvaguardas ambientales en actividades agropecuarias, exigen Planes de Negocio.
Al no haber rotación de cultivos, los campos son invadidos por maleza, entre las cuales está el arroz rojo que es muy difícil de erradicar porque exige procesos costosos que ponen en negativo los números de un Plan de Negocios. A eso se añade que económicamente el arroz es riesgoso debido a que Bolivia es un país sin una política para la promoción y desarrollo de su cultivo. El arroz nacional está permanentemente afectado y amenazado por el contrabando. Estos y otros factores conducen a una deficiente calidad del arroz nacional que no permite competir con otros países productores por lo que, cuando hay excedentes, se dificulta su exportación.
La gran alternativa para desarrollar en el Beni la agricultura moderna industrial está en el Cerrado que es un área de más de 3 millones de ha al norte de las provincias Mamoré, Vaca Díez e Iténez. Precisamente por eso es que en esa ecoregión están instaladas otras colonias menonitas, al igual que en el Cerrado del departamento de La Paz, en Ixiamas.
El problema de la ecoregión del Cerrado beniano es su aislamiento del resto del país, lo que dificulta tanto el transporte de la producción hacia el mercado nacional como al exterior, así como la importación de insumos, entre los que son muy importantes los calcáreos para un eficiente manejo de suelos tropicales ácidos.
Por eso es fundamental impulsar lo que ya se está haciendo: puentes y barcazas para conectar ese territorio con Mato Grosso y Rondonia en Brasil e impulsar un gran intercambio comercial, además de viabilizar la hidrovía Ichilo-Mamoré conectando la región con el resto del país a través de Cochabamba y a otros mercados del Brasil por los ríos Madeira y Amazonas.
La Sabana Inundable del Beni es un territorio de gran potencialidad para desarrollar una ganadería sostenible adaptada a su ecosistema que permitiría al departamento liderizar la producción de ganado y carne en el país (hoy el Beni ha retrocedido al segundo lugar en tamaño del hato y a tercer lugar en la producción de carne).
La producción ganadera beniana debería estar especializada en cría y recría para dotar de ganado a confinamientos y frigoríficos que deberían instalarse en Puente San Pablo y San Joaquín, donde está la producción de soya, maíz y sorgo, fundamentales para la producción de alimento balanceado para el engorde (tal como hace la ganadería de la Chiquitanía de Santa Cruz que provee de ganado de cría a confinamientos y frigoríficos de Pailón y San Ignacio de Velasco).
El Beni puede ser un gran productor agropecuario del país con inversiones públicas en infraestructura y privadas en agropecuaria basada en ecosistemas con Planes de Negocio viables.