Más de cincuenta mil abejas producen además de la deliciosa miel, numerosos derivados que son vendidos a turistas nacionales e internacionales que visitan la zona de San Pablo de Tiquina. El trabajo de las abejas garantiza dos tercios de la producción de alimentos en el mundo.


En la población de San Pablo de Tiquina, a orillas del lago Titicaca, está ubicado un centro apícola en el que un joven emprendedor atiende a más de 50 mil abejas que viven en sus colmenas y producen una rica miel destinada a satisfacer los paladares de cientos de habitantes del departamento paceño.
Se considera que las abejas están entre los animales más importantes del planeta y, sin dudas, ese vigoroso impulso de producción de su miel se puede apreciar en el referido centro apícola.
Las abejas son extremadamente sociables. Viven en colonias que se establecen en forma de enjambres y en los que se organizan en una estricta jerarquía de tres rangos sociales: la abeja reina, los zánganos y las abejas obreras.
Se conocen más de 20.000 subespecies distintas de abeja, divididas en siete familias reconocidas.
Un joven agrónomo del lago Titicaca tuvo su primera experiencia con abejas cuando era un estudiante y en poco más de un año comenzó a lograr un emprendimiento productivo con la miel y sus derivados a orillas del Titicaca.
En forma didáctica explica la variedad de productos, fruto del trabajo que lleva adelante para la obtención del apetecido y endulzado rubro alimenticio.
Al respecto mostró en unos envases de vidrio los productos que venden como son el pólen de las abejas, el bálsamo labial, el propileo y jaboncillos corporales, apenas son una parte de la extensa gama de productos que son producidos en ese centro.
Numerosos turistas nacionales y extranjeros visitan el apiario de este emprendedor trabajador para observar la labor que realizan las más de 50 mil abejas que vierten la miel extraída de cada colmena para que sea degustada por los visitantes. Se trata de una miel sacada directamente de los panales.
«La miel en el frasco tiene un proceso en cuanto a la separación de la cera de la miel» enfatiza.


Las abejas que viven y trabajan en grandes colonias son solo unas de las más de mil especies que están ubicadas en Bolivia.
En ese sentido otro productor explica que están allí cerca a las 600 especies, pero señala que con las que llegan de Perú y Brasil pueden superar las mil las especies que mantienen su incesante labor en ese centro de producción.
En los Yungas, así como en el departamento de Pando la producción de la castaña se sostiene en gran parte por el trabajo de las abejas nativas de esas regiones. Estos pequeños insectos suben más de 40 metros de los árboles de castaña y los polinizan para que pueda darse la producción de ese producto.
El cacao, el café y otros productos agrícolas también reciben el valioso aporte laboral de las abejas y, por supuesto, en el caso de las flores, es esencial.
Otro productor de la zona sostiene que sin las abejas no hubiese castaña y en general sin el concurso de ellas no había la generación de muchos millones de dólares anuales, por cuanto garantizan dos tercios de la producción de alimentos en el mundo.
El trabajo que realizan para polinizar miles de especies de plantas mantiene el equilibrio que el planeta requiere para la subsistencia de todos los seres vivos por lo que cuidarlas es fundamental.
«Es necesario mantener a las abejas, no solo en su hábitat y cultivar las flores, frutas con la finalidad de que ellas puedan realizar su trabajo», afirma con entusiasmo.
Uno de los trabajadores de la colonia explicó que las abejas no son en ningún caso agresivas y para demostrarlo se quitó la camisa, mientras centenares de ellas invadían todo su torso sin hacerle ningún daño físico.
«Son dóciles y solamente se les debe dar un manejo adecuado», agregó el apicultor para culminar el trabajo periodístico.
Fuente: Publiagro

