Por otro lado tenemos el agropecuario apasionado que se no mide y que hace las cosas como hace 50 años atrás, esto indudablemente no es bueno ni para el bolsillo ni para la tierra. Tarde o temprano dejará de ser agropecuario.
Equilibrio sería la palabra correcta, el verdadero agropecuario sabe que hay épocas de vacas flacas y época de vacas gordas, estadísticamente la agropecuaria es así, la agropecuaria que trasciende, es solo para aquellos que incorporan estos dos componentes la pasión acompañado de buenos resultados, rentabilidad.
Lo cierto es que la agropecuaria ha ido evolucionando a pasos agigantados en estos últimos años, incorporando tecnología, aumentando rendimientos, bajando costos, esto automáticamente nos hace más competitivos, sostenibles en el tiempo.
El agropecuario también aprendió con el tiempo que no somos dueños de la tierra, somos parte de ella.
Esto parece muy complejo de entender pero es mucho mas sencillo en la practica. Se trata de pensar en los que van a venir, en las futuras generaciones, cuidar nuestras tierras.
La única forma de transcender en el tiempo es siendo productivos, rentables, incorporando tecnología que nos permitan dejar tierra y trabajo para muchas generaciones más.
Esto solo se logra con una planificación estratégica, definir hacia dónde quiero llegar, cómo tengo que hacerlo, cuando tengo que hacerlo.
Hoy mas que nunca necesitamos, del buen agropecuario, de ese que no solamente es rentable si no que también es constante. Necesitamos un agropecuario que desarrolle un trabajo planificado, técnico apasionado.