Diferentes instituciones, autoridades locales y líderes indígenas denuncian la presencia de asentamientos humanos, así como la deforestación constante en una nueva área protegida en Bolivia. Todos coinciden en que estas invasiones son avaladas por el Gobierno. ¿Qué está pasando en Bajo Paragua?
Habían pasado tres días desde la creación de una nueva Área Protegida Municipal en Bajo Paraguá, cuando los primeros episodios de ilegalidad aparecieron. Las invasiones y asentamientos humanos empezaron a abrirse paso en medio del bosque, y los árboles comenzaron a caer uno a uno. Los avasalladores o ‘colonizadores’, como los llaman en la zona, son señalados como traficantes de tierra que actúan con total impunidad y con el aval del gobierno de turno. Este conflicto tiene como escenario una selva virgen que debería ser protegida, pero que va cediendo a las presiones y abriéndole paso a los primeros cultivos de soya.
«La gente que quiere meterse acá, nunca ha vivido acá. Nosotros somos nacidos acá, criados acá y aquí nos vamos a morir, y nosotros tenemos derechos», exclama un poblador de la comunidad Picaflor, que es una de las cuatro comunidades indígenas establecidas en la zona protegida.
La nueva Área Protegida Municipal Bajo Paraguá San Ignacio de Velasco, que tiene también el título de Reserva Forestal Bajo Paraguá, está situada en el distrito del mismo nombre, provincia de José Miguel de Velasco, departamento de Santa Cruz en Bolivia. Fue creada el 12 de febrero de 2021 para proteger casi un millón de hectáreas —983.000 para ser más exactos— de bosques primarios de la Chiquitania. El ecosistema chiquitano ha sido uno de los más afectados por los incendios forestales de 2019 y 2020, alrededor de 8 millones de hectáreas perdidas que hoy confirman la urgencia de proteger este espacio natural boliviano.
El desmonte en el área protegida municipal de Bajo Paraguá afectó 67 hectáreas de la zona. Foto: Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC)
Cinco años esperó la población y las autoridades locales para que estos bosques sean protegidos y detener así el avance de la deforestación. Sin embargo, para Moisés Salces, exalcalde de San Ignacio de Velasco, municipio al que pertenece esta área protegida, sus planes de conservación no podrán ser efectivos mientras los invasores cuenten con el respaldo del Estado. Hasta la fecha, según la exautoridad provincial, y a pesar de las denuncias, no se ha abierto una investigación ni ordenado el desalojo de las personas que se han instalado ilegalmente dentro del área municipal.
«Es gente del Movimiento Al Socialismo (MAS), afín al Gobierno nacional, que da ofrendas partidarias otorgando terrenos, como ha hecho siempre. Son traficantes de tierras», acusa Salces, quien también denuncia que los asentados son personas con bienes de lujo, como vehículos de última generación, y que no son parte de la zona.
La pérdida de bosque no se ha detenido. Entre marzo de 2020 y junio de 2021 Mongabay Latam detectó, a través de la plataforma de monitoreo satelital Global Forest Watch, más de 698 mil alertas de deforestación GLAD solo dentro del Área Protegida Municipal Bajo Paraguá San Ignacio de Velasco .
¿Qué extensión de bosque se ha perdido y se está perdiendo desde la creación del área protegida municipal en Bajo Paraguá?¿De quién depende la conservación de esta área situada en una de las zonas más afectadas por los incendios en Bolivia?
Los letreros que se han ubicado para delimitar el área protegida han sido destruidos por los invasores. Foto: Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC)
Invasiones legalizadas y deforestación en avance
El Movimiento Al Socialismo (MAS) está liderado por el expresidente Evo Morales y ahora es el partido en función de gobierno. El actual mandatario boliviano, Luis Arce Catacora, es militante del MAS y fue el ministro de Economía durante el período de Morales. Tiene, además, una relación estrecha con los sectores sociales y campesinos que responden a la estructura de la organización política del movimiento.
Estos sectores son vinculados por expertos como Tito Arana, representante de la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC) en el municipio de San Ignacio de Velasco, como las organizaciones detrás del tráfico de tierras. Arana detalla que los invasores identificados dentro del área protegida son parte de sindicatos campesinos afines al MAS que lograron titular sus terrenos de manera rápida, algo que no pudieron lograr las comunidades indígenas que viven en la zona protegida.
Arana explica también que aunque algunos de los colonizadores se instalaron para trabajar las tierras ocupadas, este grupo es el más pequeño. La mayoría, según el experto de la FCBC, son «traficantes de la tierra» que invaden los terrenos para luego vender las parcelas a terceras personas. «Llegan con la documentación bajo el brazo directo a meterse a la tierra. Eso es lo preocupante, ya que hay comunidades chiquitanas desde hace 50 años que hasta ahora no pueden tramitar su documentación», explica Arana.
Uno de sus colegas, Oswaldo Maillard, coordinador del Observatorio del Bosque Seco Chiquitano de la FCBC, confirma que existe “un movimiento de colonización permanente” con personas que “se instalan en los bosques, los desmontan y luego venden esas tierras».
Los especialistas de la Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano han sumado a su experiencia en campo el análisis de la pérdida de bosque en el área. Un reciente informe publicado al inicio de 2021 con base en datos de un análisis satelital multitemporal, deja en claro que la deforestación empezó en noviembre de 2020, tras las elecciones presidenciales en Bolivia, y arrasó hasta el momento con 67 hectáreas ubicadas dentro de la zona protegida. Esta área afectada equivale a 77 canchas de fútbol reglamentarias.
Lo primero que detectaron fue la apertura de brechas o senderos con dirección al área municipal. Hasta el 7 de junio había tres brechas abiertas, así como tinglados o estructuras provisionales con techos rudimentarios que sirven para darle sombra a los trabajadores que han ingresado al área protegida de Bajo Paraguá. La primera brecha ha deforestado 67 hectáreas; la segunda se extiende a lo largo de seis kilómetros de forma lineal y la tercera abarca aproximadamente un kilómetro. La FCBC cree que el tinglado identificado podría ser el preámbulo a la apertura de una cuarta brecha.
Mongabay Latam detectó 698 606 alertas de deforestación desde marzo de 2020 a la actualidad, a través de la plataforma Global Forest Watch (GFW). El área deforestada se ubica dentro del Área Protegida Municipal Bajo Paraguá San Ignacio de Velasco y el pico de las alertas fue en la semana del 16 de noviembre, cuando se detectaron 460 143, el 65% del total registrado.
En 2021, el pico de la deforestación se registró en enero, con 15 715 alertas de deforestación. Y solo a mediados de junio, estas alertas llegaron a 1209, lo que indica que la deforestación continúa vigente. Esta información coincide con la identificada por pobladores de la zona, autoridades locales y el trabajo de monitoreo de los especialistas de la FCBC.
En doce meses, el panorama del área protegida ha cambiado drásticamente. Según la plataforma Global Forest Watch, se registraron cerca de 700 mil alertas de deforestación durante la pandemia hasta la actualidad. Imágenes: Global Forest Watch
Los colonos han tumbado árboles y abierto sendas que dañan el hábitat de Bajo Paraguá, confirman pobladores y expertos que han sido testigos de ello. Según habitantes de la zona incluso empiezan a verse cultivos de soya en algunos puntos, aunque en extensiones pequeñas. Además añaden que los caminos se abren para que ingresen vehículos y así puedan transportar la madera talada ilegalmente. Debido a la presión mediática y los reclamos de los habitantes, los puntos de avasallamientos van rotando. Los primeros espacios deforestados han quedado deshabitados y el 27 de mayo se volvió a registrar otra invasión aunque esta vez en la comunidad indígena Florida.
¿Qué es lo que se busca proteger?
Bajo Paraguá de San Ignacio de Velasco es un tesoro natural que resiste a las invasiones constantes dentro de su territorio. El bosque del área está tipificado como de transición entre el bosque seco y el bosque amazónico, llamado también bosque siempre verde estacional amazónico. Este tipo de bosque tiene una función importante para la región.
Las masas boscosas de esta reserva se consideran recursos estratégicos para la regulación del clima, la producción agropecuaria sostenible a pequeña escala y para asegurar la calidad de vida de las comunidades y población en general. Una especie que crece en toda la reserva es el árbol de Asaí (Euterpe oleracera), que da el fruto del mismo nombre y que es baya muy rica en antioxidantes que favorece la absorción de nutrientes, y a la que se le atribuyen propiedades antienvejecimiento. Esta fruta nace de una palmera que puede llegar a medir 20 metros de altura y que crece en Brasil, Trinidad y Tobago, Surinam, Guayana Francesa, Perú, Colombia, Venezuela y Bolivia. Además, existen árboles del tipo mara (Swietenia macrophylla), roble (Quercus robur) y cedro (cedrus) que son explotados ilegalmente por madereras que están en la zona.
Hasta 2012 se identificaron 79 especies de árboles, arbustos y palmeras de uso forestal y no forestal.
Los avasalladores construyen espacios temporales para descansar y alimentarse mientras realizan el desmonte. Foto: Alcaldía de San Ignacio de Velasco
Estos bosques son habitados por el jaguar (Panthera onca) y los escurridizos perros de monte (Speothos venaticus), dos especies de mamíferos grandes que requieren de grandes extensiones de territorio. Además, en el área habitan otros tipo de animales como el cerdo de monte, reptiles y aves, como picaflores y loros, que habitan en las copas de los árboles de Bajo Paraguá.
Toda esta diversidad de fauna y flora es clave para la vida de las cuatro comunidades que viven dentro del área protegida: Piso Firme, Florida y Porvenir, que mantienen una cultura chiquitana viva; mientras que Picaflor resguarda su identidad guarasugwe, un pueblo indígena que habita entre Bolivia y Brasil. Estas comunidades consideran que la mejor forma de enfrentar las invasiones y la deforestación por el cambio de uso de suelo es proteger estos bosques con ayuda de los diferentes niveles de gobierno.
Por eso emitieron un pronunciamiento para denunciar el tráfico de tierras y avasallamiento en el área protegida municipal Bajo Paraguá en el municipio de San Ignacio de Velasco. Los verdaderos dueños del territorio critican la inacción del Gobierno y también alzaron su queja por los saqueos que sufren en sus tierras.
Uno de los caminos tiene una desviación que quedó interrumpida. La mayoría de los caminos son rectos. Foto: Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano (FCBC)
“Somos víctimas de grupos organizados de traficantes de tierra que promueven el avasallamiento de nuestras áreas protegidas municipales y de nuestros territorios, y el saqueo de nuestros recursos naturales y que se siguen promoviendo asentamientos humanos ilegales y por ende expansión de la frontera agrícola”, dice el pronunciamiento.
Los pobladores indígenas denuncian también que la integridad de su territorio está en riesgo y “con ello se atenta a los derechos de vivienda, trabajo, cultura, dignidad, salud, educación y la existencia misma de los pueblos indígenas, todos ellos enunciados en la Constitución Política del Estado”.
vicos que no son funcionarios del Estado, pero que son elegidos por los pueblos como sus representantes para la defensa de sus territorios y fiscalización de proyectos, entre algunas tareas. En el caso de San Ignacio de Velasco, su líder cívico, Dino Franco, resalta que se emitieron votos resolutivos para que el INRA ingrese al lugar y verifique los asentamientos humanos en el área protegida. El dirigente dice que hasta la fecha no tuvieron respuesta.
«Estamos atentos a lo que pasa y no permitiremos más asentamientos en nuestra área protegida. No queremos que la política dañe nuestras zonas. Los que tienen avales políticos ingresan a una casa ajena para destrozarla», exclama el líder.
Un espacio construido por los colonos para protegerse del sol. Foto: Alcaldía San Ignacio de Velasco
Ruddy Dorado es alcalde de San Ignacio de Velasco desde hace dos meses. Una de sus primeras acciones fue ingresar al sitio de los avasallamientos en la zona protegida de Bajo Paraguá. El burgomaestre comprobó la situación del área natural y pidió a las autoridades nacionales que desalojen a los invasores que se han instalado en varios puntos del área.
«Quiero decirle que asumo el compromiso como alcalde (de San Ignacio de Velasco) en la defensa del medio ambiente y estamos en contra de los avasallamientos», resalta Dorado.
El alcalde explica que se tenía programada para el 6 de junio la visita del director del INRA, Eulogio Núñez, pero que esta visita fue suspendida porque el funcionario mandó una carta en la que se excusa de llegar a la zona debido a la pandemia.
«Reafirmamos nuestra voluntad de escuchar sus demandas, dar la información necesaria sobre el saneamiento y los procedimientos para la distribución de tierras…Y si la urgencia lo amerita, atenderlos por medios virtuales en la ocasión que se vea propicia», es uno de los fragmentos de la respuesta enviada por Eulogio Núñez al alcalde Dorado.
El problema del área protegida de Bajo Paraguá ha tenido tal resonancia en Bolivia, que hoy se discute en los pasillos de la Asamblea Legislativa Plurinacional. La diputada María René Álvarez, de la alianza Creemos, señala que ninguna autoridad les ha respondido “sobre el ingreso ilegal de asentamientos humanos y la construcción de brechas y caminos que se hicieron” y añadió que hicieron una inspección al lugar y mandaron peticiones al INRA, pero que “hasta el día de hoy el problema no ha sido resuelto ni respondido».
Un espacio construido por los colonos para protegerse del sol. Foto: Alcaldía San Ignacio de Velasco
En el MAS también existe preocupación. El diputado Rolando Cuéllar, que representa a Santa Cruz, pidió al INRA que verifique en la zona si es que existen los avasallamientos en una zona protegida. «Si hay avasallamientos ilegales, deben ser castigados», dijo enfáticamente.
La llegada de una comisión
Pedro Pereyra es el primer gran capitán de la Nación guarasugwe, el único pueblo indígena que habita en Bajo Paraguá. El dirigente relata que los ‘colonizadores’ ingresan a la zona con el aval de entidades gubernamentales y siente pena que exista un comercio de la tierra donde vive.
“Se pidió al INRA que llegue a la zona para que verifique la invasión a nuestro territorio. No llegan hasta ahora. Nosotros vivimos de nuestra tierra, mi familia cultiva el asaí, es nuestro sustento de vida. Y no puede ser que vengan los colonos y quieran cultivar soya a gran escala con la complicidad del Gobierno”, reprocha Pereyra.
Fue el 9 de junio que el gobierno recién dio un primer paso. Ese día una comisión de la Autoridad de Fiscalización de Bosque y Tierra (ABT) —que depende del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, y que está a cargo de las acciones de control de los sectores forestal y agrario— llegó al área protegida de Bajo Paraguá para paralizar los desmontes en la zona. Esta comitiva comprobó la presencia de los asentamientos y recalcó que no existe ninguna autorización para que se realicen desmontes en el área.
Los árboles de Bajo Paraguá son derribados por las personas que quieren ingresar al área protegida. Foto: Alcaldía de San Ignacio de Velasco.
“Al no contar las personas con autorización correspondiente, ni del INRA y tampoco de la ABT, al momento de la inspección en el área de desmonte, la comisión de la ABT levantó un acta de citación de comparendo para los responsables de este hecho”, explicó Jesús Fuentes, funcionario de la ABT de Santa Cruz.
En los últimos días se vivieron días tensos en la Chiquitania boliviana, zona que se levantó en contra de la invasiones y el tráfico de tierras. La cacique de Piso Firme, Hortencia Gómez, exigió la presencia de las autoridades nacionales para que identifiquen a los avasalladores.
“Estamos dispuestos a defender con uñas y dientes nuestro territorio. Queremos pedir a todas las autoridades, y al presidente (Luis Arce), que nos escuche y que haga respetar nuestro territorio de los avasalladores, que están poniendo llantas para que se queme nuestro territorio”, denunció Gómez a orillas del río Bajo Paraguá, donde se concentraron las comunidades del área para protestar.
Asimismo, el gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, opositor al partido de Evo Morales, anunció la conformación de una comisión departamental en defensa de los territorios de la Chiquitania. Y añadió que se realizará «una auditoría correspondiente a todos los avasallamientos, asentamientos y tráfico de tierras que se han puesto en conocimiento de la CAD (Comisión Agraria Departamental)”.
Los bosques de Bajo Paraguá, mientras tanto, van cediendo cada día. En la zona, las autoridades locales y comunidades indígenas permanecen alertas. Al interior los invasores buscan defender las tierras ocupadas. Y el Gobierno central aún sigue en busca de una solución.
Fuente: EL DEBER