La decisión del Gobierno de autorizar la libre exportación de productos agroindustriales representa una señal de incentivo y seguridad jurídica para los productores, quienes consideran que la medida permitirá salir del estancamiento económico por el que atraviesa el sector desde el año 2014.
Aunque una parte del sector avicultor manifestó su rechazo a la medida, con el argumento de que la libre exportación significará un incremento de precio de productos derivados de soya que son utilizados por los productores de pollo, cerdo y leche, un especialista descarta ese extremo y afirma que la medida es positiva porque permitirá el ingreso de más divisas.
El gerente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), Edilberto Osinaga, opina que el decreto que se prevé promulgar es una señal de seguridad para las inversiones, puesto que, a diferencia de antes, los productores tendrán la garantía de vender sus cosechas sin cambios en las reglas del juego.
Según el ministro de Desarrollo Rural y Tierras, Mauricio Ordoñez, el decreto contemplará inicialmente la libre exportación de productos como soya y sus derivados, azúcar, arroz, carne bovina, entre otros. La autoridad aclaró que la norma establece la provisión al mercado interno previa exportación.
Sin embargo, Osinaga considera que la norma debe ser complementada por otras medidas, como la búsqueda de mercados con protocolos homologados no solamente los productos mencionados, sino para otros provenientes de los valles y altiplano como piña, palmito, quinua e incluso carne de camélidos.
“Necesitamos como país, de forma urgente, incrementar nuestros ingresos”, agregó.
Por su parte, el presidente de la Federación Nacional de Avicultores, Edgar Sandoval, aseguró que el anuncio de liberar las exportaciones genera preocupación en este sector, puesto que eso representaría un aumento de precio de productos derivados como la harina de soya, que es utilizada como insumo alimenticio por los productos de pollo, cerdos y leche.
En consecuencia, este último grupo de productos también tendría un incremento en sus costos de producción y afectaría al consumidor final.
Sin embargo, el economista Gabriel Espinoza descarta el incremento de precio de los derivados de soya a consecuencia de la libre exportación, puesto que actualmente los precios internacionales están bajos y existen limitaciones logísticas que, de alguna manera, reducen el incentivo a las exportaciones.
“Es muy poco probable que se desabastezca el mercado interno en pro de mayores exportaciones”, indicó Espinoza.
El sector agropecuario genera el 32% de los empleos formales de Bolivia. Está por encima de los demás sectores.
BAJOS RENDIMIENTOS DESMOTIVAN CULTIVO
En los últimos años, el cultivo de maíz no representa una actividad económica rentable para los productores debido a los bajos rendimientos obtenidos como consecuencia de la no aplicación de biotecnología.
Según el gerente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), Edilberto Osinaga, los rendimientos de este cultivo alcanzan a tres toneladas por hectárea, mientras que en países vecinos superan las seis.
Osinaga afirma que esto representa un riesgo para la actividad agrícola, puesto que las circunstancias viabilizan la importación de este grano, reduciendo así la generación de fuentes de empleo y dinamismo económico que genera la agricultura.